Boliches: si es todo en un mismo lugar, mejor

“La noche está rara, extraña. Por un lado, tiene que ver el contexto económico, pero por otro porque los gustos cambian todo el tiempo. El tucumano es un tipo inquieto”, define Sebastián Alperovich. No se trata de un lamento ni mucho menos, simplemente una lectura que puede hacer desde su actual boliche, La Morocha (en Yerba Buena), pero también de un análisis en perspectiva: de él fueron las discos Bathó, Circus y Jet, entre otras, cada uno con su onda, tradición y suerte.

La Boite como el boliche electrónico. Pollock, el imparable de los jueves. Diva!, la disco diversa. Recorcholis, clásico de clásicos de los viernes. Shampoo. Galáctica, céntrico y bailantero. Son pocos y los conocemos bastante: en Tucumán no llueven las propuestas de discotectas y son un puñado las que logran sobrevivir a los tres o cuatro meses en los que son novedad.

“Ahora vemos que está funcionando muy bien el concepto de La Morocha. Es un todo en uno, todas las versiones de la noche en un mismo lugar: comienza como bar para comer algo y tomar unos tragos, charlar entre amigos; después se convierte en pub, con una banda local en vivo, en general con música para bailar. Y después, el boliche. Hay quienes vienen solo para el bar, solo para el pub, o directamente al boliche... pero otros vienen al principio y se van al final. El tucumano se aburre rápido, entonces que haya varios momentos y opciones en un mismo lugar les resulta atractivo”, analiza Alperovich.

Y el aire libre. Fundamental en los meses en los que comienza a levantar la temperatura es tener un espacio al aire libre para respirar o para instalarse. “Nosotros arrancamos la temporada el 21 de septiembre y cerramos en junio. Al revés de otros boliches que cierran en el verano, para nosotros es nuestra temporada alta. Y ahí, el aire libre es fundamental”, explicó.