El país lleno de eslóganes

El país lleno de eslóganes

Frases que marcaron historias quedaron grabadas en las distintas generaciones de argentinos. Todas traen del recuerdo crisis que sólo implicaron el aumento de la pobreza. Manzur y García dan señales de cambio.

El país lleno de eslóganes

1)“¿Quién ha visto un dólar“. 2)“Hay que pasar el invierno”. 3)“El que apuesta al dólar”. 4) “El que apuesta al dólar pierde”. 5) “Estamos mal, pero vamos bien”. 6) “El que depositó dólares, tendrá dólares”. 7) “Nosotros no lucramos, tenemos convicciones e ideas”. 8) “La década ganada”. 8)“Hay que llegar al segundo semestre”. 9) “Vamos en el camino correcto”.

Pobres. Hay señoras y señores de las ocho décadas que han escuchado todas estas frases. Peor aún: se han ilusionado, han sufrido y se han frustrado con cada una de esas frases. Felices los cuatro -o cinco- que sólo reconocen las dos últimas. Tienen el copyright de Macri.

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Los argentinos estamos hartos de vivir en crisis. Ya hemos aprendido que las crisis no pasan, sólo se prorrogan.

Los eslóganes sólo han servido para que los historiadores puedan marcar los hitos. Los mojones de la historia que han quedado grabados en sus vidas, en sus bolsillos, en sus humores. Los argentinos sólo han aprendido que detrás de estas frases sólo ha habido impericia y más pobreza. En todo caso, ha habido ignorancia, porque no hemos aprendido nada.

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Este viernes, en una mesa del octavo piso del hotel Sheraton almorzaban empresarios y algunos curiosos. Uno de los que integra el grupo de los primeros no dejaba de repetir lo que para él era una certeza: “la crisis no ha pasado y esto en dos o tres meses volverá a temblar”. No era una profecía autocumplida. Mucho menos un anhelo. Ni hablar de que intentara sembrar pánico. Hablaba la voz de la experiencia. Por eso trataba de encontrar la explicación de por qué estaba la Argentina otra vez en el mismo cine, mirando la misma película. En esas alturas se seguían apostando a la necesidad de un acuerdo responsable. Responsabilidad que no se ve cuando todos afirman o creen que la crisis (o lo peor) ya ha pasado y llaman al DJ para que la fiesta pueda seguir.

La decisión de Juan

Hace sólo un mes, al macrismo sólo le interesaba ver cómo iba a armar las listas y dónde iban a comprar los globos para festejar la reelección de 2019. Ya se habían olvidado que habían aterrizado en el poder como una coalición, no como un puñado elegido. El miércoles -después del oxigenado supermartes, al Presidente no le quedó más remedio que darse un baño de realidad y volvió a llamar a trabajar en forma conjunta. Hasta el peronista Emilio Monzó fue llamado de nuevo a la mesa a la que le había sacado su silla y la habían puesto pasaje a Europa.

Con ese mensaje es que se envalentonó Juan Manzur. Aprovechó el encuentro del Zicosur y rodeado de gobernadores argentinos y de regiones de países vecinos y dijo yo también corro. El gobernador es así. Pocas palabras, parsimonia, lenguaje críptico, pero avanza políticamente. Curiosamente, la que descifró el jeroglífico fue una opositora. La senadora Silvia Elías de Pérez señaló: “… un gobernador ha empezado recién ahora a dejar de ser un poco títere de otro que desde atrás maneja...”. Nadie lo dijo más claro. Manzur ha cortado los hilos. Nunca dejará de escuchar a Alperovich ni de atender el teléfono, ni de sonreír para la foto, ni de desayunar cuando lo inviten, ni de invitarlo a comer a su casa. Pero también ha decidido ser candidato a gobernador en 2019. Con su postura ha empezado a ridicularizar al ex gobernador que en su sempiterna campaña para volver al Poder Ejecutivo ha empezado a atrasar. Lo que más le reditúan son sus salidas al interior a visitar vecinos, pero los tuits desesperados para mostrar a dirigentes a su lado y sus llamados a funcionarios del Poder Ejecutivo se han vuelto un bumerán que denotan más debilidad que fortalezas.

Cambio de planes

El miércoles también fue un supermiércoles para las flamantes autoridades electas de la Universidad Nacional de Tucumán. Los ingenieros José García y Sergio Pagani triunfaron con un registro histórico de votos en la Asamblea Universitaria y conducirán por cuatro años los destinos de la Universidad Nacional de Tucumán.

En sus discursos prometiendo “transparencia” desnudan tal vez la carencia mayor de la UNT y dejan oler el lodo que aflora después de tantos escándalos malolientes que afean los despachos de la Justicia Federal. Pero también han continuado una nueva costumbre: los rectores prefieren no quedarse cuatro años en el poder. Raro en la política de hoy donde sólo los papas renuncian.

Minutos después de la elección, las miradas empezaron a fijarse en la conformación del nuevo equipo de gobierno. Casi como si fuera una estructura más del rectorado, nadie se anima a descartar del eterno José Hugo Saab. La sorpresa apareció cuando se empezó a hablar de la secretaría académica, un espacio clave de la casa de estudios. Como sucedía en las épocas en las que “La Cámpora” kirchnerista digitaba ideas y cargos, el Ministerio de Educación nacional ya le colgó el cartelito de “reservado” a algunos escritorios. El director nacional de Gestión Universitaria, el abogado tucumano Paulo Falcon, le habría puesto el nombre de Carolina Abdala y de Horacio Madkur en la puerta de la secretaría y de la subsecretaría académica. La rectora Alicia Bardón aún no se fue del principal despacho de la Casa de Estudios, pero ya se estarían cambiando algunas políticas y alianzas. Abdala, doctora en Ciencias de la Educación, no forma parte del equipo de una aliada clave del flamante rector electo García como lo fue la decana de Filosofía y Letras Mercedes Leal. El doctor Madkur, en tanto, venía conduciendo la poderosa Asociación Cooperadora de la decana de Derecho Adela Seguí. Ninguno de los futuros funcionarios pertenecía al grupo que catapultó a García al rectorado. Así como Saab, el hombre que estuvo con todos los rectores, mantiene su sillón atornillado, el flamante rectorado mantendría a su lado y sentada sobre la caja a Lidia Ascárate, quien seguiría en la secretaría Económica. Lo mismo ocurriría con otro ingeniero, Gustavo Vitulli, quien seguiría al frente de Bienestar Universitario. Para las otras secretarías, García sigue deshojando la margarita y analizando socios para los cuatro años por venir que no se preanuncian muchos festejos.

El proceso electoral universitario continúa y la atención se centrará ahora en los colegios electorales estamentarios que definirán sus representantes para el Consejo Superior, el 28 de mayo y que durarán dos años en los curules. En el órgano de control del Ejecutivo universitario ya espera el líder del gremio no docente Angel Morales, que fue proclamado electo al no presentarse ninguna lista que compitiera contra su estructura. Al otro día, los ingenieros comienzan la gestión que sucederá a Bardón en la casa de Terán.

Tiempos violentos

Treinta días atrás empezó a vitalizarse el audio de un hombre que le advertía a otros, supuestos enemigos de clanes diferentes, que si la tocaba a su jefa se armaba. Literalmente. Sus palabras no llevaba implícito el empujón con que suelen dirimirse las rencillas en un recreo escolar. Amenazaba con matar a los otros. Y, presumía con la cantidad de armas que estaban en su poder. Desde el viernes, otros audios volvieron a escucharse por la enloquecida red de WhatsApp. Todo se desató con la anunciada protesta que harían taxistas para exigirle al intendente Germán Alfaro menos controles, pero también para regularizar el funcionamiento de la actividad. No faltó la tristísima advertencia: “si vemos a alguno circulando, no duden en romperle el vidrio del auto”.

Difícil hablar del derecho a protestar o de la libertad de decidir qué se quiere hacer.

Pero no faltó el audio que pusiera las cosas en orden en este Tucumán absorbido por la violencia. Esa voz anónima respondió con simpleza: “si no nos dejan circular aténganse a las consecuencias porque vamos a tener el baúl de los autos llenos de fierros”.

Mientras la discusión se dirime en esos términos, los tucumanos compran motos (hay 140.000 circulando), el uso de los taxis (muchos de ellos en estado deplorable e indecoroso para cualquier pasajero) se redujo en un 20%. Como con las crisis, ya nos hemos acostumbrado a esta realidad.

La preocupación de Sebastián

Ayer, lo volví a encontrar a Sebastián en el mismo café de siempre. El tipo, lo que no tiene en grasa en su cuerpo lo tiene en “músculos” en su cabeza. Rumiaba su preocupación. La de siempre. No entendía cómo Tucumán había sido ninguneado. Volvía a leer -esta vez en voz alta- el artículo sobre una muestra sobre el arte y los 35 años de democracia que se hacía en Buenos Aires. “No hay nadie de Tucumán”, repetía interpelándose cómo si podía negar a una provincia que había dado tanto en la historia y que su arte tenía nombres propios con mayúsculas. Intenté una respuesta. La pensé desde la política. En Buenos Aires todo se piensa por población, por mayoría, por votos, esté quien esté en el poder. Y, en Tucumán, a veces preferimos invisibilizarnos porque la grieta es demasiado violenta con el otro. Me acordé que no hace muchos días un legislador propuso reconocer a un político que había contribuido a iniciar la investigación Del Pozo de Vargas y de las tumbas del cementerio del Norte que ayudó a argumentar la existencia de los desaparecidos (valga la trágica construcción). “No es de los nuestros fue la tristísima respuesta desde las altas esferas de la Legislatura.

No importan los nombres, como no importa si fue Perón, Alsogaray, Sigaut, Duhalde, Néstor o Cristina quienes dijeron las frases que se volvieron eslogan. Seguramente, -como le preocupa a Sebastián- lo que preocupa es que, de una vez por todas, se construya un país y no que sigan pasando las generaciones empobrecidas con provincias sin autonomías.

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