“Un libro puede cambiar al niño, a la mujer, al hombre que puede cambiar al mundo"

“Un libro puede cambiar al niño, a la mujer, al hombre que puede cambiar al mundo"

Es uno de los grandes promotores de la lectura en América latina. Autodefinido como “un lector que escribe”, el autor mexicano reivindica el poder de la lectura como un hecho social transformador. “Contra la lógica ultraconsevadora que asocia la fantasía a la evasión, creo que la fantasía y la imaginación sirven para enfrentar a los demonios de la realidad”, afirma.

26 Mayo 2019

> ENTREVISTA  A BENITO TAIBO

Por Nora Lía Jabif

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

En Camino a Sognum, su último libro, la atmósfera shakespereana se impone ya desde el nombre de algunos de los personajes que la pueblan. Yorick, Puck, Yago, son algunas de las figuras que protagonizan la primera entrega de la trilogía Un mundo sin dioses, en la que el autor hilvana una historia que transcurre en un pueblo pacífico llamado Almirán, donde tres adolescentes buscan reinventarse mundos nuevos, un asesino reflexiona sobre el arrepentimiento, un matemático cercado por un tirano se juega la vida y una guardasueños mantiene dormidos a los integrantes de un ejército completo.

Parte de una familia hispano-mexicana de estirpe libresca, Taibo mantiene el legado, y reparte sus días entre la escritura y la promoción de la lectura. Vale oírlo en algún TedX contando historias en la piel de Aureliano Buendía, o en la de Sherlock Holmes, entre muchos otros, para entender las claves del éxito de su prédica “prolectura” entre los lectores jóvenes de América latina: un difusor apasionado de la cultura libresca que está convencido de que la lectura es un hecho social transformador: “Estoy convencido de que un libro no puede cambiar el mundo, pero puede cambiar, al niño, a la mujer, al hombre que puede cambiar el mundo. Y mientras estés cambiando, puedes ir cambiando al mundo… Si un niño de Ciudad Juárez, lee, por ejemplo, el libro de Ana Frank, difícilmente se convertirá en el futuro en un delincuente”, suele predicar Taibo ante quien quiera oírlo.

Y eso hizo también en Buenos Aires, donde participó en la Feria del Libro y compartió tiempo con muchos de los booktubers que siguen con fruición sus historias de acción y quimeras, de héroes y heroínas en un mundo sin dioses. En diálogo telefónico con LA GACETA Literaria, Taibo revela que los guiños shakespearianos que atraviesan el Camino a Sognum no son producto de la casualidad. Advierte que no solo el espíritu del bardo inglés se cuela en su obra: también rondan el espíritu de Verne y el de Balzac. Y no descarta que en las próximas entregas de su trilogía hagan lo propio las criaturas cervantinas. Señales de que Taibo es, como le gusta definirse, “un lector que escribe”.

- ¿Por qué la huella de Shakespeare en Camino a Sognum?

- Si a la fantasía le quitas la magia, los dragones, las espadas, los mundos extraños, los animales raros, al final quedan pasiones humanas; y eso quiere decir que lo hiciste bien. Porque eso es la literatura. La literatura es un compendio de pasiones humanas. Todo lo demás es accesorio, todo lo demás es escenografía. Si lo que estás contando son pasiones humanas, quiere decir que estás contando historias cercanas, y que de alguna u otra manera nos van a tocar a todos, y Shakespeare es el que mejor ha contado las pasiones humanas, las recorrió como si fuera un diccionario de pasiones humanas. En Otello, en Hamlet, en El mercader de Venecia… ahí están todas las pasiones humanas compendiadas.

- ¿Cómo explica el furor que la narrativa fantástica despierta en las jóvenes –y no tan jóvenes– generaciones?

- Estoy convencido de que tiene que ver con encontrar armas y herramientas en la imaginación para enfrentar a los demonios de la realidad. Creo que contra la lógica ultraconsevadora que asocia la fantasía a la evasión, yo digo justamente lo contrario. La fantasía y la imaginación sirven para enfrentar a los demonios de la realidad. (Ricardo) Piglia lo decía muy bonito. No recuerdo la frase exacta, pero era algo así: la realidad contada en otra clave. Ya Bettelheim (Bruno) es el primero que descubre que en las fábulas y en los cuentos de hadas se encuentran estas herramientas para enfrentar a los monstruos de la realidad; que la fábula o la fantasía sirven como creadores de personalidad.

- ¿Por qué las trilogías? Nos recuerda a la literatura de cordel, a la cultura del folletín por entregas.

- En mi caso, es una respuesta un poco más banal, que tiene que ver con el comercio de los libros, estoy convencido de que en toda América latina los precios de los libros son especialmente altos para la gente joven como la que se acerca a mi obra, y lo que quiero es que sean accesibles, el mejor sistema de fomento a la lectura del mundo es dejar que los libros y los lectores se encuentren, y que no haya impedimento económico alguno para ese encuentro.

- Usted es un hombre de cuna libresca. Del libro impreso. Sin embargo, se muestra muy cómodo con las nuevas tecnologías…

- Es que son sólo una herramienta, y como tales hay que usarlas. Siempre comparo a las nuevas tecnologías con un martillo; puede servir para colgar un cuadro de Van Gogh -puede servir para generar belleza- o puede servir para romperle la cabeza a alguien.

- ¿Qué perdemos si no leemos?

- Se pierde la posibilidad de vivir otras vidas y aquel que no lee se tendrá que conformar con vivir la propia: una sola.

- Cuando era usted un niño le dijo a su padre que quería tener como oficio el de “lector”. ¿Por qué?

- Porque me parecía que era el oficio más bello del mundo, el más gratificante, el más divertido, el más terrorífico, porque te brinda todas esas posibilidades. Pero papá me dijo que no se podía vivir de eso. Y le dije que entonces querría ser escritor. Y me dijo que tampoco se puede vivir de eso. Sin embargo, eso es lo único que he sido en toda mi vida: soy sólo un lector que escribe.

© LA GACETA

PERFIL

Benito Taibo nació en México, en 1960. Es escritor, periodista y actual director de Radio UNAM. Inició su camino en la literatura como poeta con Siete primeros poemas (1976), Vivos y suicidas (1978), Recetas para el desastre (1987) y De la función social de las gitanas (2002). Es autor de las novelas Polvo (2010), Persona normal (2011), Querido Escorpión (2013), Desde mi muro (2014),Cómplices (2015) y Corazonadas (2016).

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