El fútbol da revancha y San Martín debe trabajar para no repetir los errores

El fútbol da revancha y San Martín debe trabajar para no repetir los errores

El "santo" no pudo asentarse en la máxima categoría del fútbol argentino.

NO HABÍA 11 IDEAL. Salvo Acevedo y García, de los más regulares de la temporada, el resto fluctuó entre estar y no estar. la gaceta / fotos de diego aráoz NO HABÍA 11 IDEAL. Salvo Acevedo y García, de los más regulares de la temporada, el resto fluctuó entre estar y no estar. la gaceta / fotos de diego aráoz

Pasos adentro de la esquina Lavalle y Matienzo, un policía entrado en años era el único filtro (además de las vallas de contención y una agente con cara de sorpresa pero inmóvil) entre la gente y los 100 metros previos a toparse uno con la última fase de control de entradas con diferentes destinos a las tribunas de La Ciudadela. El policía, más que cacheo, les palpaba la panza a los comensales. En dos, tres toques. Después, decía: “sigan, sigan”.

Ese apuro, el de dos manos controladoras poco exitosas, se reflejó a la hora de los bifes y sobre el angosto rectángulo ideado por Ricardo Caruso Lombardi, la fecha anterior de local frente a Lanús. San Martín fue vértigo e insistencia de a ratos, como todo el campeonato, sí, y también apuro e inocencia, dos enemigos naturales para quien se juega lo que se jugó anoche el equipo: el descenso.

El fútbol puede convertirse en una novela dramática, en reiteradas ocasiones aprovechada por quienes hacen de la política una carta amistosa pero engañosa y explotada de promesas vacías. San Martín perdió bien con Boca y no por eso se fue al descenso. El 1-4 de anoche fue la gota que rebalsó el vaso en una temporada copada por tropiezos.

Guste o no, San Martín construyó inconscientemente su caída a la B Nacional habiendo equivocado el camino mucho antes de esta fecha 23. Lo de anoche fue el punto de quiebre a elecciones y decisiones fallidas de quienes hoy ya no están en la institución. Hubo dos capitanes de barco, Rubén Forestello y Walter Coyette. Ninguno la pegó. Faltó claridad, ejecución; elecciones precisas en futbolistas. La cantidad no hace al éxito. Fallaron en el conjunto, en el mensaje a transmitir a través del juego, del fútbol. Esa es la verdad, porque la suerte pudo haber hecho su parte pero no tanto como para acusarla de maldita. Barajar y dar de nuevo. Otra no hay, esa es la realidad.

Antes del peor cierre, un extracto de la canción “Querida mía”, de Sergio Denis, fue el desglose perfecto del pasado y presente del hincha “Santo”:

“Yo soy la aventura,

Y tú la realidad,

Tú la ternura.

Yo soy la libertad,

Tú la esperanza,

La vida que me das

Y no me alcanza,

No me alcanza”

Al hincha no le alcanzó con alentar como lo hizo. Al hincha no le alcanzó con estar siempre al frente en Bolívar y Pellegrini. Ni hoy ni siempre, el hincha perderá la esperanza en lo que viene, en el nuevo proyecto para llevar nuevamente a Primera a San Martín. Tampoco la perdió entre quienes jugaron contra el “Xeneize”. Los aplausos de agradecimiento hablan por sí solos. “Morir de pie”.

Las opiniones pueden ser variadas, los juicios, de hecho, lo serán. Pero habrá, seguramente, una sentencia única y de lo que surja de ella habrá que comenzar a colocar los cimientos de la refundación futbolística de San Martín. Puede doler, seguro que sí, pero que lo sucedido sirva de ejemplo para que esto no vuelva a repetirse. La incondicionalidad del sentimiento no tiene precio, sí bajar los brazos y correr la mirada hacia otro lado. Este es fútbol y, quiérase o no, el fútbol siempre da revancha.

Comentarios