Manzur, ninguneo a los “K” por $ 500 millones

Manzur, ninguneo a los “K” por $ 500 millones

El país está peor, por culpa de los que pasaron y de los que están hoy. Sencillo. Lástima por los de abajo que padecen los índices actuales (35% de pobreza, inflación del 40%, desocupación de 9,6%, canasta básica en $ 21.000, caída de la actividad económica en 4,2 puntos) y que padecerán los efectos de los pronósticos negativos que se hacen (“la economía real va hacia un escenario muy recesivo”, según Carlos Melconian). A los que menos tienen hay que sumarles los que ya no alcanzan con sus ingresos a cubrir la canasta mínima; cada vez más se amplía esa franja a la que la crisis arrastra sin piedad. Allí hay que mirar con atención y sensibilidad, al margen de la corrupción del pasado o de los ineficaces planes presentes para asegurar el bienestar general.

Encima, el horizonte asoma pésimo, porque los que tienen la responsabilidad de conducción siguen enfrascados en achacarse culpas desde los extremos sin animarse a mirarse a los ojos para arrimar salidas conjuntas. Los movimientos políticos integrados por fanáticos sólo sirven para organizar fracasos o para causar desastres sociales de dolorosas consecuencias. Lo escribió en 2015 el ex gobernador cordobés José Manuel de la Sota en su libro “Quiero y puedo”.

El dirigente peronista, fallecido hace siete días, sostenía que “una democracia sustentable no sólo supone líderes partidarios que compitan por ganarse la confianza del electorado, también implica dirigentes capaces de llegar a acuerdos programáticos”. Sin embargo, pese a la contundencia de su pensamiento, los pactos actuales se reducen a lo estrictamente económico, porque la crisis condiciona a la dirigencia que ocupa espacios institucionales a defender lo que tienen y a no resignar más recursos de lo que pueden. No se animan a más.

Necesidad de pesos

La crisis obliga a pactar lo que sea y como sea, tal como lo reconoció hace poco Rogelio Frigerio: “estamos dispuestos a negociar lo que haga falta”. En ese marco apareció la semana que pasó un convenio entre el Gobierno nacional y el provincial: el Programa de Asistencia Financiera a Provincias y Municipios; una suerte de compensación por la eliminación del Fondo Solidario Federal, o fondo soja. Fija que aplicando los índices de coparticipación se distribuirá entre las provincias un monto de $ 4.125 millones, de los cuales a Tucumán le tocarían casi $ 500 millones hasta fin de año. Algo es algo, dicen en el PE. Detrás de esas necesidades económicas se contornean los intereses políticos sectoriales. Tan es así que este arreglo distanció y enemistó a los kirchneristas de los peronistas del bloque federal; instancia en la que mucho habría tenido que ver la muñeca de Manzur.

Es que el gobernador fue uno de los que más se movió para que se convocara a sesión de la Cámara de Diputados a los fines de que se aprobara un proyecto de los parlamentarios “K”, que pretendía rechazar el DNU de Macri que eliminó el fondo sojero, planteando la restitución de estos recursos para las provincias y municipios, destinados fundamentalmente a pequeñas obras públicas.

El tucumano, fiel a su costumbre de conversar con todos, realizó múltiples llamadas telefónicas a varios de sus pares peronistas para que acompañen la iniciativa de los “K” con los diputados más fieles de sus filas. Aunque no sólo los mandatarios del PJ prestaron oídos al titular del PE sino que los ecos de la ofensiva del interior llegaron también al seno del poder central y fue, precisamente, el que dijo que todo era negociable el que se comunicó varias veces con Manzur para intentar frenar la movida en el Congreso.

La noche anterior a la sesión hablaron tres o cuatro veces entre ellos, hasta que le propuso el arreglo. Manzur le pidió el borrador, se pusieron de acuerdo con una decena de gobernadores y alumbró el convenio, y a la vez también el disgusto de los kirchneristas por la suspensión intempestiva del plenario. Entre esos 10 gobernadores a los que había hablado Manzur y los kirchneristas alcanzaban a tener 130 diputados, los suficientes para deliberar. O para amenazar con el rechazo al DNU.

Estaban tan “embalados” con la sesión de la Cámara Baja que luego resultó bastante difícil desactivarla, pero ocurrió. Sucedió, además, en medio de intentonas para tender puentes entre los integrantes del bloque federal y de los “K” a los fines de armar algo más que una oposición en la acción a Cambiemos, sino una eventual alternativa unificada con futuro electoral. Estaba aún verde la posibilidad de concretarse ese acercamiento, pero la decisión de los gobernadores dejó en stand by ese movimiento, y por supuesto a muchos disgustados.

Pudieron más las necesidades de contar con fondos de las provincias que los arreglos políticos posibles. Entre Cambiemos y los gobernadores dejaron solos a los kirchneristas, una sociedad efectiva de momento porque los “K” tienen más intendentes que gobernadores entre sus filas; por eso quien exteriorizó el disgusto del grupo la jefa municipal de La Matanza, Verónica Magario, porque ella recibirá menos según dinero las cuentas que hacen los opositores. Entienden los kirchneristas que en el último cuatrimestre se recaudarían $ 20.000 y que sólo reparten $ 4.125 millones. Y los intendentes peronistas bonaerenses tienen arriba a Vidal, quien puede recibir fondos discrecionales de la Nación, más en tiempo electoral.

Se trata de jugadas que revelan que hubo ganadores y perdedores. En ese mundo de acercamientos y desconfianzas mutuas, Manzur sigue consolidándose en la liga de gobernadores como el cabeza visible de los llamados “duros” -pero con un perfil más dialoguista frente al poder central a diferencia del discurso más radicalizado y combativo del pampeano Verna-, tanto que en Capital Federal lo consideran como un posible presidenciable de parte del peronismo “racional”.

El mandatario admite que no es lo mejor que se consiguió con el acuerdo, pero entiende que seguirán las negociaciones por recursos. La discusión Nación-Provincias es por el peso, y en forma desesperada. Ese debate seguirá en el Congreso con el Presupuesto 2019, cada lado con sus propios intereses, Cambiemos por mostrarlo al FMI para seguir recibiendo ayuda internacional y los gobernadores objetando ajustes que perjudiquen sus economías. Con los $ 500 millones, la Provincia se asegura algo de dinero hasta fin de año, y lo que pueda recibir en 2019 dependerá de los tira y afloje en el Parlamento por el desaparecido fondo sojero -que se puede anotar como una victoria de Macri-, los subsidios al transporte y la tarifa social a la electricidad y el gas.

La discusión y la negociación pasará por observar cómo afecta el ajuste a cada lado. En el marco de la discusión presupuestaria, vale preguntar si tendrán incidencia los cuadernos de las coimas. ¿Los sacarán a relucir como parte de la negociación a manera de presión, de convencimiento y disciplinamiento de los más temerosos del alcance de la causa judicial? Esos cuadernos tienen anexos, y Macri los usará de acuerdo a sus intereses; apuntó entre pocos un peronista capitalino, aunque mirando más el año electoral que la discusión parlamentaria.

En el oficialismo tucumano, sólo por ahora, no hay preocupación entendiendo que José López “sólo habló de una obra en Tucumán”; o sea que las esquirlas son solamente eso; no terremotos que puedan desacomodar la gestión y afectar la gobernabilidad. De Tucumán salió todo lo que tenía que salir en los cuadernos, apuntan por lo bajo desde el Gobierno. De cualquier forma hay denuncias sobre supuestas irregularidades en obras públicas locales durante la gestión “K” tanto en el fuero federal como en el provincial, motorizadas por referentes opositores.

Necesidad de contrapesos

Ahora no, pero sí en 2019 aguardan una embestida política de Cambiemos. Y aquí surge un interrogante que puede parecer suspicaz: ¿impulsará -o incentivará- Cambiemos causas judiciales contra Alperovich por ser quien gobernó en los tiempos de los “K”, justo cuando el senador se decidió a salir a enfrentar al PJ tucumano como candidato a gobernador? El senador, en los papeles, es un impensado aliado estratégico de la oposición tucumana y al que debería “inflar” para que divida el voto oficialista y entren a terciar con más fuerza por el sillón de Lucas Córdoba. Entonces, ¿para qué molestarlo? Sería mejor cuidarlo para que divida al peronismo. Puede haber demasiada imaginación o especulación detrás, pero como dice una máxima del mundo científico -válida para la vida política-: primero hay que inventar, luego descubrir.

O más aún, tal vez sea una jugada armada por el propio Alperovich con el poder central, de la que estimará que puede salir victorioso en varios frentes a la vez, recuperando la silla que le cedió a su ex vicegobernador. Jugadas de riesgo, increíbles, pero posibles. Cualquier fantasía es factible en política. Un juego de todos entre todos, por los menos en los amagues, aunque falta mucho para ver por dónde se verificaran las jugadas. En el Gobierno provincial, de cualquier forma, estiman que la capacidad de daño político-electoral del senador es importante.

Para contrarrestar ese “efecto Alperovich”, están tratando de cercarlo no facilitándole recursos para su actividad territorial y presionando a los que simpatizan con el ex gobernador, al punto de cortarles contratos o arreglos especiales. Hasta los mandan a pintar por la dupla Manzur-Jaldo. Cuanto más grande el cartel o el mural -se piensa-, mayor es la muestra de lealtad.

Hasta del propio barco del Ejecutivo deben dar muestras de fe, por lo que muchos andan con los tarros de pintura y pancartas a cuestas, en los baúles de sus autos recorriendo el interior. Son cientos los que estampan sus firmas diciendo a quién acompañan, aunque que no reconocen explícitamente en público que van a ser candidatos, menos de quién. Eso tiene una explicación: no es tiempo de decir que sí todavía; no se puede parecer tan presumido o ingenuo como para salir a hablar de las ambiciones personales para 2019 en medio de tamaña crisis económica y social. Como apuntó un referente de la Capital: es hora de aguardar y de no dar definiciones.

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