Estudiantes del interior gastan más de $ 3.000 por mes en transporte para venir a clases a la capital

Unos 16.000 alumnos de la UNT son del interior. Algunos de ellos deben viajar todos los días o sostener una segunda vivienda en San Miguel. Videos.

Los jueves son los más agotadores para Cynthia “Vicky” Lazarte. Días como este pasa 12 horas en la facultad. Ella, estudiante de Ciencias de la Educación, es una de los 16.000 jóvenes del interior de la provincia que siguen una carrera en la Universidad Nacional de Tucumán (de un total de 67.000 alumnos registrados en 2017). Debe despertarse a las 5 de la mañana para llegar a clases a las 8.30, después de recorrer los 80 kilómetros que separan su casa en Aguilares de la Facultad de Filosofía y Letras. Y tras finalizar la última clase, a las 20.30, tomará nuevamente el colectivo para llegar a las 23 a su casa y ver a su hijo.

En la provincia con la Universidad más importante de la región, los directores de la Juventud de los distintos municipios identificaron un problema al que llamaron “centralismo educativo”: la concentración de la oferta académica superior en San Miguel de Tucumán. Este concepto surgió en una reunión organizada por la Fundación Tucumán Propone (ver nota aparte). Genera que algunos estudiantes deban realizar una considerable inversión en gastos de transporte -más de $ 3.000 al mes, en el caso de un estudiante de Aguilares-. Otros optan por mudarse a la capital en la que se encuentran las 13 facultades de la UNT. Pero hay jóvenes que se quedaron sin estudiar una carrera universitaria por culpa de la distancia que los separa de las sedes, según diferentes alumnos.

EN LA UNT. Cynthia “Vicky” Lazarte es estudiante viaja desde Aguilares para cursar Ciencias de la Educación. LG PLAY.- EN LA UNT. Cynthia “Vicky” Lazarte es estudiante viaja desde Aguilares para cursar Ciencias de la Educación. LG PLAY.-

Con apoyo de su familia

Algunos de los alumnos que vienen del interior de la provincia se consideran afortunados. Agradecen a su familia el apoyo económico que les permite cursar una carrera. Este es el caso de Leila Maza, quien terminó el secundario en San Pedro y hoy se encuentra cursando el cuarto año de Odontología. Sus padres vendieron el vehículo que usaban para ir al trabajo y con ese dinero compraron un departamento en San Miguel de Tucumán. Ahí viven Leila y dos de sus hermanos, también estudiantes.

Eliana Alarcón, oriunda de Simoca y estudiante de Ciencias de la Educación, coincide en que es determinante la ayuda de sus parientes. Ella vive en un departamento de la capital y sabe que sostener una segunda vivienda no es fácil. “En mi caso y en el de muchos, son personas que lo pueden hacer. Gran parte de su sueldo (de su papá) era dedicado a que yo pueda estudiar acá”, afirma. Pero recuerda jóvenes que abandonaron los estudios por las complicaciones que generaba la distancia. “Un amigo (de Simoca) estudiaba Psicología y tuvo que dejar porque no podía cubrir sus gastos”, comenta.

Sueños frustrados

Para Jonathan Robledo, estudiante avanzado en Ciencias Exactas, las dificultades de cursar para quienes vienen del interior de la provincia son de diversa naturaleza. Él y otros estudiantes contaron a LA GACETA que el desarraigo es uno de los principales obstáculos. “Uno a veces está solo y no ve mucho a la familia”, recuerda. Ahora que está en la etapa final de su carrera volvió a vivir a Trancas.

Y agrega un ejemplo que representa otra de las aristas del problema: los jóvenes que deben definir su actividad en base a lo que tienen cerca. En una entrevista con LA GACETA, autoridades de la UNT explicaron que hay algunas opciones académicas puntuales en ciertas localidades (ver destacado). Pero no son suficientes. Por ejemplo, muchos de los jóvenes de Trancas optaron por estudiar terciarios para maestros o para enfermeros en base a que son las dos opciones académicas que encuentran en su ciudad.

Vicky explica que en Aguilares también pasan esas cosas. “En el sur la mayoría de la gente ejerce la docencia porque no le queda otra, porque no hay otras ofertas”, afirma. Ella misma, la primera de su familia en ir a la universidad, no imaginaba poder cursar una carrera de grado cuando terminó el secundario. Primero estudió para maestra escolar en un Instituto de Enseñanza Superior estatal cerca de su casa. Luego decidió enfrentar la distancia e ir en busca de un título de grado.

Ahora cuenta que se esmera para que su hijo pueda estudiar lo que él decida. “No quiero que le pase lo mismo que a mí cuando egresé, y como le pasó a muchos de mis compañeros, que tenían el sueño de estudiar una carrera y que se frustraron”, dijo Vicky en el patio de Filosofía y Letras.

Hace una semana, cerca de las 21, “Vicky” estaba por emprender el regreso a casa. “Quiero llegar a mi casa y verlo, compartir con él, estar con él”, dijo momentos antes de subir al colectivo. Hoy es jueves, le toca otra vez su jornada más agotadora. Seguramente, cerca de las 21 y después de 12 horas en la facultad, estará subiendo al colectivo para volver a casa con su hijo.

> La UNT en el interior
La oferta académica en algunas localidades

La secretaria académica de la UNT, Carolina Abdala, informó cuáles son las opciones de educación superior que esa unidad académica brinda en el interior provincial. En Bella Vista y en Famaillá se puede estudiar Enfermería. En la primera localidad hay 29 alumnos y en la segunda 20. En Monteros, 547 alumnos estudian Kinesiología.

Por último, en Aguilares se dicta la Licenciatura en Artes Visuales, una carrera que este año cuenta con 111 alumnos. En ese municipio también se pudo estudiar por cohorte la Tecnicatura Universitaria en Tecnología Azucarera e Industrias derivadas, que llegó a tener alrededor de 100 inscriptos. Abdala detalló que se ha pedido autorización para dictarla nuevamente. Otras opciones que el Estado brinda a los jóvenes de diversas localidades del interior se encuentran en los Institutos de Enseñanza Superior, que ofrecen diplomados en diversos rubros tales como la docencia.

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