Como su lanzamiento favorito, un tucumano se eleva en el mundo del sóftbol

Como su lanzamiento favorito, un tucumano se eleva en el mundo del sóftbol

Figura en el Mundial juvenil de Canadá en 2018, el relato de Juan José Pepe y familia te lleva a conocer desde adentro al sóftbol, un deporte casi amateur a nivel mundial, que en San Pablo se juega desde hace 50 años.

CRACK. Pepe recibió en 2018 el premio LA GACETA al mejor deportista de su especialidad. la gaceta / fotos de DIEGO ARAOZ CRACK. Pepe recibió en 2018 el premio LA GACETA al mejor deportista de su especialidad. la gaceta / fotos de DIEGO ARAOZ

Ese golpe seco, tan seco y preciso que asusta, descansa en la mano derecha de quien es conocido como catcher, algo así como el receptor de los misiles provenientes de aquellos pitchers que han sabido burlar, con su estrategia y recursos, los intentos de bateos de sus contrarios. El golpe intimida, intimida al punto de comparárselo con un disparo a quemarropa. O quizás con llevarse puesta una pared por delante, yendo a fondo. “El lanzamiento puede tomar una velocidad de hasta 80 millas por horas, y más también”, comenta Rubén Pepe, “Peta” desde ahora en más. Así se lo conoce en el mundo del sóftbol, él con años de carrera en el rubro, lanzador y padre de quien el año pasado terminó en el podio de los pitchers más voraces y perfectos del Mundial juvenil de la especialidad en Canadá. “Peta” es padre de “Petita”, de Juan José, el artista de un movimiento tan natural que lo hace diferente al resto de su especie. “Petita” domina el molinete. Así se le dice a la forma de lanzar en el sóftbol. “Petita”, más que molinete, tiene una turbina en el brazo.

Béisbol y sóftbol son como hermanos gemelos, aunque con marcadas diferencias: en el primero, si llegás a la fama mundial, a las Grandes Ligas de Estados Unidos, el juego puede ayudarte a vivir a vos, a tu familia y a varias de las generaciones siguientes, sin apremios económicos ni preocupaciones artificiales. En el segundo, si sos algo así como Lionel Messi en el fútbol moderno, quizás logres el boleto de avión, auto, casa y un sueldo básico durante tus tres meses de estadía, justamente, donde se juegan las Grandes Ligas del béisbol, en la tierra del Tío Sam.

“A mí me invitaron para ir a Colombia y a Estados Unidos”, le revela “Petita” a LG Deportiva. Lo que continúa de su comentario no es la respuesta que uno podría esperar. “Las voy a dejar pasar. Prefiero centrarme en el estudio. Lo dejé de lado y quiero terminarlo. Me faltan quinto y sexto año. Después voy a seguir con la carrera de educación física. Esas son mis metas. Jugar como pro también, sí, pero este momento no creo que sea el conveniente”.

“Petita” tiene 18 años. O sea, es un chico cuya maduración le ha hecho ver su propia panorámica desde distintos costados de la vida. Sus prioridades cambiaron desde 2018 a la fecha. “Igual, es cuestión de llamar al hombre que me propuso viajar a Estados Unidos y decirle que me mande los pasajes”, dice por las dudas el joven talento tucumano.

Rato antes de hablar con LG Deportiva, “Petita” hacía lo suyo desde la línea de lanzamiento. En el sóftbol no hay montículo como sí lo hay en el béisbol. La distancia entre lanzador y bateador es de 14 metros y no de 18, como en el béisbol. Y entre bases, hay una distancia de 18 metros (en la otra, son 27). Más reducido todo en el sóftbol. Menos la pasión. “En mi casa se respira sóftbol. Mi mamá, Romina, empezó a jugarlo primero. Yo empecé de chico, a los seis, pero con mi papá”.

TODO UN ARTE. “Petita” se apresta a lanza la bola. Parece un movimiento de danza, pero lo que vendrá es un “molinete” imparable. TODO UN ARTE. “Petita” se apresta a lanza la bola. Parece un movimiento de danza, pero lo que vendrá es un “molinete” imparable.

Conversamos con “Petita” en el predio del CEF 18, ese gigante del polideportivo local que se mantiene igualito desde hace casi 30 años. Quizás haya sido bendecido con algunas mejoras aunque, lógico, la cirugía no alcanza como para acompañar la evolución del predio en el tiempo. Eso está claro. La cuestión es simple, a falta de inversión, de apoyo económico de quienes deben hacer su parte a favor de la sociedad, llámese gobierno nacional, provincial, etcétera, el paraíso de infraestructura deportiva dista mucho de la realidad.

“Petita” nació en San Pablo, una tierra donde se respira sóftbol. La sorpresa noquea a la ignorancia. “Es un deporte que se practica desde hace 50 años. En el pueblo es normal hablar de sóftbol; todos saben dónde jugarlo o de qué se trata. Este es un deporte que ha ido y venido; que ha desaparecido y resurgido. Lo mismo que el béisbol. Aunque no lo creas, en San Pablo hubo un tiempo en que se jugaba mucho”, explica Pepe padre. En la actualidad, San Pablo tiene un equipo compitiendo en las mayores de Tucumán, a la par de Isótopos, Indios, Celtas y el propio CEF. “Como recién están comenzando, contra ellos se juega en modalidad lenta”, explica “Peta”. Quiere decir que no habrá lanzamientos con velocidades cercanas a los 130 kilómetros por hora. “No, se tira onda manzanita, de colgado”, improvisa el movimiento.

A 25 metros de “Peta” está “Petita” en pleno calentamiento de ese brazo derecho ya en tono anaranjado. Está en llamas. “No cualquiera puede aguantarse sus lanzamientos”, reconoce Rubén. El poder del brazo de su hijo mayor sirve de filtro entre un catcher amateur y uno de verdad. De uno curtido. Sus misiles no son para cualquiera. Por eso su juego llamó la atención en el ambiente y lo llevó a vivir durante casi dos años en Paraná, La Meca del sóftbol en el país. La familia de su amigo “Choco” lo acogió como un hijo más allá.

Volviendo a la actualidad, al presente de “Petita”, el amigo habla de los libros y del estudio, pero al mismo tiempo cuenta que necesita mejorar su potencial en el campo. La bola curva le cuesta un poco. “Me falta pulir algunos detalles importantes de lo que yo ya sé hacer”, dice con total honestidad. Lo suyo es lanzar, gambetear bates y quemar la mano de su catcher.

Lo que sí domina como un as “Petita” es a la trepadora. No es un tema musical. Es su lanzamiento estrella. “La bola sale recta y después se va levantando. Si la chocan (batean), esa pelota volará mucho... Pero es bien maldita, así que es difícil de cazar. Por suerte, esa es mi especialidad y generalmente no fallo, je”.

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