Cartas de lectores
18 Octubre 2018

Lealtad a la Constitución

No moviliza multitudes ni emociona corazones. No tiene un día señalado para su festejo ni un líder indiscutido. Pasa desapercibida pero tiene, sin embargo, extraordinaria importancia para el crecimiento, progreso y bienestar de los pueblos. Estoy aludiendo a la imprescindible lealtad institucional a las normas y principios de la CN (Constitución Nacional) por parte de gobernantes y gobernados. Normas que diseñan un proyecto de gobierno y de construcción política con determinadas directrices ideológicas, regulando nuestra convivencia cívica, económica y social. Sobran ejemplos, a nivel nacional y local, sobre el déficit en el funcionamiento del sistema republicano y democrático, prevaleciendo las lealtades personales sobre las institucionales. Provocan enorme daño a la seguridad jurídica y a la confianza pública, alejan inversiones productivas, generan fuga de capitales, con sus secuelas de desocupación, inseguridad creciente, miseria y bajos salarios. Existieron casos de furor autoritario de algunos gobernantes nacionales. Cristina (Fernández de Kirchner) con el “vamos por todo el poder”, luego de ganar con el 54% de los votos. Y locales, Alperovich (José Jorge), expresando públicamente como gobernador, luego del disfraz constitucional de 2006 que impulsó, que “con tanto poder debía autolimitarse”. Y Manzur (Juan), su entonces vicegobernador, diciendo en 2008 que tenía a la Cámara “en un puño”, frase pronunciada en medio del insoportable silencio de la “oposición” legislativa. El uso y abuso de los “Decretos de Necesidad y Urgencia” (DNU), por ejemplo, violando groseramente, como principio, la prohibición constitucional para eludir al Congreso, tuvo su mayor expresión en el menemismo (más de 550), continuó con el kirchnerismo y se prolonga hoy con el macrismo. Macri (Mauricio) llegó al colmo de designar por decreto, y por tiempo determinado, a dos miembros de la Corte Suprema y en enero de este año dictó un mega DNU, el 27/2018, de 192 artículos y 22 capítulos, modificando, estableciendo y/o derogando decenas de leyes y decretos, afectando ministerios, la Anses, el Banco Central y la Agencia de Administración de Bienes del Estado, autorizando a operar como entidad financiera al Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses, entre muchas otras. Toda esta infernal “decretomanía” provoca un tembladeral jurídico. Hoy, el país está pendiente del trámite del proyecto de Ley de Presupuesto Nacional en el Congreso de la Nación para el año 2019, que tiene previsto un severo ajuste fiscal y, entre otras normas, delegar en el Ejecutivo la modificación de alícuotas de las retenciones por exportaciones más allá de 2019, todo lo cual revela un absurdo institucional. Conforme reforma de la Ley de Administración Financiera de 2006 (impulsada por Néstor y Cristina y continuada hoy por Macri), el jefe de Gabinete de Ministros puede modificar, por una simple resolución, las partidas presupuestarias asignadas por el Congreso. En Tucumán, el Gobernador puede cambiar el presupuesto local dictando un DNU. La Legislatura no controla, hasta hoy, cómo y en qué se gastan anualmente las multimillonarias sumas recaudadas de los contribuyentes. No se dictaron las leyes reglamentarias del voto electrónico ni de la autonomía municipal, prescriptas por la Constitución local. Hoy (por ayer), al margen de legítimos festejos partidarios, debemos reflexionar seriamente que así no podemos continuar. Urge renovar esta dirigencia, plasmando lealtad institucional, con debido y confiable control del poder.

Luis Iriarte

“Mi padre, mi héroe”

Mi papá, Pedro Joaquín Pasteris, estuvo más de seis años preso, acusado de delitos de lo que dicen “lesa humanidad”, por haber servido a la patria como agente de policía. El 31 de agosto de 2012 fue llevado a la cárcel de Villa Urquiza. Luego de ser juzgado en el juicio Arsenales, Jefatura de Policía, fue injustamente sentenciado a 10 años de prisión. Luego siguió privado de su libertad, cumpliendo arresto domiciliario y clamando por su libertad y asegurando entre lágrimas que era inocente. Hoy como hija tengo la necesidad de limpiar públicamente el nombre y el honor de mi padre. Su salud se deterioró a pasos agigantados. Vivió en su modesto y humilde departamento de Tafí Viejo junto a mi madre; con su mochila de oxígeno por un EPOC importante y severo, cáncer de próstata y varias dolencias que se agravaron con el encierro y la imposibilidad de moverse. Él sólo anhelaba poder salir a caminar en la plaza cercana porque sus piernas estaban atrofiadas, cosa que los defensores pidieron una y otra vez y así quedó mi viejito, que medía casi 1,90 de altura y había sido del seleccionado de basquet, postrado en una cama. Él lloraba y rezaba, asegurando su inocencia... Mi padre fue una excelente persona... sólo trabajó por el bienestar de su familia como agente de la policía. ¡Oh Dios! ¡Qué casualidad! El 31 de agosto de 2018 la Cámara de Casación Penal de la Nación anuló el fallo del Tribunal Penal Federal de Tucumán, absolviendo a mi padre y a otras seis personas de esta causa a la que estos jueces habían condenado. Él no llegó a tener su libertad, la que tanto anhelaba, ya que el 18 de septiembre falleció en una clínica, con 78 años y hecho trizas. Quiero preguntar ¿quién o quiénes son responsables de este deterioro que mi padre sufrió al estar privado de su libertad en las condiciones en que estuvo? Mi viejito murió preso y humillado; murió esperando su libertad. ¡Había sido absuelto! Hoy, a un mes de su muerte, rindo homenaje a mi padre, que con su dignidad ha cumplido con su deber y nos enseñó los valores cristianos. Te amo papá... Eres mi héroe.

Patricia Pasteris
[email protected]

Profesionales sin trabajo

Los síntomas de cambio que se esperaron de este gobierno nacional están agotados; las perspectivas económicas de crecimiento han desaparecido, el trabajo formal se desmorona y esto afecta directamente a una franja importante de argentinos. Me refiero puntualmente a los que culminan sus estudios universitarios y alcanzan el rango de profesional, me atrevo a decir que de 10 egresados sólo uno consigue trabajo hoy. Si antes era difícil conseguir estabilidad laboral para un recién recibido, hoy esa chance es nula e inexistente. Nadie emplea en momentos de crisis; todo lo contrario, el empleador ahogado reduce el gasto humano, lo que significa la pérdida de puestos de trabajo. Sólo algunas profesiones se valen de sus autonomías financieras, pero contados con los dedos, los profesionales exitosos que pudieron montar sus propios estudios o consultorías y les fue bien en el corto plazo. Digo, a modo de ejemplo, que los abogados hacen sus primeras armas en un estudio ajeno y los médicos en las residencias mal pagas, por citar las profesiones más conocidas o con más caudal de profesionales. Siento preocupación por aquellos que, con mucho esfuerzo personal, intelectual y familiar, no tienen posibilidades en esta República. Siento que estamos por perder valores irrecuperables, cuando el desarraigo nacional sea la última alternativa para estos, en su mayoría jóvenes valores que engrandecen a otros países del mundo, simplemente porque no supimos contener a los argentinos más importantes, y después sólo nos enorgullece verlos recibir reconocimientos destacados y honorables.

Williams Fanlo

Bebidas alcohólicas sin control

Recurro a LA GACETA para solicitar más control por las ventas de bebidas alcohólicas durante todos los días de la semana. Los motivos que me llevaron a escribir esta carta, es que al lado de mi domicilio -calle Vélez Sársfield 1.150, en Aguilares- las ventas a menores de edad son a diario. Este tema lo hablé con el director de Comercio de la ciudad de Aguilares, sin respuestas; con el director provincial del IPLA, a quien personalmente le manifesté la situación, y no obtuve respuestas. Me presenté ante la Defensoría del Pueblo, y sin respuesta. A todos ellos les cuento que ya llevan más de dos años los reclamos, donde nosotros somos los perjudicados porque compran bebidas y se ponen a tomar al lado de mi domicilio. Y a posteriori, utilizan las paredes como baño y dejan basuras en la vereda. Por último, le comento que somos una familia formada, docente, que, además, tenemos hijos menores de edad y ellos observan todo lo que pasa. Teniendo en consideración este reclamo, espero que se tomen medidas ante los controles.

Horacio Correa

Una bandera nueva

En una carta anterior (12/09/2018) solicité al funcionario municipal que correspondiere, que se retirase del mástil existente en la plaza Intendente Pedro Ruiz de Huidobro (Viamonte al 900), un guiñapo mugriento que alguna vez fue la gloriosa bandera nacional. Como la respuesta fue el silencio y la inacción, solicito al Intendente de San Miguel de Tucumán, respetuosamente, quiera ordenar se dé fin a ese triste espectáculo, irrespetuoso para con el más antiguo símbolo de la argentinidad, y pongan una bandera nueva.

Alfredo Fagalde Nougués

Pasaron cien años

Me imagino cómo padeció García Márquez con sus 100 años. Ahora aquí, en la República Argentina, vamos 100 años con diagnósticos, inflación, huelgas, ineficiencia, el tango cambalache, privados, estatales, latrocinios, villas miserias y villas miserables. Ahora necesitamos un Nobel, para el próximo premio, que describa estos 100 años. Mientras tanto, a tratar de ser feliz y sobrevivir.; a refugiarse en el amor es el único salvavidas no inflacionado. Leo mis cartas de este siglo XXI, publicadas por ustedes; gracias por eso, pero fueron como gotas de agua dulce en el mar; pasan los años y nadie se anima, entre los gobernantes, a realizar un sincero acto de introspección preguntándose por qué no puede hacer lo que su ser o conciencia le dicta, evitando como sea ese compromiso al cual accede cuando se volvió político de profesión. “Política”, la de Sócrates, ética de tantos filósofos y de todas las religiones habidas y por haber. Si a la energía utilizada para tapar esas conciencias la utilizaran para trabajar honesta y eficientemente, estaríamos más alto que los llamados países del Primer Mundo.

Carmelo J. Felice

Edificación y enfermos

En calle Laprida al 500 se está levantando un edificio sin respetar los horarios de trabajo y, por consiguiente, de descanso de enfermos (al lado se encuentra un importante sanatorio). A toda hora, desde las 7 y hasta las 18, trabajan máquinas sin parar, con un infernal ruido que no dan paz. Hemos efectuado todo tipo de reclamos a la empresa y Municipalidad, para que dichos trabajos se efectúen en horas laborales, pero sin ninguna respuesta. Acudimos a esta columna, porque en los edificios (del sanatorio y de la zona) hay personas enfermas, que no pueden dormir debido al tremendo ruido que generan las máquinas.

Rosa Aguirre

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