¿Que son las aves que vuelan todos los días en Barrio Norte?

¿Que son las aves que vuelan todos los días en Barrio Norte?

Ni aves de rapiña y cuervos de tres ojos. Siempre a la misma hora aparece una bandada de palomas en el cielo de Marcos Paz y Junín.

Todos los días, alrededor de las 8.30, se ven las palomas en Junín y Marcos Paz. Foto gentileza de Claudio Viola Mirande Todos los días, alrededor de las 8.30, se ven las palomas en Junín y Marcos Paz. Foto gentileza de Claudio Viola Mirande

Cuervos de tres ojos (gracias por tanto, Game of Thrones). Cóndores escapados de alguna reserva. Aves de rapiña anunciando la inminente muerte de alguien.Un equipo de fútbol de palomas entrenando (tibio, tibio). Un error en la Matrix. O, directamente, el fin del mundo.

Las teorías han sido de lo más variadas y desopilantes cuando Claudio Viola Mirande publicó un video en su cuenta de Instagram. "¿Qué son esas aves que vuelan en círculos en Barrio Norte, todos los días y a misma hora?", lanzó, casi como pregunta retórica, este joven arquitecto, desconcertado por la metódica danza en el aire.

La respuesta no es tan compleja como las que ensayaron los seguidores de Claudio, pero tampoco era fácil: esas aves son palomas mensajeras y salen todos los días, en el riguroso horario de las las 8.30, a entrenarse para la temporada de carreras de palomas, que está muy próxima a comenzar. Sí, hay palomas mensajeras, y hay un deporte que las tiene como protagonistas.

Colombofilia es la disciplina de criar y adiestrar palomas, generalmente destinadas a concursos de velocidad y distancia. Dentro de unos cuantos días, un camión llevará las palomas tucumanas a Fernández, Santiago del Estero, y los bichos deberán volver a su palomar en el menor tiempo posible. Raro deporte, sí, como singulares son los que lo practican.

Se llaman "colombófilos" y en Tucumán quedan alrededor de 15 activos, según estima Jorge Pacios. Él es, precisamente, el palomero de barrio Norte que saca sus pequeñas bestias a volar todas las mañanas. "Es un deporte en extinción", admite el hombre, de 60 años, y asume que su grupo de la Asociación Colombófila Tucumana tal vez sea el último en sostener esta actividad... singular.

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Encuentros en el cielo

"Como cualquier atleta, como cualquier deportista, las palomas se tienen que entrenar todos los días. Se tienen que alimentar bien, estar bajo estricto cuidado de salud y estado físico", dice Pacios al explicar la rutina de las palomas mensajeras, que es también su rutina. "Yo me levanto temprano todos los días y las dejo libres. Empiezan a volar, se ecuentran casi siempre con la bandada de otro palomar, el de Juan Luis Espósito, vuelan alrededor de una hora y después vuelven a su casa, al lugar donde se criaron. Ese es todo el secreto, la paloma siempre vuelve a su lugar", explica con narturalidad el colombófilo, como si estuviese hablando de fútbol.

Pacios apenas admite que es un deporte extraño, al menos para tucumanos y tucumanas de 40 años para abajo. Sí tiene presente que implica unos cuidados para los que hay que tener muchas ganas, tiempo y espacio para hacerlo. Se necesita, primero que nada, un palomar, que no es menor.

"Yo vivo en una casa y en la terraza hice el palomar. Lo hice yo mismo. Después me  levantaron unos terribles edificios en frente, y se complica, pero todavía se puede", dice. La actividad se ha complicado en las ciudades en crecimiento y es uno de los motivos para abandonar el deporte. Es el caso de Juan Manuel Pérez, otro tucumano colombófilo que alcanzó el tercer puesto en una carrera nacional.

"Alrededor de mi casa ya hay muchísimos edificios. No da el sol, las palomas se enredan con los cables, se complica mucho, dice Juan.

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800 kilómetros, ni un mensaje

Mensajeras... en realidad más que mensajeras estas palomas serían viajeras. La especie tiene la capacidad de viajar largas distancias, con velocidades desde los 70 a los 120 kilómetros por hora. La carrera más tradicional para los tucumanos es de 800 kilómetros, desde Rosario hasta los respectivos palomares de nuestra provincia. 

"Un camión se las lleva, las suelta en el lugar de salida, y nosotros las esperamos en los palomares. Las palomas ahora llevan un chip y cuando llega, marca en un reloj y después hacemos las cuentas", resume Pérez.

Las cuentas que hay que hacer son porque hay una determinada cantidad de puestos en la tabla y gana el palomero que más puestos ocupe con sus animales. En cada carrera los participantes largan varias docenas de palomas, según las condiciones de la competencia.

"A la noche, cuando ya volvieron todos los grupos de palomas, vamos al club y hacemos los cálculos. Como no todos los palomares están en el mismo lugar, las distancias de la carrera no son exactas. Entonces hacemos promedios en base a las velocidades y los mejores puntajes van ocupando los puestos en la tabla", describe Pacios las matemáticas de la colombofilia,

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Rara avis

Si Claudio preguntó en Instagram qué eran esas palomas, los vecinos de los colombófilos se preguntan todos los días qué hacen esos personajes con las palomas. Los miran desde la ventana, se rascan la cabeza, inventan teorías cada vez que Jorge o Juan liberan, esperan y reciben a sus palomas, todos los días. "Imaginate... no tengo idea qué deben pensar cuando me ven con las palomas... 'este es un loco', como mínimo", cierra Pacios.

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