Cartas de lectores
16 Abril 2019

La Catedral de Notre Dame (I)

Ninguna noticia puede ser más importante. Ni la política, ni la económica. Ni deportes, ni crímenes. Se está derrumbando, en cuatro horas de fuego, una de las maravillas del mundo. Para los católicos, los franceses, los chinos. Para todos nosotros. Se está perdiendo para siempre la Catedral de París, sus vitrales, sus admirables arcos apuntados, sus muros articulados, sus torres nunca terminadas. El corazón de París, nuestros corazones. Se alzarán voces, culpas, disculpas. Nada podrá reemplazar nueve siglos de historia. Ella estaba allí, atestiguando el paso de la grandeza y la pequeñez humana. Rindo hoy mi homenaje, y por qué no mis lágrimas, en memoria de un canto a la Virgen en piedra y cristal. Son las 17.30 del 15 de abril. No hay luz en el mundo.

Ignacio Páez de la Torre

La Catedral de Notre Dame (II)

Esta Catedral se terminó de construir en París en el año 1345, después de casi dos siglos de trabajo, fue en el año 1167 en el que asentó su primera piedra. No es desde afuera imponente, pero sus atrios, sus naves, guardaban tesoros de incalculables valores y bellezas. Sin dudas fue y es un orgullo para la Francia de Charles de Gaulle, héroe de la Segunda Guerra Mundial,  a igual que su aliado Sir Winston Churchill, como lo es ahora para su presidente, Emmanuel Macron. Su historia está contenida en casi 845 años y fue y es visitada por 12 a 13 de millones de personas por año. La versatilidad y la calidad de las obras allí contenidas tienen el valor de “irremplazables”. Unos 400 bomberos, al mismo tiempo, luchaban esta tarde (por ayer, en la Argentina), para apagar las llamas destructivas y despiadadas. Sin dudas se intentarán rescatar, lo que quede de sus cenizas, los que llevará años de años y una inversión imposible de cuantificar. Con el incendio de esta iglesia muere una parte de la historia de la humanidad y se extinguirán para siempre obras que después de los más de ocho siglos no podrán recuperarse jamás. Gime el mundo, llora el mundo, tiembla toda la humanidad ante lo inasequible, ante una cruel fatalidad. Cada ser humano, desde cualquier lugar, sin importar lo cerca o alejado que esté, le dice hasta pronto Notre Dame, hasta siempre “nunca más”. Notre Dame fue sólo una, y hoy (por ayer) alzó sus alas de fatalidad y se alejó en el tiempo... para no volver.

Héctor Leonardo Bravo

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La víctima ayudó al malhechor

Recibir atención médica de emergencia en la calle, en el preciso momento del accidente, es fortuito. Pero es mucho más  fortuito e imponderable si ese médico -en este caso una médica- acababa de ser asaltada y despojada de sus pertenencias por el mismo accidentado. Tal  parece que Dios quiso castigar la mala acción, haciéndolo chocar contra un móvil de la ¡Policía! y cayó de bruces sobre el pavimento, sufriendo heridas y contusiones. Ante el inesperado cambio de situación, la doctora Cecilia Ramos, que venía persiguiéndolo, olvidándose de su despojo, hizo prevalecer su condición de médico, ignorando las lógicas protestas de los indignados vecinos que estaban prestos a lincharlo. ¿Hizo bien esta médica? Y si hubiera sido al revés, ¿ese malhechor le habría perdonado la vida a ella si se resistía al atacarla? ¿Cómo sabe que ese hombre dejará de hacer daño a la sociedad, si no recibe el escarmiento que se merece? Este tema genera polémica, casi como el conocido refrán difícil de seguir: “haz el bien sin mirar a quién”.

Darío Albornoz

“Se robaron un PBI”

Esta falaz afirmación (“se robaron un PBI”) fue instalada tiempo atrás por un oscuro personaje “arrepentido” llamado Leonardo Fariña y luego replicada por cierto periodismo. Y a partir de esto se “hizo carne” en muchos argentinos, que lo repiten sin ningún análisis previo y hasta con una ridícula convicción.  Lo más lamentable es que muchos de estos ni siquiera tienen idea de lo que es el PBI o al menos de cuánto dinero se trata. Hablar del robo de un PBI es hablar de haberse apropiado de una suma aproximada a los U$S 500.000 millones. Para que tengan una idea, les puedo ejemplificar que con esta suma se podrían comprar alrededor de 20 millones de autos nuevos de gama media alta (valuados en $ 1 millón cada uno, más o menos), un auténtico despropósito si consideramos que todo el parque automotor de la Argentina actualmente es de 12 millones de vehículos. Este ejemplo, y considerando el monto al que equivale el PBI del país, lo pueden trasladar también para deducir cuántas casas, escuelas y hospitales se podrían construir. Es una pena observar como mucha gente no le teme a dejar expuesta la capacidad de su intelecto afirmando que “se robaron un PBI” o “se robaron todo” o “se robaron el país”. Y ya que hablamos de robar, lo que si está confirmado que se “robó” la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, es el corazón de millones de argentinos que anhelan fervientemente y con gran esperanza (muchos con desesperación) su regreso a la Presidencia.

Oscar Alberto Beltrán

Transición mortal

Sería irresponsable pensar que este país hace poco atraviesa una estable crisis económica. Me animo a decir que, desde la recuperación de la democracia, y hasta hoy, nunca salimos a flote. Pasaron muchos gobiernos con muchas propuestas. Tampoco se puede negar el manejo y la corrupción existente en todos los mandatos, pero una transición a base de hambre, desempleo, inflación y tarifazos, más que una transición es un exterminio. Sostengo esto porque están en juego los derechos de muchos compatriotas, sobre todo de los más humildes; se debaten en pagar la luz o brindar un plato de comida, pagar el agua o mandar los niños a la escuela, pagar el gas y quedar sin dinero para medicamentos. En fin, están siendo vulnerados los derechos de alimentación, educación y salud, algo arriesgado para cualquier proceso de recuperación nacional y extremadamente ilógico en términos solidario.

Williams Fanlo

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