El muralismo urbano, una experiencia transformadora

El muralismo urbano, una experiencia transformadora

22 Enero 2019

Es una de las actividades artísticas más antiguas. Ya en la prehistoria, el ser humano sintió la necesidad de leer su realidad a través de dibujos y pinturas que, presentados en modo de secuencias, contaban escenas de su vida cotidiana o una historia. El muralismo, que durante mucho tiempo, se alojó en las iglesias, se volvió urbano. El México de la primera mitad del siglo XX se convirtió en ícono de esta expresión. Muros, parques y plazas de las ciudades son sus escenarios.

En los últimos lustros se han realizado algunas experiencias muralistas en San Miguel de Tucumán. La más reciente fue a fines de agosto pasado, cuando por iniciativa de la Municipalidad capitalina, en el Segundo Encuentro Internacional de Arte y Muralismo se efectuaron intervenciones en la plaza Alberdi en la que participaron 30 artistas, de la capital y de otras ciudades, además de un centenar de colaboradores. Se había realizado una labor similar en la plaza Miguel Lillo y en los pórticos de acceso a la ciudad en la avenida Roca y en la ruta N° 301. La técnica empleada fue el mosaiquismo que también se usó en 2016, en el parque Avellaneda. Ese mismo año se inauguró un mural junto a la parroquia San Gerardo, en avenida Alem y Lavalle. “Cada muralista tiene su estilo, pero con el mosaiquismo habrá representaciones realistas y simbólicas... somos un equipo de distintas ONG y ciudadanos que venimos trabajando en embellecer nuestra ciudad a través del arte y los murales”, dijo la artista Soledad Bestani en agosto pasado. En 2015, se habían pintado 10 murales en distintos puntos de la ciudad, entre ellos, la Maternidad, la Sala Cuna, la escuela de Comercio, en un paredón de la esquina de Jujuy y Bolívar, y el Hospital de Niños, este último a cargo del destacado artista Milo Lockett. La iniciativa fue impulsada por el Gobierno provincial, cuyo tema fue “Pensando el Tucumán del Bicentenario”.

En alguna otra oportunidad, señalamos que estas experiencias podrían ampliarse. Por ejemplo, se podría incentivar a los niños a que pintaran en las paredes de sus escuelas escenas de nuestra historia, previo estudio y debate en el aula, con el asesoramiento de artistas plásticos. El Ministerio de Educación podría firmar un convenio con la Facultad de Artes de la UNT para tal fin. Lo mismo podrían hacer las municipalidades para embellecer sectores de las ciudades que son usados para pegatinas o que tienen aspecto penoso por la suciedad.

La convocatoria a un nuevo encuentro de arte escultórico al aire libre podría ser el punto de partida para embellecer los 27.000 metros cuadrados del parque ubicado sobre avenida Roca, entre el 500 y el 700, donde se encuentra el edificio de la ex estación El Provincial, cuya inauguración ha sido anunciada para septiembre. Las obras que se esculpieran podrían quedar como patrimonio de ese nuevo paseo público. Las paredes del ex instituto El Buen Pastor, en Mendoza al 800, donde se está construyendo una semipeatonal y que está invadida por la pegatina proselitista, podrían ser intervenidas artísticamente.

“El mural es una herramienta transformadora para la sociedad en la que vivimos, con la que podemos hacer una sociedad mucho más inclusiva, dar a conocer nuestra cultura, denunciar lo que tanto molesta o simplemente alegrar el día a las personas”, dijo en una ocasión la artista tucumana Ana Singh.

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