Cartas de lectores
24 Febrero 2019

Dueños del Estado

El pujar por una reelección o el ser candidato/a, ¿habilita a sumergir toda una provincia aún más en la suciedad con la que habitualmente se convive? ¿Conducir un partido político es mérito suficiente para disponer de espacios públicos, de frentes de escuelas, de puentes, de iglesias y pintarrajearlos o llenarlos de afiches embadurnando veredas (en el mejor de los casos) o el pasto? ¿Dejando la tierra con engrudo y pintura sin que les importe que el ciudadano que puede caerse o lastimarse es el que vota? ¿Cuál es el mensaje que quieren dar? ¿Quizás el que son dueños del Estado y por eso hacen lo que quieren? La provincia está sumida en la basura; las columnas del puente Sarmiento, las principales calles del centro  son mamarrachos atiborrados de carteles sobre carteles, con pintadas hasta en las veredas. ¿Hasta cuándo? ¿Cuál es el límite?

Marta Villafañe

El Mollar

El Mollar. Un lugar de ensueño. Donde mirar al firmamento te humedece los ojos; donde el sol te acaricia y la suave brisa te recuerda que, a sólo unos minutos, dejaste atrás el infierno del pavimento. Una tierra dueña de una belleza inconmensurable. Desde hace 30 años soy testigo de la decadencia a la que el hombre la ha llevado. Desde hace cinco años, la carrocería de un auto se fue enclavando en el acceso al río.  Casi como una piedra más. Según el delegado, la Comuna no cuenta con recursos para sacarlo. ¿Le habrá importado a alguien su procedencia y quién fue el infractor? Paradójicamente, los recursos se exhiben en las pintadas anunciando la próxima candidatura. Un canasto de alambre repleto de basura te da la bienvenida y la vereda principal se encuentra copada por una flota de camiones. El delegado tampoco puede hacer cumplir con la ordenanza al comerciante responsable. Dice que no cuenta con el apoyo de la Dirección de Tránsito. Ayuden al delegado, por favor, él no puede. Tiene en sus manos un regalo inigualable que sin mérito alguno la naturaleza le ha provisto y al que la mano del hombre, como casi como siempre, ha profanado. Tal vez si se pintara menos y se hiciera más, los votos llegarían por consecuencia. Un lugar creciente y un pueblo educado sería la mejor campaña.

Norma Nelegatti

Lincoln 791,San Miguel de Tucumán

Elegancia

En su último libro, “Qué tenían puesto”, Daniel Balmaceda destina un capítulo a la vestimenta de nuestros presidentes. Dice que cada mandatario tuvo su estilo. Los hubo pulcros (Figueroa Alcorta), coquetos (Nicolás Avellaneda), despreocupados (Sarmiento) y exquisitos (Roque Sáenz Peña), pero que el más elegante fue Manuel Quintana. En cualquier forma que se presentara su figura tenía una distinción que no se debía sólo al traje sino a un sello personal, que supo imprimir a todo cuanto se ponía. Su elegancia iba mucho más allá del frac y la galera. Todo el conjunto revestía una armonía natural. Todo, desde la expresión del semblante hasta el último detalle del atuendo, se armonizaba con el día, la hora, el lugar y la ocasión. Tenía el sentido de la oportunidad y del decoro, sin los cuales la elegancia suele convertirse en impertinente ostentación. Los medios gráficos de aquella época le pusieron el mote de “Maniquí”. El apodo calzaba perfecto porque además combinaba su nombre y apellido: maniquí era, a su vez, la combinación de Manuel y Quintana.. En su porte, en la expresión de su rostro de facciones finas orlado de cuidada barba, en sus gestos y hasta en las inflexiones de su voz, representaba la dignidad y la elegancia. Caminaba por la calle como si lo hiciera por una alfombra roja. Fue elegido presidente el 12-10-1904 y murió el 12-3-1906 aunque el 25-1-1906 ya había solicitado licencia por enfermedad. Un dato curioso acompaña esta historia. En 1905 hubo una revolución cuyo jefe era Hipólito Yrigoyen. El jefe de la custodia presidencial, José Félix Uriburu. Veinticinco años después, en 1930, Uriburu derrocaría a Yrigoyen.

Luis Salvador Gallucci

Todo es historia: Corea

A principios del siglo XX, Corea, al igual que China, es víctima del imperialismo japonés. Toda  la región es una semicolonia. Las principales potencias imperialistas se reparten concesiones y privilegios. En la guerra china-japonesa, en 1895, China reconoce la “independencia” de Corea, y “pasa” a estar bajo la “influencia” de Japón. En 1917, al “calor” de la Revolución Rusa, se funda el movimiento de liberación de Corea contra la ocupación japonesa. Surgió un líder llamado Kim II Sung, quién asimiló las ideas del socialismo y del comunismo, fundando, en 1927, la Unión de Juventudes Comunistas de Corea. Declaró que la revolución coreana sería democrática, antiimperialista y antifeudal, iniciando una lucha armada guerrillera. A medida que liberaban territorios se confiscaba las tierras a los imperialistas japoneses y terratenientes projaponeses, distribuyéndola a los campesinos. También implantó la jornada de ocho horas, el salario mínimo, etc. En 1934 se organiza el Ejército Revolucionario Popular de Corea (EPC) y posteriormente el Partido Comunista de Corea. Declarada la segunda guerra mundial, Japón, concentra los esfuerzos para aniquilar al EPC, que lo amenazaba por la retaguardia. Este readecuó su táctica a la lucha clandestina, propinándoles golpes demoledores a los japoneses, mientras eran derrotados militarmente en el otro frente. Ya en 1944, ante la inminente derrota de Japón contra las grandes potencias, la conducción revolucionaria intensificó la ofensiva. Una vez liberado Corea de Japón, en 1945, los norteamericanos ocupan y hacen desesperados esfuerzos para convertirla en una colonia y base de agresión al Asia. Las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, un asesinato en masa, tuvo un objetivo político: evitar que se reprodujeran, en la década del 40, otras revoluciones. Inmediatamente después de la liberación del pueblo coreano la situación se complicó. Los norteamericanos ocuparon Corea del Sur. Los reaccionarios locales y extranjeros se convirtieron en colaboradores de Estados Unidos y volvieron a actuar contra el pueblo coreano. Mientras tanto, en 1946 se llevaba a cabo una reforma agraria basada en la confiscación sin compensación de las propiedades de terratenientes. También se nacionalizaban las grandes industrias. En octubre de 1947, los norteamericanos llevaron el problema de Corea a la ONU y maniobraron para fabricar un gobierno “títere” en Corea del Sur. En 1948, los revolucionarios orientaron la idea de establecer un gobierno central unificado. Los norteamericanos y sus aliados sureños rechazaron la unificación e iniciaron, en 1950, una invasión sorpresa contra la parte norte. El ejército popular frustró la invasión enemiga y paso a la contraofensiva, liberando la zona de Seúl. Liberaron más del 90% del territorio, encerrando al enemigo. Los norteamericanos y sus aliados efectuaron un desembarco de gran envergadura, obligando a una retirada de las fuerzas revolucionarias. El plan norteamericano de tomar todo el territorio se vio frustrado. En junio de 1951 el frente se fijó como límite el paralelo 38. El 27 de junio de 1953 se firmó un armisticio. Hoy Corea del Norte se encuentra en una situación económica alarmante. Necesita imperiosamente ayuda extranjera para superar la amenaza del hambre que se cierne sobre la población. El régimen coreano no ve otra salida que recurrir al capitalismo, como en China, para reactivar su economía quebrada, obligando a reformar su régimen político. “Una peculiaridad de la situación en el noroeste de Asia es que Corea del Norte no fue arrastrada, como ocurrió con Vietnam y el resto de Indochina, a la ola de restauración capitalista iniciada por China y la normalización diplomática con Occidente. Una razón fue la resistencia de Corea del Norte a caer bajo la órbita de Pekín o la resistencia de Rusia a esa posibilidad. Una restauración capitalista a gran escala, bajo la dirección del Estado, hubiera desatado una competencia feroz en la península coreana y con Japón, y la disputa acerca de la hegemonía en el caso de una unificación de las dos Coreas sobre una base capitalista.

Pedro Pablo Verasaluse

Cumbre sobre abuso de menores

El papa Francisco, uno de los líderes espirituales más conmovedores de todos los tiempos, se ha “rasgado las vestiduras” en señal de dolor y ha convocado una cumbre para reconocer los errores de una Iglesia herida por los aberrantes casos de abuso de menores; una vez más está dando la cara y reconociendo una verdad que  destruye y  aniquila, pero con el axioma de limpiar la institución  del peor de todos los males de que se la acusa. Un esfuerzo maratónico y exhaustivo, que seguramente lo convertirá en un Cristo  aterrado  en Getsemaní, repitiendo “triste está mi alma hasta la muerte”. Quisiera poder acompañar este esfuerzo sincero, leal, arrasador, de un hombre que cambiará la historia de esta institución  y que se encuentra cuestionado en el país, y en el mismo Vaticano, por  sectores que desean perpetuar un mal que les resulta funcional. Cuestionado incesantemente, nadie se pone en el pellejo de quien  ha modificado estructuras ancestrales de una Iglesia poderosa en sentido material para volverla a fundar desde el poder del espíritu; un hombre que ha renunciado a los honores, lujos, placeres de los Papas anteriores para compartir la vida con las personas  pobres que  sirven en el Vaticano. Un hombre que ha hecho posible que se transparenten las heridas de los inocentes, como una forma de comenzar a repararlas, y que está expulsando de la Iglesia a los corruptos que la denigraron. Sería importante  saber si la Iglesia será la única institución que “limpiará la era”, en palabras de Juan el Bautista, y si le seguirán representantes de otras religiones. Así también, organizaciones políticas, deportivas, que tomen el ejemplo y reconozcan las prácticas horrorosas en contra de quienes no pueden defenderse. ¿O solamente la Iglesia dará la cara? ¿Es la única institución sobre la que se cierne, una vez más, el dedo acusador de la sociedad?

Graciela Jatib

Paros y bicicletas

Hace unos 45 años (crisis del petróleo de 1973), en la década del 70, la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo, una organización mundial petrolera manejada por los árabes) generó un aumento del barril de petróleo de una manera fuera de lo común. ¿Qué pasó en el mundo en ese entonces? Que todo propietario de vehículo, de cualquier país, guardó el automóvil y sacó la bicicleta; estoy hablando de miles de millones de seres humanos andando en bicicleta por cualquier país. La cronología de lo que ocurrió es larga y compleja; el punto es que todo el mundo andaba en bicicleta. Aunque Holanda ya lo venía haciendo de siempre, como hoy también, muchos países nórdicos tienen la costumbre de andar en bicicleta, sana costumbre. Este medio publicó artículos y fotos de gente andando en bicicleta durante el día del paro, yendo a sus trabajos. Muy loable la actitud de gente que no hace caso del paro y un país crece trabajando. ¿Por qué no lo hacen también en los días que no hay paros generales? Los argentinos estamos acostumbrados a sacar el auto para ir a comprar el diario en la esquina o a la verdulería de la vuelta. Aumenta tres veces el combustible y pareciera que andamos más en auto. ¿Y si guardáramos el auto y sacáramos la bicicleta? Me gustaría ver qué hacen las estaciones de servicio con el combustible.

Jorge A. Gianserra

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