El hombre del folleto

El hombre del folleto

Muchos de los actores de la política actual no puede sacarse de encima su pasado alperovichista. Ni el mismo ex gobernador puede convencer de la idea de cambio. Tras el armado de las listas llegó la batalla de las encuestas.

Seguramente ustedes suelen verlo. Acostumbra caminar por las calles del centro. Es inquieto. Demasiado tal vez. Trasunta disconformidad. Tiene la soberbia del periodista y la paciencia del filósofo. Seguramente alguno lo vio en algún momento. Debe tener un libro en su portafolio. O varios. Algunos son escritos por él, otros cargan la autoría ajena, pero no pueden evitar la reflexión propia. Seguramente alguno lo reconoce por su barba blanca o por sus ojos transpartentes. Puede que también se lo reconozca por su perseverante convicción. El jueves se acercó a la mesa del bar y me entregó dos hojas de fotocopias tamaño A4. “El poder, la Democracia, la República” decía el título de la primera página que se mantenía unida a las demás por dos broches. En las cuartillas interiores (dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete) se transcribe textualmente el informe de mayoría (páginas 1.933-1.944) de la convención constituyente de Tucumán por el cual se termina reformando la Constitución y habilitando la re-reelección del gobernador. En la contrapa de este folleto se puede leer el nombre y apellido de los convencionales constituyentes.

El agradecimiento y la sonrisa fácil al recibir los papeles abrochados no sirven para disimular la incomodidad de toda interrupción. Uno deja de hacer lo que está haciendo y las preguntas empiezan a hacer su trabajo corrosivo. ¿Para qué me deja esto? ¿Qué quiere decir? ¿Qué es? ¿Para qué sirve? ¿Qué sentido tiene? Como el veneno que se va metiendo en las tripas y empieza a recorrer por todas las vísceras hasta que adormece la sangre, el texto empieza a hacer efecto.

Sin vergüenza

Estos papeles fueron impresos hace ocho años. Los textos son de 2006 y los que aprobaron este despacho de mayoría tal vez podrían tener vergüenza de haber levantado la mano para que Alperovich tuviera la posibilidad de una re-reelección. Ni hablar de aquel fervor “sijosesista” que promovía la reelección eterna para su alter ego. Hoy se hacen los tontos, como si Alperovich fuera el único culpable y ellos no tuvieran el costo de la complicidad y de la responsabilidad de que no les importaba nada sólo cumplir la orden del jefe. ¿Eso me habrá querido decir el hombre del panfleto? O tal vez permita desmenuzar que el mal del político de hoy vive en el presente continuo. Sin pasado y sin mañana. Sólo se hacen responsables del ya y del ahora mismo. Si hubiesen pensado así San Martín, Belgrano o Alberdi, no estarían en ningún cuaderno y brillarían por sus ausencias en las plazas. Se entiende: los actores políticos de hoy, en 2006, militaban a la par del entonces gobernador, pero muchos en este 2019 son peronistas que niegan a su protector o incluso radicales que volvieron al redil o hasta peronistas convertidos en opositores. Se trata de aprovechadores individualistas que sólo pensaron como trepar o llegar utilizando al jefe del momento. O, simplemente, de políticos poco avezados que no vieron lo que se venía y que desatendieron las instituciones con tal de favorecer a quien les mandaba y habilitaba sus emolumentos.

¿Habrá querido decirme esto el hombre de barba blanca y de mente lúcida? Han pasado 13 años de aquella Convención Constituyente. Los actores que hoy piden que los voten son, en su mayoría, los mismos. No hay vergüenza ni perdón ni disculpas. Esos son sustantivos de otro. No propios. Ni mucho menos comunes.

El bumerán numérico

Mientras muchos de ellos fueron construyendo su proyecto personal, Tucumán, el colectivo por el cual se los eligió, terminó con su sector público inflado: representa el 30% de la economía. Tanto que la provincia está en el lugar 18 en ese ranking. Lejos, por ejemplo de Catamarca cuyo sector público pesa sólo un 16%. Para sostener ese paquidermo público no les quedó a los hombres públicos que aumentar la presión fiscal y Tucumán quedó primera. Tiene una presión fiscal que llega al 7%, casi dos puntos más que el promedio de todas las provincias del país. Los números del Ipec, usina de políticas públicas, no hubieran aparecido si el hombre del folleto no hubiera aparecido. No están en sus fotocopias, pero si en las respuestas de las preguntas que surgen al ver tantos políticos interesados en perpetuar un sistema obsecado en el hombre y no en las instituciones. Tanto es así que hoy el propio Alperovich dice que piensa así. Aunque sea difícil de creerle, aquellas decisiones de la convención también repercutieron en la vida institucional. Así la provincia tiene un verdadero déficit en la rendición de cuentas del sector público, en las transferencias fiscales a municipios y comunas, en el sistema de compras y contrataciones, en el proceso de generación del presupuesto, en el acceso y ascenso en la administración pública y en el financiamiento de la política.

… Y, pensar que el hombre de la barba sólo entregó un papel que recordaba los nombres de los convencionales que querían la reelección sempiterna…

El espejo de Neuquén

El folleto recuerda, subraya y obliga a pensar. Eso debe haber sido la intención última del periodista que cuando hubo tenido el pelo sin canas hablaba por radio. No es fácil hacernos pensar cuando la velocidad del presente exige realizaciones, casi sin dudar.

Lo mismo le ocurre a los dirigentes. Ahora, al estar en modo electoral no les importa mucho la reflexión sobre los problemas sino convencerse y mostrarse ganadores.

Como en Neuquén a los principales operadores del poder les ha llegado la fiebre encuestadora. Alperovich, ante su incapacidad de salir en público, recurre a los sondeos y se desespera por mostrar sus números. En la Casa de Gobierno, en tanto, viven tan obsesionados con su antecesor que apenas se enteran de los números de Alperovich lo hacen trabajar a destajo al sociólogo Hugo Haime para que muestre los suyos. A los asesores de Alperovich y al desesperado equipo difusor de la imagen de Manzur sólo les preocupa mostrarse al tope. Lo curioso es que el 9 de junio próximo se sabrá quien mintió o quien no hizo bien su trabajo. Isonomía y Bacman hicieron encuestas para el ex gobernador, en tanto que Haime las hizo para el actual mandatario. Es curioso como los primeros lo dan cómodo ganador a Alperovich y el segundo con un margen muy parecido de 10 puntos dice que triunfará Manzur. Flaco favor les están haciendo a las encuestas porque desde ya una de ellas no acertará.

Los equipos de campaña apenas tienen algún número se vuelven locos para mostrarlo y para darlo a conocer. Los sondeos se han convertido en el pan vuestro de los comicios. Hasta hace unos años, a los resultados los escondían para trabajar, analizar y profundizar acciones políticas. Hoy se han convertido en el espejito de la bruja de Blancanieves. Lo usan para verse lindos y ganadores. Como el del cuento de los hermanos Grimm, alguna verdad encierran y eso, antes que a nadie, les preocupa a los adláteres de la silenciosa Silvia Elías de Pérez, que no debe haber tenido un feliz cumpleaños al verse abajo de Ricardo Bussi, según algunos sondeos. Tal vez por eso, en las últimas horas de ayer aceleraron el trabajo de la consultora Dattalab que les había dado números preocupantes, pero no tan graves como los difundidos. Según los sondeos de la senadora Alperovich tiene una intención de votos del 30% y ella del 26,8. Mientras que el tercer lugar es para Manzur con un 25,5%; y el cuarto para Bussi, con el 14%.

Turbulencias

Así como los pilotos de avión saben que hay rutas más inestables que otras, los encuestadores también han sido alertados desde el siglo pasado acerca de que los lemas y sublemas (en aquel entonces) y los acoples (en este siglo XXI) se han vuelto severas turbulencias que cuestan atravesar. Más de un encuestador se ha quedado de a pie por no haber sabido manejar esta variable.

Precisamente, en el oficialismo, Manzur y su coequiper Osvaldo Jaldo sienten que su trabajo electoral ha concluido. Las listas y los candidatos ya están en la cancha y es hora de que entren a jugar. En ellos está la apuesta ganadora.

En el capítulo uno del manual del candidato peronista dice claramente que si cada candidato lleva a votar a 20 personas, los comicios se puedan ganar caminando. “Supongamos que tenemos 15.000 candidatos en el ruedo, eso nos aseguraría un piso de 300.000 votos”, razonan en el oficialismo que, sin las precisiones de la Junta Electoral, se encargan de acotar que Germán Alfaro reunirá unos 2.000 postulantes en toda la provincia, y que los radicales no llegarán a 1.000. En cambio, cuando hablan de la Capital, ahí recurren a otros capítulos del manual peronista. En la unidad dos refieren que muchos dirigentes de la capital aseguran que van a sacar dos escaños en el Concejo Deliberante. Si de los más de 35 acoples que llevan en la ciudad principal esa verdad se cumple en un 40% habrá por lo menos 10 acoples que sacarán un concejal por lo menos. El cálculo es que para llegar a ser edil se deben sumar unos 12.000 votos. La simple multiplicación da un total de 120.000 votos, sólo 40.000 menos de lo que alcanzarían para convertirse en el Lord Mayor de la capital. La cuenta regresiva está en marcha.

Si el hombre del folleto llega por esas casualidades a leer estas líneas, seguramente sentirá que su texto puede ayudar a reflexionar, pero que la declamada transformación institucional y electoral no cabe en dos páginas A4 abrochadas. Se necesitan verdaderas voluntades que piensen en las generaciones que vienen y que se olviden de conjugar un presente continuo.

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