¿De dónde proviene el talento del "Pulguita" Rodríguez?

¿De dónde proviene el talento del "Pulguita" Rodríguez?

LG Deportiva tiene la respuesta: de su abuelo, el “Mudo” Abelardo.

TESORO. En casa de Bety hay una sola foto de su padre. Su recuerdo vive del boca en boca. credito xxxxxxxx TESORO. En casa de Bety hay una sola foto de su padre. Su recuerdo vive del boca en boca. credito xxxxxxxx

Si su figura sigue tan viva como cuando sus fanáticos gritaban sus goles en la década del ’50 es porque el boca en boca en Simoca no ha cedido ante el descaro del olvido. Abelardo Rodríguez es cosa seria en la capital del sulky. Era, como dice su nieto, el artillero más letal y amado por el planeta Atlético, Luis Rodríguez, un crack. “Yo no lo vi jugar, pero la gente siempre me habla de él. Incluso mi papá, “Pocholo”, me asegura que nosotros salimos al ‘Mudo’”, le asegura “Pulguita” a LG Deportiva. Esta es su historia...

El romance entre Juana Ardiles y el “Mudo” se dio casi en la clandestinidad. Fue tan intenso que de la relación nació “Bety”, la mejor cocinera de guiso de arroz con pollo del universo Rodríguez, y la que gestó a quien los hinchas del “Decano” adorarán por el resto de la eternidad: a “Pulguita”. El Rodríguez abuelo no tiene nada que ver con el apellido que lleva Luis Miguel. Juana dedicó darle a “Bety” su apellido. Después, ella conoció a “Pocholo” y llegó la nueva generación. Pero esa fábula vendrá en otro capítulo.

Amado por todos en el pueblo, el “Mudo” Abelardo fue lo que hoy se conoce como un adelantado de la pelota. Peronista a morir, llegó a desafiar con su velocidad a la fuerza misma, en épocas en la que Revolución Libertadora comenzaba a instalarse con una dictadura sangrienta. Sobre el cierre de los bailes del pueblo, cuando la música entraba en una meseta casi sin acordes, Abelardo gritaba con fuerza, “¡Viva Perón!”, y salía disparando. Nunca lo atraparon los militares, como tampoco a los vecinos que se reunían a la luz de las velas para tratar los problemas de lo que ya era el municipio de Simoca. Todo entre las sombras.

Simoca pasó a ser municipio casi al lado de la revolución. En ese entonces, quien fuera intendente/interventor, Manuel “Mocho” Cárdenas, el hombre cuyo gol le dio a San Martín la Copa de La República en 1944, inauguraba una nueva etapa: Sportivo Simoca se enfrentaba a Famaillá, en lo que luego sería un duelo con aroma a clásico interzonal. Ese día, quien hizo ganar al equipo local fue, precisamente, el “Mudo”.

Simoca fue la Meca de un fútbol interesante, de mucho gol, con Abelardo a la cabeza y un dibujo táctico atrevido: 2-3-5. “Era amante de gambetear a sus rivales. Además tenía un remate tremendo”, cuenta Lito Ledesma, testigo privilegiado del día que Sportivo Simoca ganó ese duelo inaugural: “la volea desde afuera del área fue al palo izquierdo del arquero”, recuerda Ledesma, que al día de hoy lucha para que Abelardo y Héctor “Padula” Valdez, entre otros nobles del fútbol simoqueño, lleven su apellido en alguna calle del pueblo.

“Dicen que era crack, crack, eh; que era goleador, que le pegaba con las dos piernas y encima era rápido. Me lo cuenta la gente todo el tiempo. Mi papá decía que nosotros habíamos salido a él”, repite “Pulguita”. Quien puede tener un parecido físico al “Mudo” es Walter, hermano mayor de Luis y quien también dejó su nombre en alto en el “Decano”. “La diferencia entre Walter y el ‘Mudo’ era que el ‘Mudo’ era más chueco y tenía unos gemelos enormes”, describe Lito.

Al fútbol se jugaba por pasión. Hablar de profesionalismo era imposible. No había dinero casi en juego. “Hoy por hoy, si hubiera sido profesional, tendríamos recuerdos de todo lo que él hizo. Hacía goles cuando quería y como quería”, sostiene “Pulguita”, y remata. “Capaz que yo he salido a él, ja”, goles son amores, y junto a su abuelo vendrían a ser los mejores embajadores de Cupido para con el gol. Así como se lo recuerda como un futbolista fuera de serie, Abelardo Rodríguez no era un santo. Pese a haber llevado su categoría a Santa Lucía, sus alas en el fútbol no le permitieron volar demasiado. En realidad, todo pasó por él. “Me dijeron que era muy, pero muy bueno, y si no llegó fue por las cosas de siempre. Por poco trabajo, por la joda. Lo mismo que hoy pasa en el fútbol de la actualidad”, dice “Pulguita”. El Diablo siempre presente.

En casa de Bety se atesora la única foto de Abelardo. La imagen lo retrata de mirada pícara y altanera. Se la sacaron al equipo el día de la municipalización de Simoca. Su gol ante Famaillá hizo que lo que siguiera después, la Fiesta Gaucha y el juego de la Sortija, no tuvieran fin. Incluso, frente a la Cruz Mayor, y cerca del baile, Abelardo podría haber gritado, “¡Viva Perón!” y podría haber seguido caminando como si nada. Era una celebridad.

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