17 secuelas del 17 de octubre

1.- Juan Manzur es el gran triunfador de la jornada. Ante un marco multitudinario, y en un escenario con candidatos presidenciables, referentes del PJ nacional, gobernadores y sindicalistas de peso, fue investido como jefe del peronismo tucumano. Y, a la vez, como un interlocutor central del peronismo federal.

2.- Osvaldo Jaldo es otro gran ganador del acto del 17 de Octubre. Manzur les dijo a todos, en el Día de la Lealtad, lo que venía diciéndole en privado a cada uno: buscará la reelección y lo hará junto con el tranqueño. El vicegobernador, encargado de darle a la ceremonia un marco masivo, ratificó que ejerce un poder territorial electoralmente temible.

3.- El binomio gobernante tiene una escala previa: como se avisó, es la conducción del PJ de Tucumán. No lo anunciaron en discurso, sino en acto: encabezaron la celebración del 73 aniversario del nacimiento del movimiento peronista porque, naturalmente, se encaminan a encabezar el PJ local, que es el brazo partidario de ese movimiento.

4.- Perdió José Alperovich. El marco de soledad en que pasó el 17 de Octubre (él, que lideró 12 años el peronismo y está casado con la presidenta del PJ, Beatriz Rojkés) se completa con el hecho de que muchos de sus leales escuderos acompañaron a Manzur y a Jaldo durante el Día de la Lealtad. Y en las reuniones previas. El caso paradigmático fue el del primo Benjamín Bromber, a quien los Alperovich hicieron diputado nacional. El 17 de octubre la secretaria de la Juventud, Sara Alperovich, tuiteó por pura casualidad una foto rodeada de sus primos. Y una frase: “La sangre nos hace parientes; la lealtad nos hace familia”.

5.- La derrota del alperovichismo radica, también, en que la “aparateada” de Manzur y de Jaldo es un mensaje en sí mismo: el binomio aún no conduce el PJ, pero maneja sin fisuras el “partido de poder” que forjó Alperovich. El ex gobernador siempre le asignó al PJ un papel testimonial. Todo se decidía en su despacho o en su quincho. Ni hablar de los dirigentes que “construían” espacios y, en vísperas de los comicios, sufrían el “robo” de dirigentes, porque la Casa de Gobierno se los llevaba con contratos. Ese partido de poder funciona con dinero. Y nadie tiene más dinero que el Estado.

6.- Los “Juanes” también se cuentan entre los perdidosos del 17 de octubre. No porque no tuvieran sus propios actos, sino porque hay un retrato que, en Tucumán, terminó velado. Quedó expuesto que la mentada “foto de los cuatro” era en realidad una polaroid de “2 + 2”. Los gobernadores Juan Schiaretti (Córdoba) y Juan Manuel Urtubey (Salta) no vinieron, pero sí lo hicieron el senador Miguel Pichetto y el diputado Sergio Massa. Inclusive, al espacio del tigrense correspondió uno de los tres discursos, a cargo de la diputada Graciela Camaño.

7.- La del miércoles fue una jornada, a los efectos locales, destinada a prodigarle lealtad a Manzur, quien se la retribuyó a Jaldo. Ahora, los “fieles” al binomio también van a pedir un trato leal. En la Legislatura, sobre todo, hay un reducido grupo de “compañeros” que, sin estridencias, vienen pintando paredes por el binomio (lo cual hacen muchos) y expresándose públicamente contra Alperovich (lo cual no hace casi nadie). Son de la capital y, sobre todo, del oeste. Y antes de ayer movilizaron más gente, inclusive, que algunos intendentes “grises”. Llegaron con acoples y esperan ahora integrar listas oficiales. Eso, a escala, se replicará en concejos deliberantes e intendencias. Ese es el ajuste de cuentas que viene: lealtad con lealtad se paga.

8.- Así como había dos niveles de organización del acto (cantidad de asistentes y calidad de los invitados), se esperaban también dos niveles de mensaje. El externo (la convocatoria a la unidad del peronismo) y el interno (el acto como primera vuelta de la interna del PJ tucumano). Pero Manzur aprovechó el micrófono para un tercer mensaje: le habló a la clase media, nada menos que en el día consagrado a los que Eva Duarte llamaba “mis queridos descamisados”.

9.- El gobernador le habló primero a sus “compañeros”. “Con el modelo económico nacional cada vez hay más pobres, más indigentes, más fábricas cerradas, más desempleo”, definió. Pero a renglón seguido, fue más allá. “Están fundiendo a los comercios y a las PyMEs. A la gente no le alcanza la plata y no pueden pagar la luz, el gas ni el colectivo para ir a trabajar. ¿Qué estamos esperando los peronistas? Este modelo está destruyendo a la clase media”. A lo que se asiste, entonces, es a la construcción del discurso de campaña de Manzur. Uno que se sostiene sobre la base de acciones (cláusula gatillo para los sectores medios asalariados del Estado; baja en la tarifa del agua para los sectores bajos; y oposición a la legalización del aborto, que si bien atraviesa todas las clases sociales, lo acercó a las clases medias y altas). Y que ahora, en palabras, va por el encadenamiento de todos esos eslabones.

10.- Construir un discurso político, y sobre todo con fines electorales, demanda construir una cadena de significación. Es decir, vertebrar un mensaje en el cual se vea representada la mayor cantidad de personas. Ahora bien: ¿cómo se construye hoy un mensaje para todos, en una sociedad cada vez más individualista, más vindicante de la intimidad, más fragmentaria en sus reclamos, más “personalizadora” de objetos y espacios? Se logra mediante una “cadena del daño”. En este caso, una cadena que resulte significante para todos los afectados por el Gobierno nacional. El que elabora la cadena de significación más larga, gana.

11.- La peronización de Manzur no es un retorno “a las fuentes”: es el regreso a un “clivaje”. La vuelta a una divisoria de aguas distinta que la que Cambiemos ha promovido, con éxito, desde 2015. La opción del oficialismo nacional para tratar de dividir en dos al electorado es kirchnerismo / antikirchnerismo. Los “K” también la auspician porque son el otro extremo de la polarización. El discurso de Manzur (y el de quienes lo acompañaron el miércoles) propone otro “clivaje”. El más imperecedero de las últimas siete décadas: peronismo / antiperonismo. Y desde ahí busca “pescar” en la clase media, que se alejó del kirchnerismo y le dio el triunfo a Cambiemos, pero donde hay cada vez más defraudados con el macrismo. No hay improvisación en el mensaje del manzurismo. Las respuestas opositoras, sin embargo, sólo han pasado por discutir la cifra de convocados, poner en duda quién pagó el acto o argumentar que la pobreza de Tucumán no es culpa de Cambiemos sino del PJ, que gobierna hace décadas (o lo que es igual, que pobres hubo siempre). Después, a no extrañarse: en la política no hay sorpresa, sólo hay sorprendidos.

12.- Los puentes no están rotos con Alperovich. El acto de ayer fue para propinarle una derrota, pero sin afrentas. Jaldo, al término del convite, fue consultado por la prensa acerca de si el llamado a la unidad alcanzaba a Alperovich. El vicegobernador respondió afirmativamente: “tenemos que predicar con el ejemplo”. En el diario de hoy, el propio gobernador ratifica esa voluntad. La pelota está en campo de Alperovich. Más allá de las razones personales, el ex mandatario, políticamente, apuesta a la dicotomía kirchnerismo / antikirchnerismo. Está “trabajando fuerte” por ser el referente local de ese “clivaje”. No menos cierto es que la diferencia de fuerzas con respecto al “partido de poder” es abismal. Así que el senador tiene razones públicas para acordar o para terminar de romper. El reloj corre.

13.- Abriendo la lente, el peronismo transita hoy un camino por el que intenta llegar a la unidad. Lo que se ve hoy es la etapa previa: la organización. Y el escenario muestra banquinas definidas: de un lado el kirchnerismo, del otro los no kirchneristas. En esta última cuneta hay dos grupos. Unos creen que la recesión será cuasi-terminal y critican con virulencia a la Nación (el massismo, en el discurso de Camaño) para capitalizar el eventual desastre. Otros no ven una coyuntura apocalíptica y proponen una alternativa desde la “prudencia” (los “Juanes” que no vinieron), para plantear una alternativa “racional”.

14.- Que el peronismo esté organizándose en estos sectores difíciles de reconciliar no significa que la unidad no esté en marcha, salvo que por “unidad” se tenga una visión utópica para la política. En el breve período democrático, es casi una certeza estadística que el peronismo, después de que pierde una elección presidencial, entra en un proceso de disgregación del que sale más o menos en cuatro años, reorganizándose en polos definidos que se enfrentan en las urnas. Luego de ello decanta la unidad. Fue el camino seguido en los 80, que culminó con las internas que Carlos Menem le gana a Antonio Cafiero en 1988. Y ocurrió en la década pasada, con una diferencia metodológica: el peronismo (fallo de la jueza electoral María Romilda Servini de Cubría mediante) le transfirió su interna al conjunto de los argentinos tras el fracaso de la Alianza: se enfrentaron en las generales Menem, Adolfo Rodríguez Saá y, por supuesto, Néstor Kirchner.

15.- Hasta que la unidad llegue, el peronismo viene mostrando en videos sin sonido (como el de “los 4”), en fotos y posteos en internet, y en los discursos de actos multitudinarios, que el peronismo está intentando salir de la dispersión. Y eso plantea un nuevo escenario para el Gobierno nacional, que hasta aquí goza políticamente de esa diáspora.

16.- La situación para Cambiemos en Tucumán es peor. El PRO está intervenido. La UCR pareciera encaminada a ello. Y sobre ese mismo “mercado” electoral trabaja Fuerza Republicana. Para más encerronas, el sector más organizado de Cambiemos en Tucumán es el alfarismo, al cual no pocos dirigentes de la UCR y del PRO desconocen como macrista. Esto, por cierto, según las encuestas, es una bendición política para Germán Alfaro. Sin embargo, lo que parece ser una maldición, es que el intendente sigue sin candidato a gobernador. Si la situación por ahora no es crítica es porque la Casa de Gobierno tampoco tiene todavía un candidato a intendente.

17.- Por estas horas, sintomáticamente, en la Casa Rosada no hablan de ningún referente de Cambiemos para disputarle la gobernación a Manzur. En los pasillos que rodean el Ministerio del Interior sólo mencionan que Alperovich parece lanzado a la pelea. La Nación ya “está” en el año que viene. El senador trabaja sin pausa en su proyección. Y el gobernador y el vicegobernador, ayer, inauguraron electoralmente el 2019. La oposición provincial, en cambio, se sigue adeudando las internas de 2018. Se sigue debiendo un poco de lealtad.

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