Que los chicos se diviertan en el rugby

Que los chicos se diviertan en el rugby

La finalidad formativa de las divisiones juveniles a veces es desplazada por la competitividad.

ESPÍRITU. En ocasiones, la presión de padres y entrenadores atenta contra el disfrute del juego. Existe una frase que reza: “si quiere un campeón en la familia, entrénese; mientras, deje a su hijo jugar en paz”. la gaceta / foto de juan pablo sánchez noli ESPÍRITU. En ocasiones, la presión de padres y entrenadores atenta contra el disfrute del juego. Existe una frase que reza: “si quiere un campeón en la familia, entrénese; mientras, deje a su hijo jugar en paz”. la gaceta / foto de juan pablo sánchez noli

Actualmente, en el rugby tucumano es posible encontrar muchas discordancias entre lo que se pregona y lo que se practica. La creciente falta de respeto hacia los árbitros, tema que fue abordado por LG Deportiva en los últimos dos días, es sólo un síntoma de una problemática mucho más compleja, y que también afecta a una franja clave del rugby: las divisiones juveniles. A partir de la M15 se incorporan elementos de competitividad que, sin dejar de lado la finalidad recreativa que le cabe como deporte, van preparando al jugador para el rugby superior. Sin embargo, se ha perdido bastante de vista que el objetivo principal del rugby juvenil no es competitivo, sino formativo: se trata de desarrollar las destrezas individuales y las habilidades humanas, y no de fabricar campeones.

“A los chicos hay que sacarles la locura por ser campeones. En M18 y en M19 pareciera que si no llegás a jugar el ‘Veco Villegas’, sos un fracaso. Y no es así. Ganar está bueno, pero los chicos deben entender que eso no es lo más importante. A esa edad, están para ser formados como jugadores y como personas, no para ganar torneos”, resumía Daniel Hourcade en una de sus charlas.

“Salir campeón es muy lindo, pero eso dura muy poco. Salvo el que ganó, al tiempo ya nadie se acuerda quién fue campeón M16 del Clausura del año pasado”, reflexiona Diego Vidal, ex entrenador de juveniles de Cardenales. “Lo verdaderamente sostenible es lo que el chico aprende en esa etapa. De nada sirve que un jugador haya sido campeón si cuando llega al plantel superior no sabe tirar bien un line, dar pases hacia los dos lados o tomar decisiones. No hay que poner los resultados por encima; primero hay que darles herramientas. Juveniles es una franja hermosa, en la que se hacen amigos y se aprenden valores. Es como la secundaria del rugby, y tanto los padres como los entrenadores debemos ayudar a que los chicos la disfruten en lugar de imponerles presiones”, sostiene.

ENSEÑANZA. La transmisión de valores es un aspecto clave en las juveniles. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI.- ENSEÑANZA. La transmisión de valores es un aspecto clave en las juveniles. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI.-

Medidas

Con el objetivo de restarle trascendencia al título de campeón y recompensar el juego antes que la especulación, es que desde la Secretaría Técnica de la URT se introdujeron este año algunas medidas, como la de aumentar a cuatro el número de torneos u otorgar dos puntos bonus por anotar más de cuatro tries. Asimismo, se propuso que los cambios fueran libres, para alentar a que jueguen todos los chicos, y no siempre los mismos en busca de resultados. “Se debe priorizar el juego, la seguridad, el desarrollo de las destrezas y de buenos grupos humanos por encima de los resultados. Hay que volver a la esencia”, aconseja Alejandro Molinuevo, titular de la Secretaría Técnica.

Federico Puerari, entrenador de juveniles de Universitario, propone no demonizar las nociones de “ganar”, “competir” o “ser campeón”, sino apuntar a la educación. “Eso es parte del deporte, pero cuando es lo único que te importa y lo querés a toda costa, ahí tenés un problema grave. Lo verdaderamente importante es formar a los chicos y tratar de que aprendan a jugar al rugby de la mejor manera posible. Ganar o salir campeón no te hace mejor, simplemente debe ser una recompensa por el trabajo bien realizado. Si no, no sirve de nada.”

> ANÁLISIS

Acompañar y dar el ejemplo

PABLO PÉREZ TORANZOS

Psicólogo y ex manager de los "Naranjas"

La función del padre que va a la cancha debe ser la de acompañar a su hijo, de brindarle apoyo. Si se la pasa gritándole, o a sus compañeros, o a sus rivales, o al árbitro o a otros padres, lo único que va a lograr es imponerle una presión innecesaria o hacerlo sentir vergüenza. A veces esa actitud es una descarga por frustraciones que los padres traen de afuera, y lo mejor sería que las resolvieran donde corresponde en lugar de llevarlas al club.

Por otro lado, es necesario que los entrenadores sean conscientes de que son una figura de referencia muy importante para los chicos. La huella que dejan en la subjetividad de los juveniles, sea buena o mala, es para toda la vida. Por eso es valioso que prediquen con el ejemplo. Aquí no vale el haz lo que yo digo, no lo que yo hago. Por ejemplo, un entrenador no tiene autoridad para decirles a los chicos que respeten al árbitro o a los rivales cuando él mismo no lo hace. La mejor manera de transmitir un mensaje es a través de los hechos, no de las palabras.

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