El huracán “Donald”

El huracán “Donald”

Por Carlos Duguech, columnista invitado.

22 Octubre 2018

La mayor parte de los huracanes que azotan la costa sureste de los Estados Unidos lleva nombre de mujer. Cuando Donald Trump, el multimillonario, incursiona en la cúspide de la política sin antes haber sido siquiera alcalde de una ciudad, generó estupor. Luego se promovieron análisis de sus habilidades y la real posibilidad de ejercer el más alto cargo en el gobierno de los Estados Unidos con algún grado de efectividad. Aún en el mismo seno del partido que lo propuso, Trump no tenía el ciento por ciento de aceptación. Claro, se mostraban temerosos de que semejante candidato, sin antecedentes en la política, pudiera echar por tierra las esperanzas de los republicanos de reemplazar con uno de los suyos al “negro” de la Casa Blanca, quien la venía ocupando con toda su familia (negra) desde enero de 2009 (ya hacía ocho años). Pensaron en Ronald Reagan como antecedente.

Pero el legendario actor cinematográfico ya había sido gobernador de California por seis años, antes de ser ungido Presidente. Tenía experiencia política. Cruzaron los dedos para que las elecciones en las que el acaudalado Trump se medía con Hillary Clinton, experimentada funcionaria por haber ocupado lugares prominentes en el gobierno de Obama, fuera exitosa para los republicanos. Además, lo que no es poco decir en los Estados Unidos, se trataba de la esposa de un ex presidente. Inmensa fue la sorpresa cuando Trump ganó las elecciones y alcanzó a entrar, como un impetuoso “huracán”, al “Salón Oval” de la Casa Blanca, sitio desde donde se decide -hay que reconocerlo- buena parte de los destinos del mundo.

¿Por qué huracán “Donald”?

I) A menos de 90 días de asumir como Presidente, dio rienda suelta a su espíritu pragmático-ofensivo y lanzó -sí, él, el nuevo presidente de EEUU- un ataque aéreo a Siria, desmoronando la política que había seguido Obama, en los últimos años, respecto del país árabe. Ordenó lanzar misiles contra una base aérea siria como “respuesta ejemplificadora”, porque suponía (o al menos eso argumentó) que Bashar el Assad, el presidente de ese país árabe, había utilizado armas químicas. El resultado del “castigo trumpiano”: nueve civiles muertos. Cuatro eran niños. Se dirá, se dice siempre con una mueca casi de desprecio y compasión: “efectos colaterales”.

II) El muy elaborado intento de Obama por recomponer las relaciones con Cuba (aunque se quedara a mitad de camino en algunos aspectos -Guantánamo, por ejemplo-) fue despreciado por Trump. Apenas cumplidos seis meses en la Casa Blanca instrumentó la reanudación de restricciones a los viajes individuales a la isla caribeña, además de interferir, desautorizándolas, en las transacciones comerciales de empresas estadounidenses con Cuba.

III) Casi por cumplir el año como presidente de EEUU, eligió lo que sería un icono de su gestión internacional, la Alianza EEUU-Israel, y particularmente la estrecha relación con Netanyahu, diferenciándose, en esto también, de Obama. Trump dio un giro copernicano en la política exterior.

Contra todo lo que se venía refiriendo al asunto Jerusalén (particularmente a Jerusalén Este, ocupada militarmente por Israel desde 1967), decidió que la embajada de su país se trasladara de Tel Aviv a la Ciudad Santa, nominándola capital de Israel, incluyendo la parte Este de la ciudad. Desprecia Trump que su país integra desde 2002 el “Cuarteto para la paz en el Medio Oriente”. Y que uno de los asuntos de la agenda del Cuarteto es, precisamente, Jerusalén Este. ¿Con qué “nuevos pergaminos” podrá sentarse a esa mesa?

IV) El Acuerdo Global por el Cambio Climático suscrito en París en el año 2015 por EEUU y muchos otros países, fue analizado abruptamente por Trump quien decidió, sin más, que los Estados Unidos fuera el único país en el mundo que se retirara del acuerdo.

Cuando una ola de frío intenso se cernía sobre el noreste del territorio, dijo una de sus frecuentes humoradas, cargadas de ideología nacionalista, y que todos los medios difundieron: “Nos vendría muy bien un poco de calentamiento global”. Minimizó el tema, sugiriendo que era una invención de China. Así de “gracioso”. Así de despreciativo.

V) Restringió tajantemente la inmigración proveniente de siete países donde predomina lo musulmán, fundando tal decisión en una política de seguridad. Esa determinación la tomó apenas estrenar el sitial de Presidente de su país. Quebró tajantemente una tradición de país de inmigrantes.

VI) Para mayor abundamiento acerca de sus medidas proteccionistas, lindantes con un ultranacionalismo -económico en este caso-, conviene citar los aranceles a la importación de acero y aluminio a sus tradicionales socios comerciales: países de la Unión Europea, Canadá y México. Esto revela que Trump pretende ejercer -y lo hace no importa dónde, ni cuándo, ni cómo descuida esos “detalles”- un poder lindante con lo absoluto, tan cerca de lo dictatorial. Y más cerca aún de un indisimulable narcisismo. En casi todo. En las “cuestiones de Estado” y en las personales.

VII) Uno de los desplantes más notorios y que seguramente traerá problemas serios en la relación EEUU-Irán, de por sí peligrosamente diseñada, es el portazo que Trump dio al acuerdo con Irán: G5+1.

El grupo G5 (integrado por EEUU, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU), al que se sumó Alemania, suscribieron un trascendente y voluminoso acuerdo (100 páginas).

Ese acuerdo con el gobierno iraní esencialmente le impide tener un arma nuclear. Además, estará sujeto a inspecciones de la OIEA (Organización Internacional de Energía Atómica) ligada a la ONU. Nunca antes, con ningún otro país con potencialidad nuclear bélica, se suscribió un acuerdo semejante. Trump, peligrosamente, intentó “patear el tablero”, no obstante lo cual los otros integrantes manifestaron, como era de suponer, continuar con su laborioso emprendimiento sin los Estados Unidos. Aunque esperan que Trump reflexione sobre su peligrosa actitud.

VIII) Apenas horas después de asumir como el Presidente número 45 de los Estados Unidos, Trump leyó los diarios y se inquietó porque las fotos que muestran el público asistente al National Mall (Explanada Nacional), un parque que se extiende entre el Capitolio y el monumento a Washington, no se condicen con lo que expresó su portavoz de entonces Sean Spicer: “fue el mayor de la historia para el acto de asunción de un presidente estadounidense”.

Se supo, y lo difundieron todos los medios de prensa, que un fotógrafo contratado por el gobierno admitió haber editado las fotos oficiales para eliminar los claros y dar la sensación de una compacta multitud. A Trump le preocupaba, naturalmente, que se comparara con las fotos de 2009 y 2013, cuando Obama asumiera sus dos presidencias.

El narcicismo y la megalomanía del multimillonario presidente Trump lo siguieron acompañando, aún después de la campaña en la que dio rienda suelta a impactantes promesas: una de ellas, tener mejores armas nucleares que Rusia, porque “EEUU”, dijo, “no ha realizado un programa de modernización de armamentos nucleares y Rusia nos superó”.

IX) Hay una cuestión en la que el huracán “Donald” despliega toda su arrasadora fuerza destructiva. En marzo de este año, en una exposición frente a militares en San Diego (California) habló de la necesidad de modernizar el armamento nuclear. Y se mostró coherente con lo anunciado en su campaña electoral de 2016: “Las armas atómicas de EEUU deben ser superiores a las de cualquier país. Invertiremos más dinero que nunca, debemos superar a todos”. Claro, esto frente a un auditorio complacido por ese fogoso modo de poner en primer plano la capacidad bélica, nuclear especialmente, de su país.

El punto décimo

X) Su política exterior respecto a Corea del Norte se basó principalmente en proferir amenazas, hasta de “destrucción total”. En otros frentes, continúa aplicando el “sistema” de la provocación y la amenaza.

Podría agregar otras decisiones de Trump a este “Decálogo del huracán Donald”. Prefiero limitar a 10 los argumentos que avalan la suposición siguiente: este peligroso mandatario (para su país y el mundo), tarde o temprano será sometido al impeachment (juicio político de destitución) a causa de tantos frentes abiertos en su contra, y que son percibidos con preocupación y rechazo por gran parte de la sociedad de Estados Unidos y el mundo.

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