Una prueba de fe justicialista

La foto es llamativa. Pero también constituye un mensaje hacia afuera: la nueva liga de gobernadores del Partido Justicialista (PJ) puso los pies en el plato de los Fernández. ¿Cómo es eso? Hasta ahora, el movimiento interno en busca de la unidad partidaria era con gestos individuales. En ese contexto se inscribió la cena que el gobernador Juan Manzur organizó, hace algunos días, para recibir al precandidato presidencial Alberto Fernández en el Sheraton Hotel de Tucumán. Esa movida fue un toque de atención. No en vano en la mesa principal se sentó el gobernador santiagueño Gerardo Zamora, que ayer mismo ingresó al almuerzo en San Telmo al grito de “vengo a ver al próximo presidente”. En el mismo sentido se expresó Manzur durante el encuentro, aunque al final de la cumbre envió un mensaje puertas adentro del PJ: “los peronistas solo votamos a peronistas y la fórmula del peronismo en esta elección es Alberto Fernández-Cristina (Fernández de Kirchner)”.

¿Por qué Manzur es protagonista de la campaña? El gobernador había hecho un alto en sus viajes a Buenos Aires y al exterior para encabezar la gira proselitista local. Los 512.853 sufragios obtenidos durante la elección del 6 de junio pasado (el 49,54% del total y con una diferencia de 30 puntos respecto de la fórmula macrista) le sirven como carta de presentación. Ahora se ha subido a la campaña del Frente de Todos. El resultado le demostró que no sólo tiene cuatro años más como gobernador, sino también que puede mostrar su liderazgo político a nivel nacional. Alberto Fernández lo llama con más frecuencia y el mismo Manzur se encarga de organizar a un peronismo que ha dejado de lado la tercera posición (Alternativa Federal), allí donde alguna vez se situaron el salteño Juan Manuel Urtubey, el cordobés Juan Schiaretti, el tigrense Sergio Massa (hoy candidato a diputado por el espacio kirchnerista) y el mismísimo rionegrino Miguel Ángel Pichetto, que se cruzó de vereda y que ahora es el candidato a vicepresidente de Mauricio Macri. Los mandatarios se acordaron ayer del ex jefe de la bancada justicialista en la Cámara Alta. Hasta algunos ironizaron con el hecho de que el peronismo sigue distribuyendo piezas dirigenciales por todo el tablero político argentino.

Manzur decidió jugar a pleno con los Fernández. Endureció el discurso contra la Casa Rosada a días de un nuevo aniversario de la Declaración de la Independencia. El enfrentamiento electoral pone en dudas la visita presidencial. Hasta ayer no había confirmación alguna acerca de la llegada de una comitiva para el martes, el día en que San Miguel de Tucumán se convierte en Capital de la República. Por las dudas, en el Poder Ejecutivo ya prepararon un cronograma de actividades que va desde el tradicional chocolate hasta un desfile en la zona del parque 9 de Julio, previo paso por el Salón de la Jura de la Casa Histórica. “Seguiremos esperando la confirmación; se trata de un hecho institucional, alejado de la política”, argumentan en la sede del Poder Ejecutivo.

En el macrismo hay cierto temor a las reacciones sociales por una posible visita del jefe de Estado nacional. Si bien en el Gobierno local sostienen que está garantizada la seguridad de Macri -como en años anteriores-, el clima electoral se cuela en el análisis de escenarios posibles. De todas maneras, al propio Presidente le resulta un desafío mostrarse en distritos considerados adversos desde el punto de vista político. Nada está definido; solo hace ruidos de que el Ministerio de Defensa de la Nación haya preparado un desfile y otros actos protocolares en la zona de Palermo para conmemorar la gesta patria.

Pero Manzur no sólo está en la mira de la Casa Rosada. Cuentan, además, que el cristinismo también sigue sus pasos y sus movimientos. ¿Cómo es esto? Aquel resultado electoral constituye una vara alta para las elecciones nacionales que se vienen. Cristina Fernández de Kirchner es de esas dirigentes que agarran planilla por planilla para analizar cómo trabajaron sus referentes en la campaña Lo hizo antes y lo seguirá haciendo en agosto (PASO), en octubre (generales) y, llegado el caso, en noviembre (balotaje). Será la prueba de fe de uno de los distritos peronistas más fuertes de la Argentina.

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