Guerra de clanes: “esto no es una zona roja, es una zona incendiada”

Guerra de clanes: “esto no es una zona roja, es una zona incendiada”

Los médicos del CAPS San Rafael vivieron momentos de extrema tensión cuando tuvieron que contener a los familiares de las víctimas.

CUSTODIA. Una guardia de infantería se instaló en la puerta del CAPS San Rafael para evitar incidentes.  CUSTODIA. Una guardia de infantería se instaló en la puerta del CAPS San Rafael para evitar incidentes.

En el barrio Echeverría los vecinos aseguran que viven aterrados desde que se desató la “guerra de clanes” que desde hace dos semanas riega de sangre y muerte las calles de la populosa barriada ubicada en la zona norte de la capital. Ayer, en apenas siete horas, se registraron dos crímenes. Patricio Nieva y Kevin Ismael Figueroa fueron asesinados a tiros en diferentes hechos ocurridos a pocas cuadras de distancia.

Nieva, de 21 años, fue ultimado de dos tiros, cerca de las 4.30, frente a su casa de Emilio Castelar y Castelli. A las 11.30, Figueroa, de 15, fue ultimado de tres tiros por un sujeto que entró a su casa de Emilio Castelar al 2.600 y lo acribilló mientras dormía, según contaron sus familiares.

Las muertes estarían vinculadas al enfrentamiento entre dos grupos: los Santos y La Banda de la Emilio Castelar contra los Araña. Los familiares negaron que las víctimas fueran miembros de estos grupos criminales que se disputan ese territorio. De todos modos, en ambos bandos prometieron venganza: “Si la Policía no atrapa a los asesinos, nosotros vamos a hacer justicia”.

En ambos casos, los momentos de mayor tensión se vivieron cuando los familiares de las víctimas trasladaron los cuerpos hasta el CAPS San Rafael. El centro médico de emergencias está ubicado en Sargento Cabral, a una cuadra de los escenarios de ambos hechos.

Terror en el Caps

“Esto es un caos, es una zona muy peligrosa. Aquí no estamos al rojo vivo, esto ya se convirtió en una zona incendiada. Hoy (por ayer) fue terrible; hubo dos crímenes. La droga y la delincuencia manejan todo. Estamos expuestos a que nos pase cualquier cosa”, expresó Luis Zóttoli, el médico que ayer estuvo a cargo de la Guardia del CAPS San Rafael. En el centro médico hay custodia privada que se divide en dos turnos. También hay policías. De día hay dos guardias privados y un uniformado. Y por la noche, dos policías y un custodio privado.

“La gente llega muy convulsionada y reacciona mal. Se manejan con mucha violencia. Todos los que trabajamos aquí sentimos que corremos riesgo constantemente”, agregó.

Cuando llegaron los familiares con los heridos, el personal de seguridad tuvo que tomar medidas extremas. Decidieron que todos los empleados se encerraran en el fondo. Recién entonces les abrieron la puerta para que ingresaran a las víctimas.

Gonzalo Véliz es empleado de la empresa de seguridad privada a cargo de la vigilancia en el centro médico. “Cuando ocurre un hecho así todos te quieren pasar por delante. Es de terror. Hoy (por ayer) llegaron cargando a los muertos y querían tirar abajo la puerta”, señaló.

“El personal tuvo que esconderse en el fondo y recién entonces les abrí la puerta. Sinceramente no se puede seguir así. Vivimos con miedo porque es una zona peligrosa. De día es complicado andar y de noche, todavía es peor. Por supuesto que entiendo a desesperación de la familia”, agregó.

Drogas y violencia

Los vecinos consultados por LA GACETA vincularon la escalada de violencia con el consumo generalizado de pasta base (paco) entre los jóvenes y la proliferación de los quioscos donde adquieren esa sustancia.

“Es verdad que los Araña manejan la droga. Esto no es vida. Hay un enfrentamiento que es por la droga. Se pelan ente ellos. Hasta se roban las zapatillas”, indicó Johana Alonso, una vecina.

Maira Luna, otra residente, agregó: “los vecinos no queremos salir a la calle. Tiene que haber más policías, roban y matan a cualquier hora. Los ves que van varios en muchas motos”.

“Que empiecen a sacar a los transas. En cada esquina venden droga. Muchas familias tienen este problema, pero no dicen nada porque les tienen miedo a los transas, aquí hay mucha gente que no habla porque está amenazada”, expresó Adrián Rojas.

“Todos los días pasan cosas pero nadie hace nada. Andan con un fierro en la cintura cualquier hora y te asaltan sin dudarlo; si tenés suerte, te salvás de que te maten”, pidió Mariela, una comerciante.

“Los vecinos están cansados y hacen justicia por mano propia pero eso no es una solución porque después viene la venganza y hay más muertos. Es un problema que no se termina”, opinó Raúl, un vendedor ambulante.

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