El cambio climático y la destrucción de la naturaleza

El cambio climático y la destrucción de la naturaleza

13 Enero 2019

Mark Twain (1835-1910), escritor estadounidense, dijo que el hombre es único animal que come sin tener hambre, bebe sin tener sed y habla sin tener nada que decir. Un poco antes, se atribuyó al pensador inglés Thomas Hobbes (1588-1679) haber afirmado que el hombre es un lobo para el hombre. Ambos acertaron en la descripción, que fue completada luego con la idea de que el ser humano es el único animal capaz de destruir el ambiente que lo rodea: no tiene ningún empacho en contaminar mares, devastar bosques, ensuciar el aire, como si los bienes del planeta fuesen eternos y de su propiedad.

En noviembre pasado, un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente advirtió en un informe que para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París era necesario que los países, como mínimo, triplicaran sus esfuerzos en la lucha contra el cambio climático. Indicó que aún era posible que se cumpliera el objetivo de limitar el calentamiento global al año 2100 a una media de dos grados centígrados. Pero si los países mantienen sus políticas medioambientales actuales, la temperatura global aumentará en unos 3,2 grados en comparación con la era preindustrial.

Un calentamiento global de 1,5 grados hasta finales de este siglo tendría consecuencias insoportables para la humanidad, como el deshielo de los casquetes polares, la subida del nivel del mar y condiciones meteorológicas extremas. Los autores del informe afirmaron que se debía actuar ya, y que los países del G20 no estaban en camino de cumplir sus objetivos fijados para 2030; solo Brasil, China y Japón se mantenían dentro del marco acordado. Aunque nuestro vecino sudamericano por las declaraciones de su flamante presidente, Jair Bolsonaro, admirador de su par Donald Trump, anunció su intención de anular el compromiso climático de su país.

En noviembre de 2017 el científico Stephen Hawking afirmó que nos hallábamos cerca del punto de inflexión a partir del cual el calentamiento global se vuelva irreversible. “Las acciones de Trump podrían hacer que la Tierra cruce ese umbral para convertirse en Venus, con una temperatura de 250º C y lluvias de ácido sulfúrico... Al negar la evidencia del cambio climático y retirarse del acuerdo de París, Donald Trump causará un daño ambiental evitable a nuestro hermoso planeta, poniendo en peligro la naturaleza, para nosotros y nuestros hijos”, manifestó.

Tucumán, por cierto, no es ajeno a esta grave problemática. Justamente una de las causas de las recientes inundaciones que dejaron sin casas y bienes a miles de tucumanos del sur provincial, es la deforestación. La tala de árboles en las cuencas superiores altera la marcha de los ríos, cuyas aguas se escurren a mayor volumen y a un ritmo más acelerado. También influye la falta de ordenamiento territorial. Durante mucho tiempo se extendió la frontera agrícola en áreas que no eran las adecuadas. Como consecuencia de las copiosas lluvias, los suelos quedaron saturados de agua y los caudales de los ríos aumentaron a niveles inesperados.

Según el Gobierno provincial, se registraron 450 personas afectadas por el temporal que el martes castigó poblaciones de los departamentos Cruz Alta y Burruyacu: Las Cejas, San José, Los Ralos, Garmendia, Pampa Pozo, La Florida y de El Lapachito. El comisionado rural de Garmendia afirmó que el gran problema era la tala indiscriminada. “Además hay finqueros que sacan el agua y la desvían a la ruta, eso desemboca en el pueblo de Garmendia y en Pampa Pozo”, sostuvo.

Hace un par de meses se pronosticó un verano seco, pero está sucediendo todo lo contrario. Si continúan las lluvias, se corre el peligro de que el sur tucumano vuelva a inundarse, como consecuencia de la ausencia de obras hidráulicas importantes, entre otras causas. La alteración del clima y la depredación sistemática del medio ambiente atentan contra la salud del planeta. Cuando la naturaleza reaccione con violencia no habrá dinero que puedan impedir los desastres que los científicos vienen vaticinando desde la década de 1990.

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