Alperovich, el Amaya de 2015

Frente a las últimas movidas políticas de Manzur -acercándose zigzagueante a Cristina y pidiendo por la unidad de todos los peronistas para derrotar a Macri-, el convite-desafío a Alperovich era obvio, tanto como la inmediata respuesta del aludido. Coherencia o picardía de gobernador, o ambas cosas; a sabiendas de que el senador no iba a ser seducido ni caer en la treta de su invitación, realizada en el marco “aperturista” que muestra hoy el peronista. Él invita a su antecesor a meter los pies en el mismo plato, el otro los saca. No caminaran más juntos.

Alperovich no cayó en la trampa, la misma que él le tendió a Fernando Juri cuando este era su vicegobernador, allá por 2007. Ambos compitieron en la interna del PJ, cada uno con una estructura político-institucional de respaldo. El senador puso a su esposa, Beatriz Rojkés, a disputar contra Juri. Fue aparato contra aparato. Recursos contra recursos. Ganó la estructura ejecutiva-territorial. Siete a tres fue la relación.

¿Cuál fue el error de ese momento del vicegobernador?: arriesgarse a competir en la interna justicialista y no esperar y salir como candidato a gobernador por fuera del partido. Alperovich aprendió de sus victorias. Hasta ahora ganó todas las competencias electorales en las que participó, o hizo participar a los suyos. Sale por fuera.

Prefiere jugar y probar suerte en las elecciones provinciales y no arriesgarse a ser sometido por “los dos aparatos juntos” (legislativo y Ejecutivo) en una interna del PJ, que lo marginaría definitivamente de la pelea central. No quiso convertirse en el Juri de Manzur. Decidió enfrentar al partido que ya no maneja como un opositor más, como lo fue en 1995, cuando se convirtió en legislador por el radicalismo.

Para el peronismo pejotista Alperovich será el “Amaya de 2015”, el que se fue sin que lo corran, el que quiso llevarse una porción del voto peronista para el Acuerdo para el Bicentenario. El ex intendente lo logró, pero a través de Alfaro, que ganó la municipalidad capitalina. Por lo tanto, desde lo discursivo hasta en los gestos, Alperovich va a recibir el mismo trato por parte de la dirigencia del PJ que el ex candidato a vicegobernador por el ApB. Ayer ya se deslizaron algunos duros epítetos contra su persona, desde el tradicional “traidor” al infaltable pedido de expulsión del partido.

Esta es una guerra que empezará a dibujar un nuevo capítulo en la relación entre Manzur y Alperovich, tal vez el más dramático en el tramo electoral que se viene. La sociedad definitivamente se quebró.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios