Frigerio, el “muñeco” Gallardo; Massa y Cano, opciones paralelas

Frigerio, el “muñeco” Gallardo; Massa y Cano, opciones paralelas

Hoy, Massa es a Cano lo que Alternativa Federal en el plano nacional es a Cambiemos en el ámbito provincial. El tigrense perdió en 2015, pero es quien mejor mide en el grupo del peronismo que se presenta como respetable; el radical también fue derrotado ese año, pero es el más conocido entre los que pueden competir por una candidatura local en la coalición opositora. Ambos sectores, casualmente, se mostraron en sendas “fotos de familia” en estos últimos días: los primeros para ratificar que se consolidan como una opción nacional seria frente a la grieta electoral Macri-Cristina; los segundos para demostrarles a los tucumanos que se esforzarán por ser una alternativa confiable frente a la fractura Manzur-Alperovich. Agrupaciones con similitudes internas frente a realidades políticas similares en los respectivos planos en los que se mueven.

Incluso, detrás del líder del Frente Renovador y del diputado nacional conviven dirigentes que pueden ser los “tapaditos” del futuro. No descartar por allá a Urtubey, a Pichetto, a Zamora o a Uñac, y por aquí no hay que hacer lo mismo con Prat Gay, Elías de Pérez, Beatriz Ávila o con el propio Alfaro; aunque este último tiene asegurada la postulación para ir por la reelección en la intendencia capitalina. Nadie lo discute hoy porque tiene la estructura, armado territorial y, además, porque puede contar con recursos. En el oficialismo, en tanto, por la municipalidad nadie picó en punta a lo Messi y tal parece que el contrincante del hombre de Villa Amalia tendrá que salir de una competencia interna en el PJ.

Algo más tienen en común estos armados políticos frente a las duplas adversarias: pueden tender puentes con uno de esos dos contrincantes que enfrentan para agigantar las chances de ganar en los comicios que se avecinan. Los “federales”, por ejemplo, no descartan el acompañamiento de algunos kirchneristas, aunque su dilema es qué hacer con Cristina y su complicado futuro judicial.

Los “cambieros” locales hasta podrían entablar “negociaciones” con el senador tucumano para alentar de alguna manera sus pretensiones de regresar al sillón que dejó en manos de Manzur y así dividir aún más el voto peronista provincial, que en las últimas elecciones obtuvo 500.000 votos en promedio. ¿Negociar con el enemigo? En política siempre se encuentran puntos de coincidencias. Nada es imposible ni se descarta cuando de poder se trata. De hecho, el enemigo común del macrismo y del alperovichismo es la dupla Manzur-Jaldo. El viernes, el senador minimizó a sus ex socios; los trató de “chicos nerviosos”.

Conjunto, no individualidades

En fin, en medio de referentes que tratan de apoderarse del discurso del otro, de ninguneos chicaneros y de encuestas interesadas para mostrar fortalezas propias y debilidades del enemigo; alumbró Cambiemos en su versión local. Su primer desafío es convencer al electorado de que están unidos en un propósito y, después, que son una opción con vocación de poder grupal y no un conjunto de individualidades que sólo aspiran a salvarse atendiendo sus “quintitas” de influencia. Todo un reto.

Es lo que parecieron comprender al exponer la “juntada” del miércoles: se retrataron cual equipo riverplatense -que se impone en la Libertadores cuando funciona en conjunto-, y con un conductor ahora visible: Frigerio. El ministro del Interior vendría a ser el “muñeco” Gallardo, el guía, y el que dirá quién será el capitán del equipo si los jugadores no logran ponerse de acuerdo sobre quién llevará la cinta para representarlos hasta febrero.

¿Por qué apareció Frigerio? Porque desde que Alperovich dijo públicamente que quiere volver a la Casa de Gobierno, el macrismo recalculó sus pretensiones en Tucumán. Una cosa es pelear contra el peronismo unido -que ganó las últimas cinco elecciones gubernamentales- y otra es enfrentar a un justicialismo teóricamente quebrado. El senador, así, se volvió funcional a sus intereses.

Uno de esos 12 de la fotografía reveló al respecto que “hasta hace dos meses Tucumán no aparecía en el radar de la Rosada”. Todo se modificó con la nostalgia de Alperovich y su anhelo de regresar al lugar que cree que le pertenece para hacer lo que no hizo en 12 años. Se entiende entonces por qué el PRO dijo presente por estos lares.

Frigerio será el ordenador de la campaña, el facilitador de los consensos, el encauzador de los rebeldes; en fin, el que los mantenga a raya. Para Cambiemos, la oportunidad de hacerse del sillón de Lucas Córdoba en 2019 se les presenta inmejorable; lo entendieron “los doce” al reunirse dejando atrás desinteligencias y diferencias personales, ya que -coincidieron- lo mejor que les pudo pasar en los últimos tiempos es encontrarse y coincidir en un mensaje de unidad.

Seguro, el ministro volverá a aparecer por estos lares para ver cómo se comporta su equipo, en el vestuario como en la cancha.

La pregunta surge inevitable: ¿cómo alumbrará el candidato a gobernador de ese espacio? Por consenso, por encuestas, por internas; y en ese orden. Ninguno cree que se llegue a la tercera etapa; estiman que agotarán todos los medios para que la sangre no llegue al río a través de un proceso electoral desgastante e innecesario. Se apuesta a que desde Buenos Aires no terminen digitando a los candidatos a la gobernación. Esa instancia implicaría que se fracasó en el propósito de la unidad y, más que nada, que no hubo gestos de desprendimientos generosos. Frigerio, detrás Macri, tendrá la última palabra; la que vendrá con un coscorrón si el equipo se convierte en un cabaret.

Por estos lares, Cambiemos tiene una oferta amplia y, según los votos obtenidos en los últimos tres comicios, tiene un piso de 300.000 sufragios. La matemática política-electoral sugiere que con un peronismo dividido y presentando una buena oferta tendría muchas chances de que alguno de los suyos salude desde los balcones de la Casa de Gobierno el 29 de octubre. Sólo tienen que tratar de polarizar con el oficialismo y dejar tranquilo a Alperovich para que él también les pelee y fatigue a sus ex amigos.

“Me dejaron solo, sólo con mi familia”, dijo sonriendo el ex gobernador el viernes en Canal 10. Cierto, desde el oficialismo lo están cercando, sacándole dirigentes que lo venían acompañando. Como él lo dijo, y todos lo saben, “billetera mata galán”. El decreto 41/1 del 29 de octubre de 2015 que lo designaba asesor del PE tuvo tres años exactos de vigencia, ya que cayó cuando dijo que enfrentaría al oficialismo por fuera del PJ. En el Boletín Oficial del miércoles se publicó la baja como asesor de gabinete de Claudio Morata, que apoyó públicamente al senador. Esa noche, el cesanteado asistió al acto de Daniel Toledo, en Yerba Buena. El jueves, dos concejales alperovichistas de Famaillá se pasaron al manzurismo. Mensajes claros y convincentes: están aquí o están allá. A definirse. Alperovich, según lo manifestó, no necesita de los dirigentes; confía en que una mayoría de tucumanos avalarán su vuelta. Pero la sangría no parece que se vaya a detener.

Estrategias para restarle al otro

Al margen, así como Cambiemos apuesta a que el senador dañe al oficialismo; también Alperovich hace lo propio: apuesta a que Bussi repita la performance de 2017 restándole adhesiones al Gobierno provincial y afectándolo electoralmente en su propio beneficio. El edil de Fuerza Republicana, por cierto, obtuvo 70.000 votos más de los 87.000 que reunió en las PASO. En el Gobierno afirmaron que hubo una mano extraña que “ayudó” al edil, aunque entendieron que también caló el tema de la inseguridad sobre el que se montó Bussi.

Precisamente, un muestreo que Alperovich difundió el viernes (CEOP) dice que la inseguridad lidera el ranking de preocupaciones. Ese mismo día, la Legislatura se aprobó un DNU del PE por la compra de armas israelíes para reforzar a la Policía. La inseguridad, como se ve, también estará en la agenda electoral; más allá del clamor ciudadano por una efectiva política de seguridad.

Sin embargo, también el oficialismo tiene su estrategia para horadar las pretensiones de Alperovich de convertirse en el representante de Cristina en Tucumán. El senador busca el voto “K” local. De hecho, hasta en las encuestas de Cambiemos la ex presidenta figura a la cabeza de las preferencias en Tucumán, con más de 40 puntos, por encima de Macri (30) y Massa (11). ¡Cómo no disputarse ese filón!

Manzur tiene entre sus huestes a varios referentes de Unidad Ciudadana. No dejará ese segmento del electorado solo en manos del senador; así debe entenderse su discurso diferente al del salteño Urtubey en cuanto a que sólo un peronismo unido, sin exclusiones, puede ganarle a Macri.

La pregunta que sigue hasta es obvia frente a tanta estrategia y especulación: ¿qué pasará en Tucumán si Cristina y Alternativa Federal llegan a algún tipo de acuerdo político que se refleje en lo electoral? Hasta aquí los ex tres socios se han proclamado ex amigos.

Un detalle: en Cambiemos temen que el PE adelante los comicios; algo que fue deslizado en la reunión de “los doce”. La inquietud surge de un planteo judicial del Frente Renovador tucumano que procura que la elección provincial se haga con antelación a las PASO del 11 de agosto, dada la proximidad de ambas votaciones. Los comicios provinciales serían el 25 de agosto.

¿Es posible? Primero, la Justicia debería darle la razón al amparo y luego el Gobierno allanarse y convocar. Desde el PE hay voces que niegan esa alternativa. Veamos: si la votación provincial se hace el 25 de agosto, el calendario electoral debería comenzar el 26 de febrero próximo con el cierre del registro de votantes, según lo estipula el artículo 25 del Código Electoral Nacional (los padrones deben estar cerrados 180 días antes de la elección).

O sea, si la Justicia fallara mañana (por ejemplo) los comicios podrían efectuarse en junio. Para que haya adelantamiento del llamado a las urnas debería fallar por lo menos antes del 26 de febrero. A ver qué ocurre con esto último, y con todo lo anterior. Si no sucede nada raro, en marzo estarán en la cancha los candidatos titulares.

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