Un comedor de La Costanera tendrá la mercadería que reclamó

Un comedor de La Costanera tendrá la mercadería que reclamó

Vecinos aseguraron que el Ministerio de Desarrollo Social no les giraba recursos y alimentos desde hace cinco meses. Desde la Secretaría de Adicciones se informó que la mora ya fue solucionada y que hoy se abastecerá el comedor.

FALTA DE RECURSOS. Las cocineras del barrio, que sirven 120 porciones todos los martes a la noche, reclamaron por la precariedad con la que trabajan. foto de sebastián lorenzo pissarello (archivo) FALTA DE RECURSOS. Las cocineras del barrio, que sirven 120 porciones todos los martes a la noche, reclamaron por la precariedad con la que trabajan. foto de sebastián lorenzo pissarello (archivo)
26 Junio 2018

Faltaban algunos ingredientes para el menú en el comedor de noche para adictos en La Costanera. No alcanzaba para cocinar guiso de arroz y pollo. Josefina Medina prendía un pedazo de cartón con un encendedor para hacer el fuego con basura y unas ramas. “Hagamos guiso de fideos, como hicimos en febrero cuando relanzamos el comedor con las donaciones: cocinamos con todos los puchitos de fideos que quedaban”, resolvió en voz alta Medina, con una mueca de recuerdo. Ella, junto a un grupo de chicas y chicos que se recuperan de su problema de adicciones, reclamaron que el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia no les gira los recursos para cocinar, y que se mantienen gracias a donaciones.

“Nos pasó lo mismo el año pasado. Es una tristeza porque tenemos que andar buscando donaciones y sacrificar de nuestro bolsillo. Los chicos adictos del barrio ya están acostumbrados a que el martes tienen asegurada la comida. Hay otros comedores, pero ninguno los recibe a los chicos adictos, ellos saben que acá son bienvenidos”, continuó Medina, quien se recupera de las adicciones como parte de un grupo de asistencia y prevención de la Secretaría de Adicciones, coordinado por los profesionales y técnicos Emilio Mustafá, Zulma Juri y Manuel Romano.

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Funcionarios del Ministerio de Desarrollo Social aseguraron que la provisión de mercadería se normalizará desde hoy. “El comedor forma parte de un dispositivo de la Secretaría de Adicciones, cuya estrategia es generar un espacio de contención y encuentro, un primer acercamiento a jóvenes en situación de consumo. Funciona cada martes a la noche. El pedido correspondiente a los “secos” se entrega normalmente en forma mensual. Lo correspondiente a los “frescos”, ya está disponible y a disposición para mañana martes (por hoy) y los martes sucesivos”, se informó desde la Secretaría de Adicciones que conduce Matías Tolosa.

Desde el área de Desarrollo Social reconocieron que hubo cierta mora en el envío de “frescos” por un cambio en la organización que los distribuía y que eso ya fue superado. “Esto está resuelto”, enfatizaron desde esa cartera.

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Un comedor nocturno

Un grupo de madres de chicos adictos y miembros de un grupo de recuperación de las adicciones denunciaron que Desarrollo Social no les gira recursos para cocinar desde que relanzaron el comedor, a fines de febrero. Explicaron que cocinan con dos partidas: una de alimentos “secos” o no perecederos (fideos, arroz, lentejas, latas de puré de tomate), y un monto en efectivo -$ 4.000 al mes- para “frescos” (carne, pollo, verduras y condimentos). Afirmaron que, en lo que va del año, sólo recibieron dos veces una partida de “secos” y nunca giraron los fondos para “frescos”, por lo que se sostienen con donaciones y ferias de ropa.

El grupo se conformó en 2012 y en abril de 2016 comenzaron con el comedor nocturno como una estrategia contra el hambre y el consumo de paco. El primer año funcionó dos noches a la semana, pero por falta de recursos resolvieron cocinar sólo los martes. Los técnicos explicaron que el objetivo es acercarse a muchos jóvenes que viven en la calle con el plato de comida, para comenzar un proceso de contención y enfocarse en un tratamiento. Sirven aproximadamente 120 raciones.

“Este comedor es importante porque los chicos que están mal por el paco y duermen en la calle salen a las esquinas a esta hora para drogarse, y después se empiezan a desesperar si no consiguen más dosis. Les agarra la abstinencia”, dijo Medina. Y agregó: “acá en el comedor se entretienen unas horas, comen, muchos se tranquilizan y se van a dormir. Podemos comenzar a charlar para que empiecen un tratamiento. Para que estén contenidos. Es un lugar donde no se drogan, donde saben que pueden pedir ayuda. Saben que no se los discrimina y pueden hablar. No darnos para cocinar no afecta sólo al comedor. Acá no hablamos sólo de comida, hablamos de ayudar a contener y a asistir adictos”, continuó la mujer. A su lado, Daniel López (27 años) esparcía detergente sobre la cara externa de una olla de 70 litros a estrenar, también comprada con donaciones. “Así no queda con tizne cuando se la pone en el fuego, no queda manchada”, explicó. Juan Guerra (22 años) picaba cebollas, mientras Magalí Flores (17 años) abría los pollos para separar las presas.

Fuego a leña y basura

En el lugar se cocina con leña y basura. Las ollas se apoyan sobre dos perfiles de aluminio. Para hornear se usa un horno “ecológico” que armaron con barro, ladrillos y un tacho de aceite. Para el guiso se usaron 10 kilos de fideos, casi tres kilos de cebollas, algunos pimientos, tres kilos de tomates, cinco cajas de puré de tomate, tres kilos de papa y una caja de pollo. “Donde comen cuatro comen cinco, así que tratamos de que todos tengan para comer”, explicó Medina mientras fumaba un cigarrillo hasta el filtro.

“Sentimos que nos discriminan porque cada vez está peor la situación y cada vez más chicos vienen. Nos pone mal que algunos lleguen más tarde y queden con hambre”, dijo López. Estaba contento, yendo y viniendo para preparar todo. Como no tienen mesas ni sillas, armaron tres mesones con tablas sobre bases de hierro. Los bancos son tablas apoyadas en perfiles de aluminio asentados en bloques de cemento. Consiguieron colchones viejos y los cortaron en tiras para usar de almohadones sobre las tablas. “Ya llevo cinco meses en el comedor. Estoy mejor. Estoy yendo a la escuela así puedo terminar la primaria y la secundaria”, contó López sonriendo. Había comenzado a fumar poxi-rran a los cinco años, y después de dejar la escuela pasó a la marihuana, la cocaína, el paco y las pastillas. “Vengo todos los martes a cocinar después de la escuela. Los viernes hay reunión en grupo. Al fin estoy saliendo y haciendo algo bueno”, dijo orgulloso.

La luz se cortó en el patio así que la última etapa de preparación se hizo a oscuras, bajo las estrellas. El percance no desalentó a nadie. “El objetivo es trasladar esto de mi casa al centro de día que anunciaron que construirán de nuevo. Queremos que tenga todo lo necesario, porque acá no tenemos mesas ni sillas. Los chicos se merecen lo que corresponde”, deseó Medina. Mientras la primera tanda de comensales comían, un grupo partió con platos de comida cerca de una cancha de fútbol que armaron luego de que muriera un joven tras una crisis de abstinencia.

“Preocupa mucho cómo está el barrio. Cada vez hay más niños y niñas consumiendo paco. Chicas de 13 o 14 ya han probado y se prostituyen por una dosis. Se ofrecen con los transas por un poco de paco. ¿Y el peligro de las enfermedades venéreas? ¿Ése futuro les ofrecemos a las niñas?”, finalizó Medina.

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