Grandes aspiraciones, grandes enemigos

Grandes aspiraciones, grandes enemigos

Grandes aspiraciones, grandes enemigos

El gobernador Juan Manzur no se anda con chiquitas. Ni en aspiraciones ni en contrincantes, porque decidió disputar su partido en la superliga de la política Argentina y las reglas de juego marcan un a todo o nada sin medias tintas.

¿A qué viene la reflexión? A que el mandatario reelecto ya no tiene como rival ni a José Cano ni a José Alperovich ni a Silvia Elías ni a Germán Alfaro. Su pelea es -y será- con Mauricio Macri. Así lo decidió al ser el abanderado del interior del país en la candidatura de Alberto y Cristina Fernández.

Si la dupla kirchnerista se impone en los comicios nacionales, Manzur podría gozar de las mieles de un Gobierno nacional que lo premie con un cargo privilegiado en el Poder Ejecutivo con sede en la Casa Rosada (el columnista Juan Manuel Asís adelantó el domingo que se menciona que podría ocupar la Jefatura de Gabinete) y de la tranquilidad de mantener una relación fluida con la Nación, que debería garantizar recursos y obras para Tucumán. Así, el gobernador podría estar en Buenos Aires, donde se siente cómodo, y a la vez manejar a control remoto la provincia si es que mantiene la sociedad -y la complicidad- de su vicegobernador Osvaldo Jaldo.

Hasta ahí todo lo bueno que obtendría el mandatario, que supo presentar plafón ante los Fernández con una elección memorable, con contactos aceitados entre el gremialismo nacional (el apoyo de La Bancaria y de algunos líderes de la CGT fueron fundamentales), con llegada entre los barones del conurbano (su padrino Fernando Espinoza lo apuntala desde La Matanza) y con buena relación entre varios de sus pares.

Ahora, ¿qué pasaría si Macri es reelecto? La situación sería diametralmente opuesta. Ese enemigo político que eligió el gobernador cobraría un valor -claro está- mucho más relevante que el actual, devaluado por la crisis y las encuestas desfavorables. Además, debería enfrentar a un Presidente cuyo segundo mandato se espera sea menos “amigable” que el primero, aquel que en sus comienzos convocó a todos los que luego le dieron la espalda. Ya no habrá posibilidad para que uno y otro muestren sus rostros amables, como en aquella foto de Olivos.

Otro detalle no menor: es muy probable que el tucumano Cano regrese al Gabinete nacional en un eventual segundo mandato y, junto a él, aparezcan otros radicales y algunos peronistas que son bastante menos conciliadores y con mucho mejor memoria para cobrar a quienes jugaron fuerte en contra de ellos. No son los “señoritos” del PRO puro, advierten desde la Casa Rosada.

Esa, admiten los opositores a Manzur en Tucumán, es la mayor apuesta que pueden hacer quienes aspiran a poder recuperar algo de poder en el Jardín de la República en 2023: a que gane Macri. Si eso sucede, podrían pensar en un contrapeso nacional que aplaque en alguna medida el apabullante poderío del peronismo, que domina casi todas las instituciones de la Provincia.

Manzur debería, además, enfrentar a su propia tropa, que ya se restriega las manos pensando en la sucesión ante las nulas posibilidades de reelección que tiene. Por el momento. No es lo mismo un gobernador sentado en la Casa Rosada, pidiendo una reforma para ser reelecto de manera indefinida, que otro solicitándolo desde aquí, con un vice poderoso. ¿Seguirá la paz y la sociedad entre ambos? Todo es posible y todo es especulación.

Lo cierto es que la jugada del gobernador es a fondo.

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