14 mitos sobre la hipertensión arterial

14 mitos sobre la hipertensión arterial

Estas son algunas de las falsas creencias sobre esta afección, que si no es tratada a tiempo puede generar insuficiencia cardíaca y/o renal o distintas alteraciones cerebrales.

14 mitos sobre la hipertensión arterial

1- Mi presión alta se debe a los nervios.

2- Mi presión es variable, así que sólo tomo medicación cuando está alta.

3- Cuando me sube la presión, sufro de cefalea.

4- Cuando sube, se produce sangrado nasal.

5- Cuando sube, la oreja se me pone colorada

6- Trato mi hipertensión arterial con dipirona.

7- Tomo ajo para combatir mi hipertensión arterial.

8- Tomo jugo de pomelo para combatir mi hipertensión arterial.

9- Me tengo que tomar la presión todos los días.

10- La medicación del vecino me hace bien.

11- Si tomo medicación puedo comer con sal.

12- Si sube mi presión la trato con aspirina.

13- Donar sangre mejora mi presión arterial.

14- No puedo donar sangre si soy hipertenso.

El enemigo silencioso

Opera en silencio. Es que no presenta síntomas. Y eso ayuda a responder fácilmente a la pregunta ¿por qué no sabe una persona que sufre hipertensión arterial? Por su elevada discreción, según datos de la Sociedad Tucumana de Hipertensión Arterial, el 50% de las personas que la padecen no lo sabe. El otro 50% sí es consciente de la enfermedad, pero sólo un 25% de ellos se trata. Hoy, en el Día Mundial de la Hipertensión Arterial, los especialistas aconsejan cómo cuidarse y cuáles son lo mitos sobre esta afección que puede desencadenar insuficiencia renal, cardíaca o cerebral.

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La hipertensión, también conocida como tensión arterial alta o elevada -según la describe la Organización Mundial de la Salud- es un trastorno en el que los vasos sanguíneos tienen una tensión persistentemente alta, lo que puede dañarlos. “Cada vez que el corazón late y bombea sangre a los vasos, que la llevan a todas las partes del cuerpo -detalla la OMS-, la tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias”. Entonces, cuanto más alta es la tensión, más esfuerzo tiene que realizar el corazón para bombear.

“Es una patología crónica que se manifiesta con una presión arterial mayor a 140/90. Es una enfermedad silenciosa. Está comprobado que con un buen tratamiento y medicación, si es que se logra controlar, el paciente vive bien y mucho”, explicó la doctora Florencia Waisman, presidenta de la mencionada sociedad tucumana. Según los datos de la institución local, uno de cada tres tucumanos sufre de hipertensión arterial y muchos no lo saben. Además, la combinación de sedentarismo y malos hábitos de alimentación pueden volver crónica esta silenciosa dolencia.

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Waisman aconseja tomarse la tensión periódicamente y abandonar el sedentarismo, controlar el peso, reducir el consumo de sal y de alimentos ricos en grasas, aumentar el consumo de frutas y verduras, evitar el alcohol en exceso y el tabaco, descansar adecuadamente, tomar sólo la medicación prescrita por el médico y recordar que la hipertensión no da síntomas.

La hipertensión arterial es un factor de riesgo vascular que, si se lo padece, incrementa las posibilidades de sufrir algún tipo de insuficiencia cardíaca y/o renal y distintas alteraciones cerebrales (porque no solo puede dar el tan temido ACV, sino también demencia y otras afecciones cognitivas).

Para combatirla hace falta modificar la dieta (reducir la sal y comer más frutas y verduras) y abandonar el sedentarismo, detallan los especialistas. Con un poco de esfuerzo se puede mejorar la calidad de vida y se lo puede hacer hasta sin moverse mucho de casa: con pequeños cambios de hábitos que impliquen movimiento se puede controlar la presión arterial.

Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo Cardiovasculares, un 55% de la población es sedentaria. La buena noticia es que cualquier tipo de actividad física es beneficiosa.

Ojo con la sal diaria

- La OMS recomienda no exceder los 5 g de sal diaria en la dieta. En Argentina se calcula que la ingesta, por persona, está cercana a los 12 g/día.

- Un 60% o 70% de la sal que ingerimos se encuentra en alimentos procesados, entre los que se incluye el pan.

- Disminuir el uso de sal durante la elaboración de las comidas. Hacerlo de manera gradual para evitar que se modifique su sabor.

- No colocar el salero en la mesa.

- Al cocinar, reemplazar la sal por otros aliños. La pimienta, el ajo, las hierbas y el limón son buenas opciones.

- Al amasar el pan, usar un 15% menos de la sal que se utiliza habitualmente. Si lo compra, elegir las panaderías donde preparan pan con menos sal.

- Comprar verduras y frutas frescas cuando sea posible, ya que son naturalmente bajas en sal.

- Evitar alimentos con alto contenido de sal, como procesados, carnes curadas o ahumadas, salchichas, mortadela, jamón, salame, anchoas, aceitunas, jugo de tomate enlatado.

Consejos para moverte más

- Hacer actividad física regular 20 a 30 minutos por día, no necesariamente de manera ininterrumpida.

- Caminar, andar en bicicleta, bailar, nadar, hacer deportes.

- Usar más las escaleras y menos ascensor.

- Estacionar lejos del lugar de destino para que no quede otra opción que caminar algunas cuadras.

- Bajar del colectivo dos paradas antes de nuestro destino, con el mismo objetivo de caminar más.

- Al terminar la jornada laboral, llegar a casa y dar unas vueltas a la manzana.

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