Hipervacaciones con los chicos: ¿necesitan que les llenemos la agenda para que no se aburran?

Hipervacaciones con los chicos: ¿necesitan que les llenemos la agenda para que no se aburran?

El miedo a que los niños tengan demasiado tiempo libre es un mal que se agrava en vacaciones. Cada vez hay más cursos y talleres.

Hipervacaciones con los chicos: ¿necesitan que les llenemos la agenda para que no se aburran? AL SEGUNDO

“¿Ya anotaron a sus hijos en algún curso interesante para este verano?” La pregunta  que apareció en el chat de madres del colegio (¡estos grupos no descansan ni en vacaciones!) no sorprendió a nadie. Las respuestas fueron de las más variadas:

“Sí, descubrí un taller buenísimo de robótica para Fabricio. Es como un espacio de entrenamiento intensivo de ocho horas semanales donde aprenden también sobre impresión 3D y diseño de videojuegos”.

“Yo la anoté a Mica para que haga un taller de inglés musical y otro de teatro”.

“El mío ya empezó la colonia de vacaciones. Va todos los días, y así por suerte no se aburre en casa”.

“Todavía no decidí si mando a Violeta a una colonia. No quiero que pase todo el verano sin hacer nada”.

La conversación, extraída de un grupo de padres de niños que acaban de terminar cuatro grado es una muestra de cómo los veranos se han ido transformando en las últimas décadas. Hasta hace unos años las vacaciones de los chicos y adolescentes eran una época sin agenda  de actividades y con poca o nula supervisión adulta . Pero eso hoy está dando un giro de 180 grados.

“Las vacaciones de los niños han pasado de ser época de descanso, con pocos planes, muchas tardes libres, mucho juego, naturaleza y libre albedrío, a convertirse en un período hiperactivo. No sólo es una cuestión de la conciliación familiar (que es un factor muy relevante): la oferta que existe para que los niños no paren de hacer cosas en verano o invierno es cada vez mayor. Una oferta para niños y adolescentes cada vez más amplia, sofisticada y precoz. Parece que el “dolce far niente” está mal visto”, explica a LA GACETA la escritora Eva Millet, autora del libro “Hiperpaternidad”, en el cual analiza un nuevo modelo de crianza caracterizado por padres sobreprotectores que buscan tener hijos perfectos.

“El estilo de crianza “híper” considera que las infancias son casi campos de entrenamiento en los que hay que tener un niño hiperformado. En ese contexto, el verano se convierte en una prolongación de este training camp”, apunta la experta. Hay padres que incluso sienten que una tarde libre es una pérdida de tiempo.

Ya a nadie le sorprende esa cada vez más amplia y sofisticada oferta de cursos y capacitaciones de la que habla la autora. Desde talleres de humor gráfico hasta los de idiomas. Propuestas multimedia para perfeccionarse en computación, clases de baile, talleres de cuentacuentos, teatro, manualidades, pequeños artistas, psicomotricidad, periodismo para niños, artes circenses, cerámica para chicos, comedia musical, títeres, operador de PC, tarjetería española , robótica e impresión 3D entre otros.

Dilemas

Afuera hace mucho calor. Adentro, los chicos no se despegan de la tecnología. Y suelen repetir muchas veces la frase “me aburro”. Entonces,  es normal que a los padres les surja la duda:  ¿les busco una actividad? ¿está bien que los veranos sean planificados?

“Lo importante es encontrar la calma huyendo del modelo de hiperpadres que quieren formar hiperniños. Sería bueno reconectar con unos tiempos -no tan lejanos- en los que ir de vacaciones significaba desconectar, no seguir formando al hijo, dejar a los chicos más a su aire. Además, el verano sigue siendo una gran oportunidad para revincularse con los hijos y generar familia, y para ello tampoco son necesarias grandes cantidades de dinero, sino tiempo y voluntad”, sostiene Millet.  Curiosamente, acaba de ganar un premio por su primera novela infantil “La última sirena” en la que la protagonista es una hiperniña que  por circunstancias familiares se ve obligada a pasar un largo verano “desconectada”, con unos tíos a los que desconoce, en contacto con la naturaleza. Allí vivirá una aventura inesperaba.

El psicólogo Arturo Gómez López también sostiene que es necesario resignificar el sentido que muchos les damos a las vacaciones. “En la actualidad solemos idealizarlas; creemos que deben ser en lugares maravillosos, con buenos paisajes y hoteles all inclusive. Pareciera que es más importante el lugar que el descanso en sí, cuando en realidad podríamos ir a cualquier sitio con poco dinero y ganas de compartir, de lograr una buena cohesión familiar”, propone.

El experto aconseja a las familias que se desconecten, que aprendamos a disfrutar también del tiempo libre para “no hacer nada”. No obstante considera que el efecto más importante del período de descanso debe ser la relajación. “Hay personas muy estructuradas que no les gusta dejar tiempo sin planificar, ni siquiera en vacaciones y a veces es tanta la oferta de actividades posibles, y a las que accedemos con  nuestra tecnología, que se hace difícil no llenar espacios”, sostiene.

Para Gómez López las vacaciones deberían ser un momento de ocio y de descanso reparador  que contemple las dos posibilidades. Por un lado,  tener tiempo para uno mismo y otro para compartir en familia, reencontrarse y dialogar, algo cada vez más difícil en tiempos de muchas ocupaciones y aparatos tecnológicos.

“En el fondo lo que hay que  analizar es con qué intención los padres llenan la agenda de los chicos. Si es para que aprendan y no estén al vicio suena una intención loable. Pero no hay que olvidar que ellos también tienen el tiempo de la escuela para eso. Están los papás que le planifican todo a los hijos para tener ellos más tiempo libre o para asegurarse que estén controlados y no corran peligros. Lo más sensato en todo caso sería buscar un equilibrio: que no estén todo el día al vicio ni todo el día ocupados para que también le demos lugar a la posibilidad de que surjan actividades más espontáneas y creativas”, sugiere.

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