El mensaje que devuelve el sentido a la Navidad

El mensaje que devuelve el sentido a la Navidad

El poema de un tucumano, que pide que se vuelva al Niño Dios por encima de Santa Claus o Papá Noel, recorre el mundo.

“Yo quiero para mis nietos/

Navidades con el Niño/

Igual que aquellas que antaño/

nosotros también tuvimos.

Que no venga Santa Claus/

a reemplazar lo Divino/

Que llegue el Niño Jesús/

a nuestro Norte Argentino”.

Romance del Niño Dios. Fue lo primero que le brotó del corazón. Como un suspiro de tinta. Casi sin pedirle permiso a la razón. Eran las ocho de la noche del 24 del año pasado cuando Federico García Hamilton exhalaba esos versos. Sentado en la galería de su casa. Solo. La mesa estaba puesta, los cubiertos lucían en perfecto orden, los centros de mesas ya se enseñoreaban en su sitio... Y él acababa de escuchar a su mujer, una vez más, quejarse por el terreno ganado por Papá Noel o Santa Claus al genuino dueño de la fiesta, el Niño Dios.

“Que la fiesta no sea nuestra/

Que sea la fiesta del Niño/

Y que los chicos lo esperen/

cantándole villancicos.

Que los regalos no importen/

-o importen menos que el Niño/

Que los corazones se abran

Para poder recibirlo”.

“Comentábamos que cuando éramos chicos esperábamos la llegada del Niño Dios y no la de Santa Claus. Despertarnos para ver qué nos había traído era toda una emoción”, recuerda Federico, nacido en 1963. Por aquellos años, se acostumbraba a ir en familia a la misa del Gallo, a la medianoche. “Cuando nuestros hijos eran chicos ellos alcanzaron a vivir algo de esa tradición, hasta que llegó Santa Claus. Y a partir de ahí se fue perdiendo esa costumbre de tantos siglos, que llevó a Juan Alfonso Carrizo a meterse por los cerros para rescatar los villancicos y los cantares más antiguos. De golpe, la globalización - con sus ventajas y desventajas- arrasó con los regionalismos y trajo costumbres foráneas. Se va perdiendo el sentido espiritual de la Navidad, dando paso a una fiesta comercial”, se lamenta Federico.

Por eso Niño Jesús/

es que cantando te pido/

que llegues para reinar/

dentro de grandes y chicos.

Que la Nochebuena sea/

noche de amor compartido/

que todos los chicos vivan/

lo que nosotros vivimos.

Que al acostarse le dejen/

comida y agua pa’l Niño/

Y al amanecer descubran/

que la ha comido y bebido.

Y despierten a sus padres/

-profundamente dormidos-/

gritando: “¡Mamá, papá,/

el Niño Dios ha venido!”

Federico tomó un lápiz y un papel con urgencia y empezó a escribir lo que le nacía de forma espontánea. Sin corregir ni una letra. De corrido. Cierto es que el poeta ya tiene publicado su primer libro, “Sentires”, en 2017, y que en 2019 irá por la segunda edición. Pero esa noche algo le urgía comunicar lo que había escrito porque le parecía una pena que las nuevas generaciones se priven de vivir la magia de la Navidad desde su sentido más profundo. Ya venían los primeros invitados, y él puso el dedo en “enviar”. Ya no era suyo el poema. Era de todos.

“Tu Madre quería una casa/

para que allí nazcas, Niño./

Las puertas se le cerraban/

y así, siguieron camino.

Hasta dar con los pastores/

que le ofrecieron cobijo/

Por eso llegaste al mundo/

en un pesebre sencillo”.

Esa noche, el mensaje fue enviado por Whatsapp a un puñado de familiares y amigos. Al día siguiente, una chica de la ciudad de Córdoba, Carolina Pitt, a quien el autor no conocía, recibió el romance con su alma todavía en llamas por la Nochebuena. “Se ve que le tocó y también fue una inspiración para ella, porque lo ha musicalizado”, cuenta el poeta con indisimulable orgullo.

El Romance del Niño Dios fue encendiendo corazones a medida que pasaba de celular en celular. “Me lo han reenviado de México, de Europa y hasta me contaron que lo mandaron desde Ucrania”, cuenta maravillado. Desde hace un mes este romance norteño da vueltas por internet expresando el deseo de que el Niño Dios vuelva a ocupar su lugar en el pesebre familiar.

 “Como lección pa’ los hombres/

Tata Dios así lo quiso/

¡Qué pena que a tantos años/

todavía no la aprendimos!

Hoy que te cierran las almas/

te ofrezco la mía, Niño/

Como en Belén los pastores/

te abrieron su cobertizo.

Llenámela con tu amor/

haciendo en ella tu nido/

Y a todo el que lo precise/

Así, podré repartirlo”.

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