De adversarios elegidos y comicios anticipados

De adversarios elegidos y comicios anticipados

El oficialismo tucumano subió una marcha en la carrera hacia la reelección. Durante la semana que termina hizo explícito que no admitirá “medias tintas”: o se está con el proyecto Juan Manzur-Osvaldo Jaldo, o se está en su contra. Este endurecimiento es toda una novedad política para la gestión, que durante tres años se mostró dialoguista con el presidente Mauricio Macri y conviviente con el senador José Alperovich, al que designó asesor del Ejecutivo.

El ministro del Interior, Miguel Acevedo, ratificó el miércoles en la Casa de Gobierno lo que Manzur (como se avisó la semana pasada) les había expresado a los invitados durante una cena en su residencia: el ex gobernador, ahora, es un opositor más. “El senador pasa a ser alguien como lo fue en su momento (Domingo) Amaya o (Germán) Alfaro; o como lo es (José) Cano. No lo decimos desde el punto de vista personal, sino desde la convicción”, soltó el funcionario, al que históricamente el alperovichismo contó como “propio” en el Gabinete. Ese día, el gobernador se había reunido en el palacio con siete de los 10 concejales de esa ciudad. Les manifestó que el hecho de que el intendente Sergio Benegas apoye la postulación de Alperovich era considerado por él como una traición.

Antes, el vicegobernador había ido a Alderetes a gritarle eso mismo al jefe municipal. Y varias otras cosas peores. “(Les digo a) aquellos que hoy son oficialistas en Alderetes, que tienen una responsabilidad institucional de gobernar la ciudad, que si no fuese por los recursos que les manda Manzur no podrían ni siquiera abrir las puertas de la Municipalidad”, fue la amenaza de Jaldo. Luego de machacar con que no se le permitirá a nadie “jugar a dos puntas”, le soltó una “fatwa” a Benegas: “voy a trabajar hasta que Aldo Salomón sea intendente de Alderetes”.

Entre el gobernador que se siente traicionado y el vicegobernador que sentencia que los recursos públicos que recibe la Municipalidad son los que envía el mandatario, el justicialismo tucumano retorna al territorio político que no reconoce fronteras entre partido y Estado. Apoyar la reelección es un asunto institucional. Y aunque la artillería del poder político se ha centrado en Alderetes, el mensaje es para los otros 14 intendentes peronistas (y su corte de concejales y delegados comunales). Es toda una pedagogía que ahorra recursos: la pública marcación política de uno es suficiente lección para todos. Toda una economía de poder.

El adversario

Manzur fue más allá de la interna esta semana. Concretamente, “eligió” públicamente a su adversario: Germán Alfaro. El mandatario disparó a discreción contra el intendente, al que identificó como el único que nunca estuvo dispuesto a colaborar con la Provincia para brindar soluciones a los vecinos con el deficiente servicio de agua y cloacas que presta la SAT. Es decir, lo acusó de estar dispuesto a que, por razones políticas, los capitalinos no vivan mejor.

Alfaro también contestó impiadosamente. Respondió que el mandatario había confesado su incapacidad para gobernar porque ni siquiera podía garantizar un servicio básico por el que, además, los ciudadanos ya pagan. Y se preguntó si Manzur también iba a acudir a los intendentes para que ellos den soluciones a la inseguridad. Un drama incontenible que asola a los pobres, pero cuya cronicidad ha permeado en el resto de las clases sociales, empresarios e industriales incluidos, como surgió la semana pasada en la cena de la Fundación del Tucumán.

El enfrentamiento es, en materia de magnitudes, coherente. Por población, Alfaro administra un distrito equivalente a una provincia chica. Pero lo que Manzur hace, también, es disparar contra el único referente opositor que lidera un espacio ordenado. El jefe municipal integra Cambiemos no por absorción, sino como socio desde el Partido de la Justicia Social. La “pata nacional” tiene como diputada a su esposa, Beatriz Ávila, una dirigente con suficientes pliegos para ser postulada, ante una “eventualidad”, como sucesora en la intendencia. La “pata provincial” es un entretejido de partidos. La síntesis fue la inauguración de la sede de Nueva Fuerza, del legislador Claudio Viña, a la que el peronista acudió junto con el radical Federico Romano Norri, titular de la convención provincial de la UCR y a cargo de la Junta de Gobierno de mandatos vencidos ante la incapacidad de los “correligionarios” para celebrar una interna.

Dicho de otro modo: con el radicalismo infartado y el PRO intervenido, Manzur no tiene muchas más opciones para escoger adversario. Eso, sumado al hecho de que la histórica distancia que han mantenido uno y otro alimentan las sospechas de diferencias “personales”.

La situación reposiciona sin escalas a Alfaro. Esa es la “bomba de fragmentación” que activa Manzur. Léase: el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, postuló para la fórmula de 2019 de Cambiemos a la senadora Silvia Elías de Pérez y al diputado José Cano, o viceversa. ¿Cómo desplazar ahora al alfarismo, en la figura del intendente o la diputada, de ese binomio? ¿Cómo prescindir de un espacio con votos y con estructura? ¿Y si opera la “eventualidad” de que Alfaro deba ser quien lidere la fórmula? ¿Cómo equilibrar los intereses entre los socios que desde 2015 no armoniza nada? ¿Cómo se acomodan Elías de Pérez (cada vez más gravitante), Cano (cada vez que dice “en esta yo no juego” se calza los botines) y Alfaro (cada vez más el único opositor capaz de estructurar un espacio que compita por sí solo)?

La alquimia

Mientras la oposición se pierde en sus laberintos, el oficialismo ha hecho esta semana mucho más que ajustar cuentas públicamente con su interna. Hay usinas “extra-gubernamentales” del justicialismo que están enfrascadas en estudiar un escenario que dejaría a la intemperie a media dirigencia provincial: adelantar las elecciones provinciales de 2019.

La “tesis” se activó porque cinco distritos ya hicieron lo propio: Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, Neuquén y La Pampa. Y ahora lo evalúa Buenos Aires. A macristas y massistas no les desagrada desdoblar los comicios provinciales de los nacionales para conjurar que los intendentes del conurbano, eventualmente, se escondan bajo la sábana de Cristina Fernández de Kirchner.

Precisamente, los massistas acaban de pedirle a la Justicia local que declare inconstitucional la norma de la Carta Magna (inciso 6° del artículo 43) que determina que los comicios deben realizarse dos meses antes de la caducidad de los mandatos provinciales. Como el gobernador asume el 29 de octubre, hay que votarlo el último domingo de agosto. A la vez, la Ley Nacional 26.571 fija que las PASO deben realizarse el segundo domingo de ese mes. El Frente Renovador alega, entonces, que existe una “simultaneidad” electoral y pide “desdoblarla”.

El planteo judicial no habla de anticipar los comicios, ciertamente, porque no hace falta: si en octubre asumen las nuevas autoridades, la elección no puede posponerse. Entonces, necesariamente, habría que votar antes. Casualmente, con ese escenario especulan algunos operadores satelitales de la Casa de Gobierno. La idea, hasta la semana pasada, no terminaba de arraigar en las altas cumbres del poder político. Pero, está visto, esta semana no sólo ha sido una semana distinta: está inaugurando un escenario diferente desde el oficialismo.

Huelga decirlo, apurar los comicios en virtud de una sentencia es un escenario sin desgaste político, pero no es la única opción. El mismo artículo 43° de la Constitución local permite unificar comicios provinciales con nacionales. De modo que si la Nación llamara a votar antes de agosto, Tucumán podría anticipar sus comicios sin inconvenientes. Ese escenario podría haberse dado, por caso, en 2003, cuando las presidenciales se celebraron el 27 de abril. Coincidentemente, ese mes (acaso por nostalgia kirchnerista) mencionan en las usinas. Y si se adelantaran los comicios para entonces, la convocatoria (constitucionalmente, no puede hacerse pública con menos de 60 días de anticipación) debería difundirse en febrero. O sea, mañana a la tarde. Mientras tanto, los radicales juegan a quién es el más bonito en el espejo de las encuestas de las vanidades. El PRO profundiza su vocación de ser electoralmente marginal en Tucumán. FR sigue sin desperezarse. Y Alperovich está de vacaciones.

Restan dos noticias respecto de esta alquimia con que experimentan cerca del oficialismo, en nombre de que el manzurismo debe aprovechar el envión de este año sin complicaciones antes que aventurarse hacia el final del año próximo, que se avizora complicado. La primera es que el Poder Ejecutivo no está convencido de anticipar los comicios. La segunda es que muchos dirigentes opositores están esperando todavía las Fiestas de Fin de Año, cuando el 2019, en términos políticos, hace rato que empezó.

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