Tema: En su tercer año en la escuela de magia de Hogwarts, Harry Potter no sólo debe enfrentar los desafíos de la enseñanza y los retos de sus habituales rivales de Slytherin, sino también una nueva y mayor amenaza: Sirius Black, un asesino despiadado, seguidor de Lord Voldemort, que escapó de la temible cárcel de Azkaban con el único objetivo de matar a Harry.
Crítica: Tres virtudes llevan a que esta nueva entrega cinematográfica, basada en los libros de J.K.Rowling, represente un salto artístico considerable respecto de sus dos antecesoras. La primera, su director. La mano de Alfonso Cuarón (el mismo de "Y tu mamá también"), que se incorporó en reemplazo del insulso Chris Columbus, se nota a lo largo de toda la película. No sólo es mucho más ambiciosa y audaz en términos visuales y narrativos que sus dos predecesoras, sino que también es mucho más oscura. En esto radica justamente su segunda virtud. Juega no sólo con las desventuras de Harry y sus amigos en Hogwarts, sino también con sus cambios físicos y espirituales. Cuarón ya había demostrado su osadía y su categoría como realizador tanto en sus producciones mexicanas como en las transposiciones literarias que concretó para Hollywood ("Grandes esperanzas" y una excelente versión del clásico infantil "La princesita"). Hubiera podido sucumbir a las exigencias de toda gran producción y rodar algo convencional y taquillero. Sin embargo, se mantuvo fiel a su estilo y convirtió a "Harry Potter y el prisionero de Azkaban" en un filme vanguardista que, por momentos, coquetea con géneros extremos como el humor (con las escenas de pajaritos aplastados por el sauce boxeador) o el thriller psicológico (cuando un atormentado Harry descubre que su propio padrino asesinó a sus padres). Si a esto se le suma un elenco de lujo (la tercera virtud), el filme se convierte en una joya de la que disfrutarán grandes y chicos por igual.