Inmigrantes: llegaron como sus abuelos

Viajaron 32 horas desde Retiro hasta Tucumán. El tren se detuvo en varias estaciones para recibir el calor y la alegría de las colectividades que se acercaban a saludarlos. Era un vagón muy particular, lleno de descendientes de inmigrantes, reviviendo el trayecto de sus abuelos, desde el puerto de Buenos Aires hasta el interior del país. El destino era el Primer Foro Nacional de Inmigrantes de Tucumán. En la estación los esperaban otras tantas delegaciones, con sus ropas típicas, música y las infaltables empanadas.

“Fue una experiencia inolvidable. Durante el viaje nadie leía ni dormía, todos aprovechaban para interactuar con los demás. Al pasar por los pueblos, los intendentes nos recibían junto a las colectividades, con números artísticos y fotos”, se emociona el entrerriano José Gaveis. “Lloramos de la alegría. Lo venía organizando desde el último encuentro en Mar del Plata”, fue el resumen de Diana Mizrahi, alma del encuentro, organizado por Desarrollo Social y Cultural municipal.

“Esto es revivir un pedazo de la historia de mis abuelos”, sintetiza Beatriz Urdiales, descendiente de españoles de Málaga y Almería, en Santa Fe. “Revalorizar y difundir lo que cada uno trae de su cultura es esencial para transmitirlo a las nuevas generaciones, para que no olviden las raíces que forman esta Nación”, advierte. Según Gerardo Luca Samoilov, vicepresidente de la Federación Argentina de Colectividades, Argentina sigue creciendo en pluralidad. “Las últimos inmigraciones provienen de países limítrofes, latinoamericanos. Hoy hay más de 100.000 venezolanos en el país. Cada vez nos vamos enriqueciendo más con su cultura, sus costumbres, su historia y su comida. Ya no hablamos de crisol, sino de mosaico de identidades, porque ninguna pierde su identidad sino que la conserva para enriquecer nuestra Argentina”.

El tucumano Avellaneda, en un pedestal

“Hoy (por ayer) se cumplen 141 años de la fundación de las primeras cinco aldeas de alemanes del Volga en la provincia de Entre Ríos”. José Gaveis, presidente de la Unión de Colectividades de Entre Ríos, lo cuenta con una mezcla de emoción y de agradecimiento hacia un tucumano que les abrió los brazos a sus abuelos para que pudieran afincarse en nuestro país. Ese tucumano era Nicolás Avellaneda y sus abuelos pertenecían a la comunidad de los llamados “alemanes del Volga” que prefirieron irse de Rusia en 1877 antes que perder su identidad cultural. La Argentina los recibió sin pedirles nada a cambio.

“En nuestra colectividad de Entre Ríos lo tenemos a Avellaneda en un pedestal, es nuestro gran benefactor. En 1876 este tucumano, el presidente más joven (del país), que asume la primera magistratura a los 37 años, firma un convenio especial con nuestros antepasados, para que pudieran radicarse en el sur de la provincia de Buenos Aires y en Entre Ríos. En el caso de mis antepasados fundaron las primeras aldeas de alemanes del Volga, que hoy son 24. Al principio se dedicaban a la agricultura, luego a la ganadería y después desarrollaron microemprendimientos. Avellaneda les dio tierras para que las trabajaran y todo lo que necesitaban para establecerse. Por medio de un acuerdo les dieron entre cinco y siete años para devolver la ayuda y así lograron obtener sus títulos de propiedad.

Según Gaveis, hoy el 15% de la población enterriana tiene vínculos en forma directa o indirecta con los alemanes del Volga.

Estos “alemanes de Rusia” vivían en las cercanías del río Volga en la región europea meridional de Rusia, alrededor de Saratov y al sur. Se negaban a perder su cultura y su idioma, que era el alemán. Gaveis cuenta que habían salido de Alemania en 1763 aceptando la invitación de la emperatriz Catalina II, de Rusia, que era alemana, para afincarse en las tierras del bajo Volga. La inmigración a esta zona se mantuvo durante 100 años. La mayoría estaba constituida por agricultores que buscaban un lugar de paz para vivir, ya que Alemania estaba padeciendo las guerras sucesivas entre ducados.

Pero las promesas de Catalina no se mantuvieron, y en 1872 debieron volver a emigrar. Unos fueron a Canadá, otros a EEUU y muchos a países latinoamericanos. “Debían rusificarse o dejar Rusia, y nuestros antepasados decidieron dejar Rusia, en 1877”, cuenta. La Argentina cuenta hoy con más de 3,5 millones de descendientes de alemanes del Volga.

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