Las “malas madres” se reivindican

Las “malas madres” se reivindican

¿Sentís que no encajás en los parámetros que la sociedad te impone como los de una buena mamá? No sos la única: ya hay un gran club del que podés formar parte.

VERÓNICA MANSILLA. La arquitecta en su oficina junto a sus hijos. la gaceta / fotos de Inés Quinteros Orio VERÓNICA MANSILLA. La arquitecta en su oficina junto a sus hijos. la gaceta / fotos de Inés Quinteros Orio

Todas las que somos madres nos hemos preguntado alguna vez -o varias veces- si somos buenas o malas cumpliendo ese rol. Así sería más o menos un simple test para tener una idea de cómo estamos ejerciendo la maternidad:

1- ¿Estás esperando que llegue el lunes para descansar del fin de semana?

2- ¿Apagás la luz de la casa al llegar para no ver la suciedad?

3- ¿Te atrincherás en el baño y ponés llave para que nadie te moleste por un rato?

4- ¿Te hacés la sorda por la noche para no atender a tu bebé que (¡otra vez!) se ha despertado para tomar la leche?

5- ¿Salís con tus amigas, viajás y te divertís sin culpa?

6- ¿Ir de paseo al parque te parece el plan más aburrido?

7- ¿Lo dejás a tu hijo jugar sin límites una tarde entera con la tablet para poder hacer vos una maratón de Netflix?

8- ¿Tu foto de perfil no es la de tu hijo? ¿No subíste 20 fotos de tus chicos a Instagram o Facebook?

9- ¿Tenés pensamientos de dedicar más tiempo a viajar, trabajar y estudiar que cuidar hijos?

10- ¿Ya no vas a algunas reuniones con otras madres porque estás cansada de hablar siempre de hijos?

11- ¿La otra noche no tenías ganas de cocinar y les diste comida chatarra?

12- ¿Fuiste a la peluquería, te maquillaste y estás espléndida?

13- ¿Mandaste a la escuela a tu nena despeinada y con el delantal arrugado?

14- ¿No ves la hora de dejar a tu bebé en la guardería y así tener un rato para vos?

DEFINICIÓN. “Soy mala madre de dos buenos hijos”, asegura Verónica. DEFINICIÓN. “Soy mala madre de dos buenos hijos”, asegura Verónica.

Si pasaste por este test y tienes una o más respuestas correctas, tengo dos noticias para darte:

- La primera es que sos una mala madre.

- Pero lo bueno es que eso no tiene nada de malo. No podés ser una súpermujer los 365 días del año. Simplemente porque la madre perfecta no existe.

Este es, en síntesis, el planteo de “Club de las malas madres”, una gran comunidad digital que está ganando adeptos. Porque cada vez hay más mujeres que admiten ejercer la maternidad con errores y se sienten orgullosas de ello. En el club se sienten identificadas y acompañadas. Y luchan para conseguir una sociedad donde podamos conciliar mejor nuestro rol de madre y el de mujeres. Por ello crearon el movimiento “Yo no renuncio”: ni a ver crecer a los hijos, ni a tener una carrera, ni a disfrutar de salidas con amigas, leer un libro, hacer deportes...

Sin juzgar

“Soy mala madre de dos buenos hijos”, es lo primero que plantea Verónica Mansilla. Es arquitecta e investigadora. Tiene 42 años. Es mamá de dos varones, de seis y nueve años. El año pasado descubrió en las redes sociales el “Club de las Malas Madres” y no dudó en unirse. “Vivo siempre con sentimiento de culpa. Trabajo todos los días y me enfrento a la presión social de si está bien o mal el tiempo que le dedico a mi profesión y que por ello le ¿quito? a mis hijos. En el club de madres me di cuenta que no era la única que vivía así; me sentí identificada, entendí que nadie me puede juzgar. ¿Quién puede decirme lo que está bien o lo que está mal? Si me hace bien trabajar y estudiar, ellos y el mundo tendrán que entenderlo”, plantea.

Aunque reconoce que es muy autoexigente como madre, está aprendiendo algunas cosas: “que darles comida chatarra de vez en cuando –cuando no tiene ganas de cocinar- no es tan grave”. “También comprendí que no es mi función tener que buscarles diversión y actividades. Está bien que tengan tiempo libre. Y al chupete electrónico lo aplico bastante cuando necesito espacio para mí”, admite.

“No me siento culpable”

Cuando conocen a Soledad Villagra por primera vez muchas personas le preguntan ¿cómo puede ser que a sus 38 años y con tres hijos haya mantenido tan bien su figura? Como si el hecho de ser madre significaría no tener más tiempo para cuidarse. Ella es bailarina y nunca dejó de mantenerse y de entrenar. Incluso llegó a bailar con cinco meses de embarazo. Se sentía bien y el médico le dijo que no le hacía ningún daño al bebé.

SOLEDAD VILLAGRA. Es bailarina y, muchas veces, sus hijos la acompañan a los ensayos. SOLEDAD VILLAGRA. Es bailarina y, muchas veces, sus hijos la acompañan a los ensayos.

Por estos días, Soledad reparte sus horas para cumplir con todas las cosas que ama hacer: cuidar a sus pequeños de 8, 6 y 2 años, trabajar en la Caja Popular de Ahorros, dar clases de danza en su estudio, entrenar y bailar profesionalmente. “Me doy tiempo para todo y no me siento culpable. A los chicos les busco actividades o los llevo conmigo. Además, mi esposo es un padre muy presente. Hay gente que me dice que ya tengo tres hijos, que es hora de dejar el conchero y las plumas. Pero no voy a renunciar”, plantea.

No se considera una madre obsesiva, pero asegura que está presente siempre que la necesitan. “Si estuviera en mi casa todo el día no sería feliz; me gusta ser productiva y no dejar de hacer las cosas que me apasionan. Antes los comentarios me hacían sentir culpable. Pero ya no”, confiesa Soledad. Sale con sus amigas, disfruta cuando sus niños pasan mucho tiempo con el padre, en vacaciones le dio vía libre a su hijo mayor para que use la Play cuantas horas quiera y aunque trata de cocinarles siempre que puede comida saludable no se hace drama si comen “tonteras” de vez en cuando.

¿La madre ideal?

La madre ideal, la que reclama la sociedad, es la mujer abnegada, la que cocina saludable y tiene la casa impecable, la exigente, divertida, comprensiva y al mismo tiempo estricta. “Es la mamá que tiene poco tiempo libre para hacer lo que le gusta porque debe ir como un helicóptero sobrevolando la vida de sus hijos para ver qué necesitan. Y si no hacés eso, sos una madre ausente. Si no le ayudaste con la guía y sacó una mala nota en la escuela, es tu culpa. Tenemos demasiadas exigencias. Es imposible así”, protesta Carolina Landa, de 44 años, madre de dos niñas.

Las “malas madres” se reivindican

Un buen día se rebeló y decidió no estar más presente en las tareas escolares de sus hijas. “No tienen todos 10 en la libreta, pero sí 8 y 9. Y lo más importante es que hacen solas las cosas. A las reuniones de padres voy dos veces al año. Suficiente. Si hay otras cosas importantes igual me entero en los grupos de WhatsApp, llenos de madres perfectas. Prefiero ser mala madre y tener un tiempo para mí. Salgo a correr todos los días cuando llego de trabajar. Es mi cable a tierra. Si no me vuelvo loca. A mis hijas les pregunté: ¿prefieren una madre loca o imperfecta? Por supuesto que eligieron la segunda opción. ¡Cómo si les hubiera dado alternativa de elegir!”, bromea.

Tratando de ser la madre ideal a Estela (44 años, abogada) un día se le cayeron todas las estanterías. Se separó de su esposo y su hijo mayor decidió que quería vivir con él y no con ella. “Me costó mucho conciliar la profesión con la maternidad y el matrimonio. Tenía otras ideas, luchaba por ser perfecta y entendí que es imposible y agotador. Decidí que está bien equivocarse, pero nunca abandonar los sueños. Ahora hago lo mejor que puedo y trato de darme tiempo para lo que me gusta. Hago cursos de pintura, de vinos, de grafología, de baile, fui a hacer parapente. Trato de maximizar el tiempo y estar lo más presente posible”, expresa.

Janet Pujol (39 años, mamá de un nene de 10) decidió hacer un viaje de dos semanas con sus amigas a EE.UU. y apenas regresó otra mamá del colegio le preguntó: ¿no te sentiste mal de irte y dejarlo tanto tiempo? “Me fui con culpa y allá entendí que también tengo vida. No significa que voy a abandonarlo. A veces está bueno que ellos nos extrañen, que aprendan a resolver solos algunas de las que cosas que necesitan”, analiza.

“No importan los años que pasen, hasta el día de hoy la gente te hace comentarios de este tipo: si sos madre y te vas a trabajar descuidás los chicos. Es una locura”, opina Erika Bulacio de 31 años, mamá de una nena de 9 años. “Hay que desprogramarse de algunas tonteras. La gente cree que porque tenés útero o pariste de repente tenés que convertirte en la mujer maravilla. Creo que también es muy importante dejar de mirar y de juzgar a las otras madres”, apunta Luciana Poliche (mamá de Max). Natalia Jiménez Terán (psicopedagoga y mamá) propone liberarse de la presión de ser madres perfecta y buscar todo lo contrario: salir con amigas, dejarle a los hijos más libertad, huir de esa necesidad o autoexigencia de “controlar todo” que a la larga será más perjudicial, sostiene.

Que el colecho los hace más fuerte. Que hay darle la teta hasta los dos años cueste lo que cueste... “Hay que relajarse. Todo el mundo toma la maternidad/paternidad muy a la tremenda. No hay que sentir culpas”, aporta Florencia Caram, mamá de un bebé. Ariela, que es médica, bailarina y mamá de dos pequeños, se suma al debate y propone rebelarse contra algunas imposiciones: “por ejemplo, inventé las noches locas en las que cenamos helado y nada más que helado hasta explotar. Ellos felices y yo descanso de cocinar. ¿No es genial?”.

¿Qué es el club de las malas madres?

Son mamás “rebeldes” que contradicen lo políticamente correcto de la maternidad.

El “Club de las malas madres” es una comunidad y un movimiento digital que suma más de medio millón de personas. La mayoría son mujeres, aunque también hay algunos hombres. Uno de los objetivos es lograr la compatibilidad entre el trabajo y la familia. Por eso cuestionan los códigos impuestos socialmente, los cuales muchas veces obligan a las mamás a renunciar a muchas cosas para ver crecer a los hijos.

Quien administra el club es Laura Baena, una publicista española que un día se empezó a definir a sí misma como una “mala madre”. “Entendí que la maternidad era la gran mentira de esta sociedad: me sentía mala madre porque no cumplía con ese canon de madre perfecta. Fue entonces cuando abrí la cuenta en Twitter y me empecé a desahogar. Y así se fueron sumando un montón de mujeres”, declaró en diversas entrevistas.

Una malamadre, según las palabras de Baena, “es una madre con mucho sueño, poco tiempo libre, alergia a la ñoñería y con ganas de cambiar el mundo o al menos de morir en el intento. Madres que no queremos perder nuestra identidad como mujer. Porque la M de madre no puede aplastar a la M de mujer”. Y agrega: “a algunas malasmadres se les queman las croquetas, otras las compran siempre congeladas, algunas nos hacemos las sordas por la noche, pero todas sobrevivimos como podemos, queriendo infinito a nuestros hijos y con la convicción de que somos las mejores madres que podemos ser”.

Para ella, lo importante es romper con la idea de la mamá “perfecta”. “El concepto de ser una ‘buena madre’ se crea socialmente, pero es irreal y lo que hace es generar más presión social sobre nosotras. Acabar con ese concepto y vivir la maternidad con libertad es nuestro objetivo”, concluye.

La madre perfecta no existe”

Es algo común que las mujeres se planteen si están criando bien o no a sus hijos. Incluso cuando están embarazadas comienzan a preocuparse por ser esa madre perfecta que impone la sociedad. Las psicólogas Miriam Bulos y Paula Santillán, que conocen a fondo esta realidad porque dictan cursos de preparto, nos dan algunos consejos.

Lo primero que aseguran es que la madre perfecta no existe; es una ilusión inalcanzable. “Existen muchos mandatos sociales hacia las mujeres y el rol que cumplen. Hay presiones para ser madres y luego sobre cómo ejercer esa maternidad. Creo que son buenos tiempos para hacer redes y revelarnos contra esos mandatos. La maternidad puede ser una experiencia maravillosa cuando es elegida y no cuando es impuesta. Nos hacen creer que hay una sola forma de ser buena madre y no es cierto”, analiza Santillán y cuestiona la tiranía que tienen las imágenes en las redes sociales que muestran solo madres bellas y felices, lo cual alimenta el mito de la madre perfecta que es imposible de alcanzar.

Miriam Bulos nos armó esta pequeña y util guía:

1-“No tenés que ser perfecta”. Muchas mujeres se sienten desbordadas después del nacimiento de un hijo y el sentimiento de culpa porque te crees incapaz es normal, así como también es normal bloquearse y estar ansiosas. Es bueno bajar nos niveles de exigencia. Los errores sirven para que los hijos aprendan de ellos.

2-“Reconocé tu imperfección”. Date permiso a sentirte a ser imperfecta y a poder expresarlo.

3-“Suficientemente buena”. Esta expresión fue creada por el psicoanalista británico Donald W. Winnicott, quien plantea no existen las madres perfectas. Ser suficientemente buena es si podés identificarte con las necesidades de tu hijo y no sustituirlas por las tuyas. Una madre insuficientemente buena es aquella que para el bebé resulta imprevisible, que pasa de una actitud a otra de manera súbita, sin que el hijo pueda confiar en ella ni prever sus conductas.

4-“Podés equivocarte”. Todos los padres cometen errores. Se pude aprender de las experiencias y reparar. Ser suficientemente buena es ser el mejor apoyo posible para los hijos: que aprendan a ser independientes y crezcan con autoestima, con empatía, con humildad y sin la presión de tener que ser perfectos.

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