Cartas de lectores

Sousa Mendes y García Hamilton

El 3 de abril se cumplieron 65 años del fallecimiento de uno de los más destacados héroes de la II Guerra Mundial: el diplomático portugués Aristides de Sousa Mendes. Había salvado a decenas de miles de condenados a muerte por el nazismo. Su monumental gesta se opuso dos dictaduras: la de Adolf Hitler en Alemania y la de Antonio Oliveira Salazar en su propio país. El dictador portugués lo condenó al olvido y la miseria por desobedecer sus ordenes de no ayudar a judíos que pedían visas para ir a América. Asimismo, 2019 marca el décimo aniversario del fallecimiento de José Ignacio García Hamilton (1943-2009), vicepresidente de la Fundación Raoul Wallenberg, ONG educativa que promueve los valores de la solidaridad y coraje cívico. Me permito evocar aquí una intersección en la cual ambos, podría decirse, se dieron la mano. En 2002, el historiador argentino José Ignacio García Hamilton y el periodista británico Nicholas Tozer recibieron el Premio Internacional Aristides de Sousa Mendes en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), la escuela de diplomáticos de la cancillería argentina. El jurado consideró que “Los galardonados se hacen acreedores al reconocimiento por su compromiso inalterable a lo largo de los años con la misión de promover los valores humanitarios que distinguieron a quienes, a riesgo de sus propias vidas y contra las directivas de sus gobiernos, dieron lo mejor de sí mismos para auxiliar al prójimo necesitado en uno de los períodos más tenebrosos de la historia como lo fue el Holocausto. La obra histórica y periodística de José Ignacio García Hamilton es un ejemplo de la defensa de los derechos inalienables de la persona, tales como las libertades de opinión y de culto.” Sousa Mendes y García Hamilton. Dos campeones de la libertad y la democracia. Sus legados no pueden ser olvidados.

Baruj Tenembaum

Fundación Raoul Wallenberg - Nueva York

[email protected] - www.raoulwallenberg.net

“Jhonny El Rojo” y “Alito El Verde”

En esta esquina, “Jhonny El Rojo”; en esta otra, “Alito El Verde”, ambos pesos medianos, cabezas principales de cuadrillas pagadas por el señor Estado. “Jhonny El Rojo” se destaca por ser “hermano de” y “cuñado de” (política hereditaria en Cambiemos). Gran propagandista en televisión copiando acciones, junto con su jefe, que los ambientalistas ya realizaron. Por ejemplo, parándose en charcos de líquidos cloacales, haciendo notar lo que todos ven. En la arista derecha “Alito El Verde” que con su brocha verde pinta postes de luz, cordones cunetas, frentes de casas, arboles, perros y, ahora, también personas. Suena la campana y… Este es el relato payasesco de una realidad a la vista de todos. El relato de una política retrograda de punteros políticos feudales de la vieja escuela, faltando el respeto a toda una comunidad. Esa comunidad mira cómo políticos enquistados en el gobierno por décadas, y sus familiares directos, marcan territorio como si fuesen dueños de la vida y las posesiones de los vecinos, cuando son empleados nuestros. Territorios marcados por colores y agresiones. Tropas pagadas por el vecino con sus impuestos. Las guerras intestinas por un voto se viralizan en las rede sociales. Señores Alito y Jhonny, con acciones de pugilato en los barrios “dan vergüenza ajena”: eso es lo que ve el vecino.

Pedro Martínez

Una reflexión sobre las ofensas

El jueves pasado partió a la Casa del Padre, mi hermano Roque Chávez, apasionado por la fotografía, de la que hizo su fuente de trabajo. También se desempeñó como fotógrafo dentro del campo de juego de San Martín, en un hecho inédito en la historia del club, porque le fue permitido el ingreso por estar amputado de una pierna a causa de la diabetes. Pese al dolor por su partida, evocó en su memoria una reflexión sobre las ofensas. Las bravuconadas, los insultos y el avasallamiento contra otra persona nunca están bien. Mi hermano recordaba un episodio que vivió al final de un partido que San Martín había empatado sobre el final. “Roke” (como era más conocido) le pidió después a uno de los jugadores del “santo” que se tomaran una foto juntos y desde la tribuna rival alguien lo insultó: “rengo hijo de mil…, por algo te pasó eso”, en referencia a la amputación. Lejos de sentirse afectado, mi hermano, un hombre que además de generoso y laborioso, era bondadoso, se reía cada vez que recordaba ese improperio. Probaba así que, en un acto estúpido, el que ofende, a veces con su ofensa pasa a ser bobo y divertido.

Daniel E. Chávez

Pje. Benjamín Paz 308

S. M. de Tucumán

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