La otra etapa

“Menemcito”. Así lo llama el escritor Jorge Asís. Y no sólo por su ascendencia libanesa (cristiano-maronita); también por la forma de construir su imagen. Juan Manzur tuvo ayer su acto. Le mostró al resto del peronismo que sí se puede convocar al agua y al aceite, aunque en esa alcuza denominada Partido Justicialista le faltó los “vinagres”, según las metáforas de los exultantes dirigentes que se subieron a la masiva movilización en el Hipódromo de Tucumán. El gobernador marcó territorio; como otras veces, dejó de lado su pragmatismo y embistió contra aquellos que no están y que no quieren estar. Lo dijo desde la tribuna la noche del martes en el complejo de UTA en San Andrés. Pidió deponer actitudes y terminar “con la soberbia de muchos que están equivocados”. Lo dejó ayer también en claro durante el acto, cuando lanzó formalmente la reelección de la fórmula que integra con el vicegobernador Osvaldo Jaldo. José Alperovich es parte del recuerdo reciente de un hombre que llegó al poder de la mano del actual senador nacional.

Manzur siente que no le debe nada; que la relación con su antecesor se vio bifurcada por aquello que se llama política y por la tentación misma de poder. Alperovich le ha respondido a través de las redes sociales. “Todos los días son de lealtad para quienes defienden su trabajo y el bienestar de su familia. Mi lealtad está con ellos y ellas, que se enfrentan a la crisis y no bajan los brazos”, escribió en su cuenta en Twitter. Así como Manzur ha decidido sacarlo de la carrera por la gobernación, al menos desde el PJ, Alperovich también ha decidido tomar otros rumbos, desde la vereda de un frente en gestación. Sólo resta la confirmación. Y eso es cuestión de tiempo. El senador está decidido a participar en la disputa por la conducción de la provincia. Manzur y Jaldo, van por más, por la conducción del distrito local del Partido Justicialista, hoy presidido por Beatriz Rojkés de Alperovich. Según los alperovichistas, eso estaba en los cálculos, como también la eliminación de los acoples y el impulso al voto electrónico. ¿Por qué? En la nueva instancia, Alperovich estaría dispuesto a avanzar con una lista única, algo que a Manzur y a Jaldo puede resultarles complicado en función de la contención de dirigentes.

Más allá de las peleas comarcanas, Manzur abre una nueva etapa, la de un dirigente que se consolida en el norte como referente a tener en cuenta cada vez que la cúpula del PJ llame a la unidad. La Casa Rosada tomó nota de eso. Al tucumano se lo mira de otra forma. Saben que está dentro de los críticos, pero mantiene su pragmatismo a la hora de negociar. Los ojos del macrismo estuvieron puestos en el acto de ayer en Tucumán. Mauricio Macri, como Manzur, también aspira a la reelección. El líder de Cambiemos sigue creyendo que su rival para 2019 debe ser Cristina Fernández de Kirchner. Un PJ en proceso de unificación no está en sus cálculos. La foto del acto y de la movilización tucumana le cambiaron el humor. Sin embargo, al peronismo le sigue faltando un conductor natural, un líder que tenga la capacidad de mostrar que puede cumplir con el vaticinio que el propio Manzur lanzó el martes pasado: que el PJ recupere la conducción de la Argentina en 2019. Ni siquiera la crisis económica, con una devaluación espantosa que supera el 100% de la moneda nacional han cambiado el mapa electoral en el país. Tampoco la angustia de observar cómo una inflación que puede llegar al 45% anual fagocita el poder adquisitivo de los argentinos.

La política, entonces, no ha logrado todavía sintonizar lo que necesita la sociedad: confianza y calma. Con esa misma angustia, una doctora comentaba que, en los últimos años, la Argentina ha tenido una mala madre y ahora un mal padre que no se encargan de solucionarle la vida a sus hijos. Y es un gran problema para un país que siempre ha tenido un ícono en quien confiar. No sólo en la política; también en otras disciplinas. La oferta electoral no logra encauzar el rumbo de una Argentina que necesita bajar un cambio, montarse en un rumbo de mayor tranquilidad financiera.

El día que un dirigente le hable en serio no solamente al electorado, sino también a la sociedad toda, surgirá el verdadero liderazgo político. Pero esa es otra etapa que aún está pendiente.

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