Magnus Hirschfeld, un pionero
27 Enero 2019

En la historia de la lucha por los derechos de los homosexuales y de la comunidad LGBT, se impone la referencia al médico alemán Magnus Hirschfeld, hombre valiente y determinado, un verdadero adelantado a su tiempo.

Había nacido en 1868 en la ciudad prusiana de Kolberg –actual territorio polaco- en el seno de una familia judía conservadora. En 1892, tras obtener su doctorado en Medicina en Berlín, se mudó a París, donde trabajó un tiempo como periodista. Luego regresó a Alemania, para ejercer su profesión en la ciudad de Magdeburgo.

Dicen que mientras estudiaba medicina quedó impactado y enfurecido cuando, en una conferencia sobre “degeneración sexual”, el profesor disertante presentó, como si fuera un animal de laboratorio, a un hombre gay que había estado encerrado por este motivo en un asilo durante treinta años.

Otro evento habría de conmoverlo: un soldado acudió a verle una noche, profundamente perturbado por sus tendencias, rogándole que lo atendiera. Hirschfeld se resistió y le dijo que lo esperaba al día siguiente en su consultorio. Pero unas horas más tarde, el soldado se suicidó.

Un gran activista

En 1897 Hirschfeld fundó el “Comité científico humanitario”, destinado a promover la investigación y la educación sexual, a fin de desmantelar los prejuicios homofóbicos y redactar una petición racional para anular el artículo 175 del código penal alemán, que condenaba la homosexualidad. Consiguió reunir unas cinco mil firmas, donde figuraban muchos ciudadanos destacados, como Albert Einstein, Hermann Hesse, Thomas Mann, Rainer Maria Rilke, Stefan Zweig y Martin Buber. La petición se hizo en 1898, pero solo fue apoyada por la minoría del Partido Socialdemócrata de izquierda. Se presentaría nuevamente más de veinte años después, logrando ciertos progresos antes de la llegada de los nazis a

Su activismo

En 1908 publicó bajo su dirección la pionera “Revista de Sexología”, que contó con la colaboración de Freud. En 1919 fundó en Berlín el “Instituto para el estudio de la sexualidad”, el cual contenía una inmensa biblioteca, un “Museo del sexo” y ofrecía servicios educativos y consultas médicas. Organizó en 1921 el “Primer Congreso para la Reforma Sexual”, que derivaría en la formación de la “Liga Mundial por la Reforma Sexual”.

Su activismo lo expuso a serios riesgos. Cuando se presentaba a disertar en encuentros y reuniones, con frecuencia era atacado por grupos de nazis o religiosos homofóbicos. En una ocasión, acabó tirado en la calle con una fractura de cráneo.

Cuando Hitler tomó el poder, una de sus primeras acciones fue disolver el Instituto, saquear sus archivos y destruir la invaluable biblioteca en una gran hoguera (la quema de los libros de Hirschfeld aparece en casi todos los documentales sobre los nazis). De allí surgieron las famosas “listas rosadas” -clientes del Instituto- que fueron utilizadas por la Gestapo para identificar a los homosexuales. Así es como miles de hombres fueron arrestados y deportados a campos de concentración, para “cortar de raíz” la transmisión de este “vicio”.

Cuando ocurrió el ataque al Instituto, Hirschfeld estaba de viaje, en una gira por varios países para divulgar la sexología y sus innovadoras ideas. Al quedar denunciado públicamente como uno de los principales “criminales judíos” del país –una sentencia de muerte- decidió no regresar a Alemania. Falleció en el exilio en Niza el día que cumplía 67 años.

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