Cartas de lectores

PEDIDOS DE UN TAXISTA

A través de esta Sección de LA GACETA, me dirijo al señor intendente, Germán Alfaro, para explicarle que el trabajo del taxista es muy complicado en todos sus parámetros. Desde el aumento de la tarifa, la gente sube muy poco; y, para peor, nos aumentaron sorpresivamente más de un 25% el GNC. A esto le sumamos los cánones, seguro, VTV (verificación técnica vehicular), etcétera. Y lo peor son los constantes “asaltos” que sufrimos, a diario, en diferentes esquinas protagonizados por grúas y personal de tránsito, refrendados por policías de la provincia, que con su amable proceder nos conducen al “purgatorio” del pasaje Celedonio Gutiérrez al 600. El acuciante problema es la falta de paradas en el micro y macro centro, en la plaza Independencia, hospitales, sanatorios, bancos y centros de pagos. Al final, nos corren de todos lados. Encima, nuestro gremio, el de Peones de Taxis, no tiene representatividad alguna, pero sí el otro gremio que cuenta con todo el peso de los propietarios y titulares de licencias. Todo está al revés: en vez de amedrentarnos como en una cacería de brujas, deberían tomar medidas con la cantidad de autos truchos que circulan y las licencias de otras jurisdicciones que tienen carta blanca en varios barrios de nuestra Capital y zonas aledañas. Ellos trabajan a rajatabla y ni los tocan. La ley tiene que ser pareja para todos. Para eso se creó el Sutrapa. Exigimos mejor trato y organización.

Daniel Francisco Leccese

TORMENTAS EN EL SUR

Desde hace un buen tiempo venimos gritando a viva voz: “Hagan algo por los vecinos del sur de la provincia que se viven inundando”. Por pedir esto y otras cosas, nos pusieron en la vereda del frente y somos para muchos los “ambientalistas negativos”, que sólo criticamos y no aportamos soluciones. Entonces, nosotros decimos: ¿qué solución podemos dar, si las autoridades, tanto del Gobierno anterior como el de este, nos da la espalda? Claro, para que te acepten debes decir las cosas como ellos desean escucharlas, sin críticas, palabras con alfombras rojas, mientras que la gente sigue caminando en el barro. Ahora bien, a ¿qué se debe respecto del tema de las inundaciones? Leemos en los foros de las noticias siempre lo mismo, que por culpa de no saber votar bien se inundan, y esa no es la causa. Ni Osvaldo Jaldo, ni Juan Manzur, ni José Cano bailan la “danza de la lluvia” para que se inunde la gente. Es que el cambio climático ya entró para no volver a irse, y con el condimento de que en el sur se sigue depredando a dos manos el pie de monte, y muchos depredadores se escudan en la política, mientras camiones cargados con troncos salen a la ruta. Todos los funcionarios miran al costado, entonces las culpas ahí sí son compartidas por acción u omisión. La verdad es que los políticos no hacen llover, sencillamente no le dan una solución definitiva al tema. ¿Por qué? ¿No les interesa? ¿Acaso los inundados de siempre no votan? ¿O el voto de ellos vale menos? Nada que ver, el voto es el mismo. Me enferma leer el tema del voto, que se inundan por votarlo a tal o a cual. Ya hay que terminar con eso, ¿todos los políticos mienten, o es alguna novedad? ¿La clase política goza de buena salud? Creo que no, porque la imagen del político está devaluada. Como ciudadanos debemos comenzar a ver desde otra óptica, exigir, peticionar y no ser solamente meros defensores de los derechos humanos a través de las redes sociales, o frente a un televisor con un control remoto en la mano. Hay que dejar de endiosar a seres humanos comunes y corrientes. El político, le guste o no, es un servidor público. Cuando se afanen en trabajar en una verdadera “decisión política ambiental”, de la misma manera que se aferran a la famosa “reforma política”, y cuando nosotros como pueblo pongamos las cosas en su lugar, entonces, recién, quizás, haya otros vientos. Párrafo aparte para la Intendencia de Tafí Viejo, por el premio por el cuidado del medio ambiente. Es un paso, guste o no.

Pedro Martínez

AFRENTAS A LAS INSTITUCIONES

En los últimos días se produjeron dos hechos que resultaron en episodios contrarios al Poder Judicial y al Poder Legislativo, puntales de la República. En el primero, el juez de Garantías, Luis Carzoglio, del Polo Judicial de Avellaneda, dispuso prohibir por 180 días que todos los medios periodísticos (diarios, radios o TV) mencionen o muestren de cualquier forma el nombre o la imagen de Roberto Petrov, incurso prima facie en diversos delitos bajo su juzgamiento. El juez Carzoglio dio esa orden ignorando la Constitución nacional que juró respetar, dado que los artículos 14 y 32 amparan la libertad de expresión y garantizan el ejercicio democrático de ésta en un Estado de Derecho (ver Sentencias de la CSJN). Además, vulneró el artículo 13 de la Convención Americana sobre DDHH, con rango constitucional. El juez Carzoglio debería renunciar o ser sometido a juicio político y destituido. El otro suceso es reiterativo por parte de un legislador llamado Leopoldo Moreau, que desde hace años arrojó su civilidad y moral al barro inmundo de la mala política, tranformándose en un ser prepotente y mendaz. Fue tomando fuerzas en el caso Nisman y en el tratamiento del Memorándum con Irán en el año 2015. En octubre de 2017, apoyó un pedido de resolución contra la presencia en la Argentina del premier israelí Netanyahu, pidiendo su salida del país, la devolución a los palestinos de los territorios ocupados y contra la existencia del Estado de Israel. En diciembre de 2017, durante la sesión en el Congreso de tratamiento de la Ley Jubilatoria, trató de suspender el debate, salió y entró al recinto, habló y enardeció a la oposición, provocó un escándalo y atacó al presidente de la Cámara, Emilio Monzó aunque no logró su objetivo. Lo mismo hizo hace unos días con la Ley de Presupuesto: se ausentó de su banca y al regresar levantó a la oposición con una foto falsa afirmando que la represión provocó la pérdida de la vista a un manifestante. Esto derivó en un escándalo. Muertas están las ideas y la decencia. Hay una frase del español Antonio Forges, adaptada del Mahatma Ghandi, que dice: “La violencia es miedo a las ideas de los demás y poca fe en las propias”.

Jorge Rubnicius

LA TRAMPA DEL PRÉSTAMO

Un matrimonio toma un crédito para comprar un auto, construir su casa o ampliarla (cuando la familia crece); hay quienes lo hacen para invertir en ladrillos o en su profesión. En definitiva, las personas responsables (como les gusta decir a los “mecenas de la meritocracia”) se endeudan pensando en mejorar su presente y, medianamente, planificar su futuro. De igual modo, cuando al Gobierno de un país llega gente que piensa en la Patria y los intereses del Pueblo, toma Créditos para mejorar infraestructura, ejecutar planes de viviendas para los trabajadores (ocupados y desocupados); construir hospitales; escuelas; apostar a la ciencia y tecnología; etcétera. Los créditos que consiga un Gobierno deben servir para planificar el futuro, sin complicar el presente de sus ciudadanos. Pero cuando al Gobierno llega con gente que solo defienden intereses propios y los de un pequeño sector de la sociedad, primero convencen al pueblo de que tomar deuda es integrarse al Mundo, y que si éste te presta dinero, es porque creé en “nosotros”. Ese “nosotros” es vital, porque te trabaja psicológicamente, para decirte “sos cómplice”. Y toman una primera etapa de deuda. Y comienza la fuga diaria de esos dólares prestados. Ahora sos cómplice y un ciudadano informado, porque el Gobierno “te va con la verdad, sin atajos, ni magia”. Y caíste en la trampa, porque vienen ajustes tras ajustes. Pero ya no es suficiente con culpar al anterior Gobierno: las culpas -según los mecenas de la meritocracia- son más o menos de unos 70 años atrás (no es un número lanzado al azar, la oligarquía no comete esos errores), y esos 70 años quedan más cerca del surgimiento de Juan Domingo Perón, que del golpe contra Hipólito Yrigoyen. De por vida, el pueblo trabajará para pagar solamente los intereses de la deuda. Caíste en la trampa, 51%. El problema es que las consecuencias las pagamos también los de la vereda del 49%.

Javier Guardia Bosñak

ESCARMIENTO A LA NAFTA

Se anuncia que los combustibles tendrán un incremento del 5,5% este sábado. Con éste ya van 11 modificaciones de precios en cuatro meses, mientras el dólar y el petróleo están en baja. Para mal de los argentinos, no sólo encarece el transporte sino también productos y servicios. En nuestro país, la nafta es un disparador en los precios de alimentos y medicamentos, algo que golpea a todas las clases sociales, salvo a los más pudientes que, a pesar de sentir el impacto, igual pueden acceder. Nunca los argentinos fuimos capaces, como sociedad, de frenar estos abusos. Las estaciones de servicios son el móvil comunicador hacia las petroleras, que se animan a tomar estas decisiones porque los ciudadanos no paran de consumir. Un día sin cargar combustible genera una depresión millonaria para las petroleras; quizás, perdiendo, entiendan que la gente no da más. Gobiernos, partidos políticos y organizaciones sociales deberían, alguna vez, instar un paro de combustibles para que los millonarios del petróleo entiendan el daño que causan a todo un país.

Williams Fanlo

NUESTRO PODER JUDICIAL

Los tucumanos no podemos menos que sorprendernos ante la dudosa idoneidad de los funcionarios judiciales que fueron nombrados últimamente. LA GACETA nos cuenta, primero, acerca de Washington Navarro Dávila, quien fue nombrado Ministro de la Defensa. Once años le tomó a Navarro Dávila recibirse de abogado, cosechó 30 aplazos y se recibió con un promedio igual de cuatro puntos. Es importante aclarar, para quienes lo desconocen, que para calcular el promedio general de la carrera sólo se computan las notas finales con las que se aprobaron las materias, no los aplazos. Si se los computara, Navarro Dávila tendría una nota inferior a cuatro, es decir, promedio “aplazo”. El segundo caso es el de Walter Emilio Ojeda Ávila, nombrado vocal subrogante de la Cámara de Apelaciones en lo Penal, quien presenta un currículum con un certificado en el que la Facultad de Derecho le da una constancia de “Estudiante Destacado”, pero en su certificado analítico figuran 19 aplazos y su promedio es de 4,50 puntos. Ante la contradicción flagrante, se excusa diciendo que era un viejo currículum y que no tuvo tiempo de actualizarlo. Conclusión: era un currículum “mentiroso”. ¿Ante quién lo habrá presentado? Generalmente, por lo menos en el ámbito académico, cuando uno presenta un currículum para un concurso éste tiene valor de declaración jurada. ¿No es así en el ámbito judicial? ¿Ojeda Dávila va a ser vocal de la Cámara de Apelaciones en lo Penal? Espero que el próximo funcionario que se nombre, no tenga en su currículum un certificado de “Mejor Compañero” otorgado en 5º grado de la escuela primaria. A éstas alturas, no me sorprendería

Jovita Novillo

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