¿Podrá “El ángel” darle el tercer Oscar al cine argentino?

¿Podrá “El ángel” darle el tercer Oscar al cine argentino?

El primer objetivo es quedar entre las cinco películas finalistas, una carrera en la que juegan numerosos factores. Lecciones para aprender.

POSTULADA. En “El ángel”, el debutante Lorenzo Ferro se mete en la piel de Carlos Robledo Puch, el más famoso asesino serial argentino. POSTULADA. En “El ángel”, el debutante Lorenzo Ferro se mete en la piel de Carlos Robledo Puch, el más famoso asesino serial argentino.

De aquí al 22 de enero, los senderos que recorre “El ángel” se bifurcan. Por un lado seguirá sumando porotos en la consideración del público, que la hizo una de sus favoritas desde el momento del estreno. Pero, una vez postulada para representar al cine nacional en el universo Oscar -y de paso en los Goya-, la película juega en otra clase de liga. Se sabe que los méritos artísticos no suelen ser suficientes para superar los filtros que impone la Academia de Hollywood. Cuando el 22 de enero se anuncien las cinco finalistas con miras a la gala programada para el 24 de febrero, “El ángel” habrá completado otra clase de recorrido. Hay aristas sociales, estéticas e ideológicas que pesan al momento de la elección, así como el poder de lobby capaz de influir entre los votantes. Un boca a boca (o watsap a watsap) eficaz puede subir o bajar una candidatura a toda velocidad.

“El ángel” cuenta con una condición que para Hollywood luce imprescindible en esta categoría que agrupa a toda la cinematografía no hablada en inglés: el color local. Para Estados Unidos, cada rincón del mundo que no le pertenece se define en una serie de estereotipos. De América Latina se esperan entonces viñetas dramáticas marcadas por la desigualdad social, o iluminadas por el folclore regional, o cruzadas por la violencia política. Y si hay dictaduras, mucho mejor. Si bien la de “El ángel” es una historia universal, porque asesinos seriales hay en todas partes, Luis Ortega supo enriquecerla potenciando el contexto. En la Argentina de principios de los 70 pasaban cosas, en la política y en la cultura, y la película sabe incorporarlas en su discurso.

La discusión sobre el valor y la trascendencia de los premios es tan vieja como los premios mismos. En el caso del Oscar, cuenta con una amplia galería de detractores, quienes juegan a su favor con el amplísimo historial de injusticias que la Academia de Hollywood perpetró a lo largo de 90 años. Los caprichos de la más poderosa industria del entretenimiento suelen chocar de frente con el sentido de una obra de arte. Pero bien saben quienes hacen películas -desde los productores, directores y actores hasta el último miembro del staff técnico- lo que implica colocar una película en ese escenario, no como una legitimación de sus cualidades, sino como formidable canal de difusión. No es una ventana que se abre, sino un portón.

YA HAY UNA FAVORITA. Es “Roma”, del mexicano Alfonso Cuarón. YA HAY UNA FAVORITA. Es “Roma”, del mexicano Alfonso Cuarón.

De todo un poco

Fueron siete las películas argentinas que pasaron el filtro y quedaron entre las finalistas. Dos obtuvieron el Oscar: “La historia oficial” (Luis Puenzo, 1985) y “El secreto de sus ojos” (Juan José Campanella, 2009). Hasta el año pasado, cuando se premió a la chilena “Una mujer fantástica”, era el único país latinoamericano oscarizado, y por partida doble. No deja de ser llamativo que nunca haya ganado un Oscar una película mexicana o brasileña. Aunque este año, y esta es una muy mala noticia para “El ángel”, la ultracandidata es “Roma”, ganadora del León de Oro en Venecia. Alfonso Cuarón volvió a su tierra para filmar una historia familiar, netamente personal, y a esta altura el caballo del comisario corre con colores mexicanos. Pero siempre hay margen para las sorpresas.

“LA HISTORIA OFICIAL”. Luis Puenzo y Norma Aleandro. “LA HISTORIA OFICIAL”. Luis Puenzo y Norma Aleandro.

Cuando “La tregua” fue seleccionada entre las finalistas, allá por 1974, se produjo un shock. Hasta ese momento nunca una película latinoamericana había llegado tan lejos. Basada en la novela de Mario Benedetti, dirigida por Sergio Renán y protagonizada por Héctor Alterio, le tocó perder nada menos que con “Amarcord”, de Federico Fellini. Con más posibilidades parecía contar “Camila” (1984, María Luisa Bemberg), sin pesos pesados a la vista, aunque le jugó en contra el momento histórico. El romance de un cura y la hija de una familia patricia en la Buenos Aires del siglo XIX sucumbió ante la vigencia de la Guerra Fría y el Oscar fue para la franco-suiza “La diagonal del alfil”.

“EL SECRETO DE SUS OJOS”. Juan José Campanella y el Oscar. “EL SECRETO DE SUS OJOS”. Juan José Campanella y el Oscar.

Otras tres películas argentinas finalistas corrieron con la misma suerte. “Tango” (1998, a fin de cuentas un experimento multinacional, con dirección de Carlos Saura) se topó con la imbatible “La vida es bella”; “El hijo de la novia” (2001, Campanella) chocó con “En tierra de nadie”, un retrato de la entonces fresca guerra de los Balcanes; y “Relatos salvajes” (2014, Damián Szifrón) poco pudo hacer ante la polaca “Ida”, gran favorita.

Queda en el apartado miscelánico lo ocurrido con “Un lugar en el mundo” (1992, Adolfo Aristarain). Era una producción nacional de punta a punta, pero como Argentina oficializó la postulación de “El lado oscuro del corazón” (Eliseo Subiela), Aristarain la anotó por Uruguay. Pues bien: la Academia la eligió entre las finalistas, pero cuando se descubrió la verdad fue descalificada. Corolario: sólo quedaron cuatro filmes en carrera por el Oscar, que fue para la francesa “Indochina”.

De nuevo: color local

Hollywood “descubrió” el cine extranjero en 1947 y le adjudicó un premio especial al clásico de Vittorio De Sica “El lustrabotas”. Desde entonces, Italia y Francia fueron protagonistas excluyentes de esta categoría (14 y 12 Oscars, respectivamente). La constante al momento de cada elección fue subrayar los rasgos nacionales que las películas podían proponer como agregado a sus valores formales.

Grandes directores obtuvieron el Oscar (Kurosawa, Tati, Bergman, Lelouch, Menzel, Bondarchuk, Costa-Gavras, Buñuel, Truffaut, Schlöndorff, Szabó, Tornatore, Trueba, Farhadi, Sorrentino; los apuntados Fellini y De Sica). En algunas ocasiones la puja resultó formidable: en 1987, la deliciosa “La fiesta de Babette” se impuso a “Adiós a los niños” y a “La familia”; y dos años más tarde, películas tan buenas como “Camille Claudel” y “Jesús de Montreal” tuvieron la mala fortuna de cruzarse con “Cinema Paradiso”. Fueron momentos luminosos, la arista que prestigia el premio.

También queda el costado en el que se mezclan el show con la sospecha. ¿O fue casualidad que Sophia Loren entregara el premio en plena candidatura de “La vida es bella”; y lo propio hiciera la dupla Antonio Banderas-Penélope Cruz con “Todo sobre mi madre”? En ambos casos, Hollywood tuvo lo que espera de los latinos, ese desborde pasional impropio de la etiqueta anglosajona o la calma zen de los orientales. La Loren agitó el sobre clamando “¡Roberto!”, mientras Begnini se paraba sobre la platea; Penélope llamó “¡Pedro!” a un Almodóvar que se sabía triunfador.

“La historia oficial” fue la película justa, en el momento justo y sobre el tema justo. Argentina vivía la primavera democrática alfonsinista y las atrocidades de la dictadura salían a luz. Sobre eso trató el drama que escribieron Puenzo y Aída Bortnik. En el trasfondo de la trama policial de “El secreto de sus ojos” emerge la violencia de los 70, corporizada en este caso por la triple A. Son dos filmes notables y con ese condimento que al Oscar tanto le gusta.

Las elecciones argentinas para la competencia están colmadas de aciertos y de sinsentidos. El mayor de ellos fue la postulación de “Manuelita” (1999, Manuel García Ferré). Pero daba la sensación de que más de un título mereció haber quedado entre los finalistas. ¿Ejemplos? “Nazareno Cruz y el lobo”, “Últimos días de la víctima”, “Tangos, el exilio de Gardel”, “Hombre mirando al sudeste”, “Gatica, el Mono”, “El abrazo partido”, “El aura”, “Infancia clandestina”, “Zama”. Hay más. Es la prueba de que llegar entre las cinco finalistas es por demás complejo. Le toca a “El ángel” medir sus posibilidades.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios