Problemas en motos; imágenes, en avión

Problemas en motos; imágenes, en avión

La prevención de accidentes con motociclistas no figura en la escala de prioridades de la política y de la sociedad. La dirigencia prefiere azuzar divisiones, aunque en la campaña haya prometido promover la unidad.

Las estadísticas pueden estar devaluadas, pero son incontrastables. En un año y medio no cambiaron mucho las cosas. Los guarismos prevén -por ejemplo- que hoy 51 personas llegarán a los hospitales con lesiones por accidentes viales. Seguramente, la mayoría de ellos van a ser jóvenes. Apenas tendrán entre 15 y 29 años. Como un virus incontrolable, las motos son vehículos que llevan este mal a la sociedad. El 81,6% de los siniestros se sube a estos transportes de dos ruedas. Cuando llega el fin de semana, los hospitales se preparan porque el sábado y el domingo son sinónimos de más trabajo. De lunes a viernes los accidentados que ingresan a los centros sanitarios suman unas 15 personas. En cambio, en esos dos días de supuesta distensión y descanso la cifra se eleva a 25 accidentados. El promedio de tiempo que estos pacientes permanecen en terapia intensiva es de 6 días y sólo el 37% de los lesionados por accidentes de tránsito tienen obra social. Vale la pena repasar que, de esos internados, el 7,7% son adolescentes que aún no cumplieron los 15 años y que el 53,2% son jóvenes en la plenitud de la edad que va de 15 a 29 años. Aún queda un segmento del 26% que conforman (no tan) adultos y (no tan) jóvenes de 30 y 34 años.

En el último programa televisivo de Panorama Tucumano se repitieron todos estos números. En el debate se infirió que esas cifras podrían reducirse a cero. Sin dudas, esa tal vez sea una exageración, porque el cero, en este caso, sería aspirar a esa perfección inexistente. Pero aspirar al cero es posible porque mucho podría evitarse. Y hasta ayudaría al tan mentado ahorro público ya que los cálculos oficiales prevén que cuando alguien llega accidentado al hospital intervienen para atenderlo unas 15 personas más que con un simple paciente.

¿Quiénes deberían prevenir? Los responsables del tránsito y del transporte tucumanos (sean del municipio que sea y del color político que fuere) pueden controlar la circulación. Sin embargo, el ciudadano suele tomar como enemigo y despotricar contra el agente que intenta poner orden en la calle. Lo acusa de “coimero” y lo desvaloriza, como si no tuviera que ver tanto en la coima como en el cumplimiento de la norma. Norma, que al fin y al cabo, se escribió para proteger su vida. El automovilista, actor principal de esta tragedia, podría hacer su aporte, sin embargo, se destaca la actitud despreciativa y peyorativa hacia el motociclista. Y este último también podría contribuir a evitar que su propio ser engorde las estadísticas. Sin embargo, en un auténtico reflejo suicida elige el vértigo de arriesgarse a sí mismo. Y, ¿quiénes podrían evitarlo? Exactamente las mismas personas mencionadas.

Es curioso. Este verdadero dilema de la sociedad tucumana (en este caso singular) y del país (en general) presenta una particularidad. No tiene grieta. Es tal vez una de esas cuestiones que no admite que la mitad de la sociedad opine una cosa y que la otra se vuelque por sostener exactamente lo contrario. No hay grieta. Y, ¿entonces? La respuesta la tienen los involucrados que son incapaces de hacerse cargo del problema y, en todo caso, en un ejercicio de conciencia y coincidencia colectiva, contribuir no a que las estadísticas den cero, pero sí a que se reduzcan lo máximo posible.

Indudablemente no hay grieta, pero estamos agrietados.

En los últimos 30 años ninguna plataforma política se ha desgañitado vociferando por el compromiso de reducir las muertes por accidentes de moto. No figura en las promesas de campaña el compromiso de que el motociclista dejará de ser un suicida en potencia. Mucho menos la apuesta a que el agente de tránsito pueda cumplir la función de esas vacunas que son capaces de frenar una epidemia. De evitar el mal.

En la década del 70 los tucumanos tomaron conciencia de que la bocina atentaba contra la salud. Tanto fue así que se convirtió en un problema que se encaró desde las áreas sanitarias de la provincia (no las del tránsito) y, con esfuerzo, los tucumanos hicieron gala de ser una de las provincias que más silencio tenía en sus calles. El zumbido de las balas cambió la década del 70 y la fama de los tucumanos. Sin embargo, aquel esfuerzo podría haber servido de ejemplo para las generaciones venideras. Pero no fue así.

La muerte sobre ruedas, y especialmente en las motos con tripulantes sin cascos, no parece figurar en las prioridades de la dirigencia política. Obviamente, en la de los ciudadanos que los votan tampoco.

Ninguna de las encuestas que proliferan siempre por doquier tienen entre las 10 preocupaciones sociales la de frenar este tipo de violencia ciudadana.

Por las nubes

Las encuestas vuelan a otra altura. Viajan en avión. Cualquiera sea el piloto, la consulta no va en moto. Está preocupada por el espejo de los dirigentes. En las especulaciones del futuro. El destino no lo definen los comandantes de a bordo sino los propios pasajeros políticos. Por eso se atienden sus preocupaciones. ¿Cómo influyó la tormenta de la última semana? ¿Qué imagen tengo? ¿Qué pasará en el balotaje? Preocupaciones que no ponen nervioso al ciudadano porque está más atento a llegar a fin de mes y a cubrirse de los anuncios de aumentos que se le vienen encima. Sin embargo y atendiendo a las necesidades del pasaje, hay encuestas, como la última que hizo Ricardo Rouvier, que reflejan que la imagen negativa del presidente crece y supera a la positiva, lo que no le ocurre a su nena mimada, la gobernadora María Eugenia Vida, quien, no obstante, pierde puntos.

El macrismo sigue enfocado en que su éxito depende del desprestigio de Cristina, quien también sigue teniendo la imagen negativa más alta que la positiva. Sin dudas que esa estrategia le ha dado resultados electorales, pero también ha ayudado a mantener la famosa grieta en primer plano. Cabe recordar que una de las promesas de campaña en 2015 había sido suturar la grieta de los argentinos. La deuda sigue pendiente. Incluso, como en las galerías de espejos, se repite en cada tema. En los últimos meses fue la despenalización del aborto y hace muy poquito se instaló la discusión sobre el rol de las Fuerzas Armadas. Dos tópicos que enardecen al pueblo en general pero que, al mismo tiempo, le ayudan al macrismo a que los ciudadanos se olviden, al menos por unas horas, de la inflación. Cuestión, que en la encuesta que Rouvier y asociados efectuó entre el 6 y el 24 del corriente, no recibe ningún optimismo ni esperanza por parte de los 1.200 sondeados telefónicamente a lo largo y ancho de la Argentina.

Las PASO abren paso

En el avión siguen los temas que les preocupan a los dirigentes. Abajo, las penurias de todos. Esta es, tal vez, la peor grieta, porque aleja a los líderes y a los dirigentes de sus representados. Allá arriba se analiza que si bien no habrá Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO) en Tucumán, las que se harán a nivel país en mayo van a tener incidencia en los comicios provinciales de agosto. Tal como está el panorama, tanto nacional como local, Cristina terminaría contando con el apoyo de José Alperovich y familia. En cambio, el ministro de la ex presidenta y su coequiper Osvaldo Jaldo finalizarían jugando en el equipo del Peronismo Federal. Si bien ninguno de los tres serán candidatos ya que se vota por la fórmula presidencial y los posibles candidatos a diputado nacional, las PASO son una encuesta que direcciona la voluntad del pueblo. Los peronistas confían en que estos comicios no incidirán mucho porque en Tucumán se votará por intendentes y legisladores, además de gobernador y vice. Distinta es la mirada de los que integran la coalición de Cambiemos. Ellos están muy atados a lo que pase a nivel nacional y, obviamente, a los avatares de las turbulencias económicas. También apuestan a que las disidencias entre Manzur y Alperovich terminen ayudando a que el peronismo quebrado les despeje el camino a la Casa de Gobierno. Rubén Chebaia lo hizo cuando los peronistas José Domato y Osvaldo Cirnigliaro no lograron ponerse de acuerdo en la propuesta electoral. Finalmente José Domato, en el colegio electoral, consiguió los votos que no había obtenido en las urnas para desplazar a Chebaia, el candidato más votado de aquel 1987, pero fue tal el zafarrancho que armaron los egoísmos justicialistas que aún con el poder en la mano, terminaron con la provincia intervenida.

Fidelidades

La historia enseña cómo el alejamiento de las preocupaciones primarias termina castigando. En la provincia, la decisión de ir por la reelección ha puesto en movimiento a todos los dirigentes. La mayoría atada a la lapicera del Estado es incapaz de decirle no al gobernador. Sin embargo, la vida da sorpresas y esta semana la dio el desplante del ex intendente de Yerba Buena, Daniel Toledo. Manzur, Jaldo y Sisto Terán miraban atónitos cómo Toledo se resistía a la propuesta y juraba fidelidad a José.

El miércoles, cuando terminaba el programa televisivo de LA GACETA en Canal 10, la muerte, la velocidad y los accidentes seguían marcando el ritmo de la redacción. Despreciaban la discusión política y se enardecían con el drama de todos. Y concluían que todo era a causa de la falta de educación. La gran materia pendiente para mejorar las estadísticas, para gobernar, para recuperar los liderazgos y para cerrar las grietas.

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