El Fair Play premió a los futbolistas japoneses

El Fair Play premió a los futbolistas japoneses

Manos limpias, conciencia limpia, juego limpio. Son expresiones que se refieren a la honestidad, a haber obrado bien, a respetar las reglas, que se oponen a cualquier forma de corrupción. Generalmente, las malas acciones y los hechos negativos suelen tener mayor difusión e impacto social que las positivas, por eso es también destacable cuando se distinguen estas últimas.

En el Campeonato Mundial de Fútbol que se está desarrollando en Rusia, tres equipos del Grupo H tenían la posibilidad de pasar a la siguiente fase: Senegal, Japón y Colombia; el restante (Polonia) ya estaba eliminado. Colombia derrotó a Senegal y Polonia a Japón. Los dos perdedores igualaron en puntaje y en goles, pero los africanos quedaron afuera del certamen porque habían cosechado más tarjetas amarillas que los nipones que resultaron favorecidos por el Fair Play (juego limpio o leal). La buena conducta benefició a los orientales.

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El Fair Play no es algo relacionado solamente con el fútbol. El Comité Internacional de Fair Play, entidad fundada en 1963 por la Unesco y organismos deportivos, tiene por objetivo principal la defensa y promoción mundial del juego limpio. Su creación se inspiró en un trágico episodio que tuvo lugar en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, donde la actitud de “ganar por todos los medios” cosechó una víctima: un ciclista dinamarqués falleció a causa de haber consumido sustancias prohibidas que mejoran el rendimiento. El caso sacudió el mundo deportivo y sacó a la luz no solo el dopaje, sino también hechos de corrupción en la competición. Surgió la necesidad entonces de proteger esta actividad.

El Fair Play tampoco es desconocido por los tucumanos. En noviembre pasado, un cirujano y atleta oriundo de Concepción fue distinguido en el Palacio de Egmond de Bruselas (Bélgica) por el Comité. Jorge Ariel Rodríguez se hizo acreedor al “Pierre de Coubertin World Fair Play Trophy”, la mayor pieza mundial con que se premia un acto deportivo noble. En octubre de 2016, mientras competía en León (México), en el DecaultraTri (un quíntuple Ironman), logró reconstruirle el rostro a un participante noruego, Henning Olsrud, que se había accidentando durante su desarrollo. Con ropa deportiva, una máscara quirúrgica y guantes, ingresó a la sala de emergencias e hizo la cirugía necesaria. Gracias a esta intervención, el europeo pudo completar el desafío. El profesional es especialista en cirugías reconstructivas maxilofaciales y trabaja en el hospital Regional Concepción.

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Es muy positivo cuando las acciones nobles o la buena conducta se reconocen. Aunque en cuestiones que no sean deportivas, el Fair Play sería difícil aplicar en Tucumán que se caracteriza por haber hecho una suerte de pacto con la suciedad. Sin embargo, la práctica se podría extender a otras áreas. Por ejemplo, la Dirección General de Rentas, en lugar de premiar al deudor con moratorias que se extienden a lo largo del tiempo, podría reconocer al buen contribuyente. A los chicos que hayan logrado salir de la droga y que desearan ayudar a los adictos, el Gobierno podría becarlos para que se formaran como operadores socioterapéuticos.

Gracias al buen comportamiento de sus jugadores, Japón pasó a una nueva fase. Si los tucumanos aplicáramos el “juego limpio” en todos los aspectos, tal vez tendríamos una sociedad menos transgresora y más respetuosa del otro.

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