De angelitos y diablitos

En las próximas horas el gobernador de la provincia comunicará a la Legislatura quién será propuesto para ocupar la quinta vocalía de la Corte Suprema de Justicia. Los aplazos del gran candidato. El adelanto pendiente.

Hasta anoche, el gobernador de la provincia seguía haciendo consultas. En su interior tiene un debate profundo. Juan Manzur, como todo político (especialmente su nuevo socio), se va haciendo esclavo de sus palabras. En ese discurrir pelean el angelito Juan y el diablito Manzur.

Alguna vez el gobernador dijo que quería que la generación de líderes y de figuras de su provincia y de su gestión debía surgir de los más probos. De aquellos que marcaran el camino, como lo hizo la generación del Centenario o aquella que dio a luz a la independencia de la Nación. “Con eso sueño”. “Eso quiero”. Expresó más de una vez.

Esas palabras, que seguramente debe haber proferido el angelito Juan, chocan violentamente con aquellas que aseguran que salieron de boca del mandatario provincial. Y que justifican algunas cuestiones que la mayoría de los tucumanos no inculca a sus hijos, seguramente. Hace pocos días el titular del Poder Ejecutivo reconoció que no se arrepentía de la designación del ministro de la Defensa. Ratificaba que haber nombrado a un experto en aplazos como Washington Navarro Dávila no había sido una equivocación. Por el contrario, sentía que había hecho lo correcto. En todo caso, si algo pudiera ser criticado, era más un problema de la Justicia que del Poder Ejecutivo. Sin dudas el tiempo y la experiencia podrían pesar más en la idoneidad de Navarro Dávila, pero la verdad es que la decisión fue absolutamente política. No se puso en tela de juicio su capacidad o sus méritos. Fue una resolución política y punto. Los soldados de Juan acataron la orden y la oposición, a sabiendas de su convivencia en acostumbrada minoría, no se rasgó mucho las vestiduras.

Por los valles andan deambulando los dos. El angelito Juan busca que el futuro vocal de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán sea alguien con pergaminos suficientes para que resulte muy difícil discutirlo. También cree que ayudará a consolidar ciertos debilitamientos institucionales de nuestra provincia. El diablito Manzur se ríe y no tiene dudas de que un miembro de la Corte es una persona política. En esta materia se toman decisiones sin importar mucho ni el qué dirán ni el qué pasará. Más aún después de los años K y de la gestión de José Alperovich, donde la prepotencia era tan fuerte o más que la ley. En esas circunstancias está mucho más justificada la búsqueda de alguien que comparta los intereses propios antes que el bien común.

La margarita

El viernes, antes de deambular por otros lares, Manzur seguía consultando. A su margarita le quedaban pocos pétalos. Sólo tres. Pero como en estos tiempos la cuestión de género tiene más peso, la magistrada Marcela Ruiz volvía a ser un pétalo yuxtapuesto a la flor. Los otros tres seguían siendo los mismos nombres que sus huestes le habían dejado sobre el escritorio para cuando volviera de vacaciones.

El angelito Juan sabe que esta designación es vital para el futuro del gobernador. Será trascendente. Mañana, cuando ya no esté, su nombre se recordará como si la designación de este vocal fuera una de las obras que suelen dejar los estadistas. El angelito tiene una carta en el bolsillo. El diablito Manzur la conoce, pero la subestima. Las veces que Alperovich ha nombrado en la Corte a alguien que antes estuvo en su equipo de gobierno no han servido como el ariete esperado. Un ejemplo: Antonio Estofán, que hasta él mismo se excusaba -antes de que otro lo hiciera-, porque su amistad y su vínculo con Alperovich eran imposibles de disimular. Ahí anda el diablito por las ventoleras vallistos buscando argumentos en el aire.

El gobernador ya no hace casi nada solo. El vicegobernador Osvaldo Jaldo ha sentido tanta desconfianza y se le han crispado tanto los nervios que terminó perdiendo el bigote ante la parsimonia de Manzur. Tal vez por eso ahora Manzur apura la decisión, conversa y escucha a su vicegobernador. Es, quizás, la palabra que oye más fuerte.

No hay que ser adivino para saber que para Jaldo el hombre ideal para la Corte sería alguien que ha sido de su absoluta confianza, como el actual fiscal de Estado, Daniel Leiva. Para el gobernador, este abogado ha sido un hombre que le ha dado respuestas y tranquilidad en momentos de tensión. Sin embargo, aun cuando no le importe, Manzur volvería a aplicar la doctrina Navarro Dávila. Así lo advirtieron ayer por las redes. El promedio con el cual egresó de la facultad de Derecho es 3,76, ya que tuvo 21 aplazos. Esto no es algo que le importe a la Legislatura, que tiene que dar el aval al pliego que mande el gobernador. Además sería una avanzada porque se trata de 10 aplazos menos que los que tenía el flamante ministro de la Defensa.

En contraste con los otros candidatos, tanto Federico Nazur como el magistrado Benjamín Moisá han tenido una elogiosa trayectoria en la vida universitaria.

Ninguna de estas cuestiones son óbice para juzgar la idoneidad de quienes están en la gatera para ocupar la poltrona que dejó vacante Antonio Gandur, quien partió para siempre de este mundo. Sin embargo, se trata de un tema que achica el traje que ya tendría comprado el fiscal de Estado.

Es curioso que este tema parezca no desvelar mucho a la oposición. El primero en marcar el camino fue el intendente Germán Alfaro, quien fijó tal posición que parecía que le hablaba al angelito Juan. Luego se sumaron algunas voces aisladas, como la de los legisladores Agustín Toscano y José María Canelada o la del diputado José Cano. El funcionario municipal José Luis Avignone alzó la voz y propuso a dos constitucionalistas. Pero nada fue hecho como una estructura compacta que estuviera defendiendo instituciones o marcando un concepto. Tampoco los partidos ni las instituciones intermedias se mostraron preocupadas por quién sería el quinto vocal. El oficialismo saca mucha ventaja cuando decide entrar al ruedo político.

Otra materia pendiente

No es la única decisión. Hay otra que esperan especialmente los dirigentes de la vida política. La definición de la fecha en la que se elegirán las autoridades de la provincia depende del Poder Ejecutivo tucumano. Con paciencia absoluta, el gobernador mira para otro lado cuando le consultan sobre el tema. Arguye que debe esperar la resolución de la Justicia. En su entorno y en el del partido Renovador de Sergio Massa, dicen que están estudiando un agregado al fallo que hicieron Horacio Ricardo Castellanos y Juan Ricardo Acosta. Ambos camaristas de la Sala I en lo Contencioso Administrativa dijeron que era inconstitucional que se ponga un límite de días para convocar a los comicios y por ello derogaron el inciso 6 del artículo 43 de la Constitución. Se olvidaron -como también los dirigentes del partido Renovador y sus amigos de otros agrupaciones- de que la Constitución tiene otro artículo que dice prácticamente lo mismo: el 100. La idea de anticipar las elecciones está instalada en la vida pública y por lo tanto cualquiera arguye que se debe pedir y ampliar el fallo anterior de Castellanos y Acosta. La Justicia no es tan simple y menos con una cuestión constitucional que exige fundamentos y argumentaciones que están bastante ausentes en el fallo. El artículo 100 no fue visto ni por los peticionantes ni por los magistrados; y ahora corregirlo en una aclaratoria, como señalan desde los ámbitos políticos, no será algo simple.

Los magistrados con más experiencia en Tribunales precisan que un recurso de aclaratoria funciona en aquellos casos en los que la sentencia deja algo oscuro, poco claro, pero no puede alterar la decisión de fondo. Fieles a los códigos, aquellos esgrimen que así lo dice el artículo 269 del Código Procesal: “a pedido de parte, formulado dentro de los tres días de la notificación y sin sustanciación, podrá corregir cualquier error material, aclarar algún concepto oscuro, sin alterar lo sustancial de la decisión y suplir cualquier omisión en que hubiera incurrido sobre algunas d ellas pretensiones deducidas y discutidas en el litigio. La resolución se dictará en el plazo de tres días. Los errores puramente numéricos podrán ser corregidos aún durante la ejecución de la sentencia”.

De nuevo, desde la oposición han reaccionado con vehemencia y enojo hacia los magistrados. Canelada así lo hizo y por ello lo están esperando con cierto recelo en la Cámara legislativa. Sin embargo, el resto de los partidos se siguen dejando llevar por los hechos que imponen las decisiones políticas, sin importar las vallas jurídicas. Salvo que compartan esas decisiones y por eso callan.

El juego más divertido

Manzur disfruta de los juegos políticos y aplaude las jugadas que hace su coequiper. Con entusiasmo, está atento a dos enemigos políticos: José Alperovich y Germán Alfaro. Esos parecen ser sus rivales. A ellos los mira. A la estructura y a las idas y vueltas de Cambiemos, en cambio, las ignora.

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