Si no hay paz, la guerra

Si no hay paz, la guerra

Postura en el conflicto con Buenos Aires

SALUSTIANO ZAVALÍA. El senador por Tucumán en el Congreso de la Confederación, retratado por Amadeo Gras. SALUSTIANO ZAVALÍA. El senador por Tucumán en el Congreso de la Confederación, retratado por Amadeo Gras.

Corría el año 1859, tiempos de enfrentamiento entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires. En el Congreso de la Confederación se presenta el proyecto de someter a los porteños por la paz o por la fuerza. El doctor Salustiano Zavalía, senador por Tucumán, adhiere resueltamente a esa postura.

Toma la palabra para destacar “el estado de acecho en que se ha colocado Buenos Aires para con la Confederación; su prensa hostil e inmoral y sus intrigas, cuya obra tenemos la desgracia de no ver hasta dónde alcanza, producen entre nosotros una constante alarma, o cuando menos una perturbación”. Esto en el orden interior. En cuanto al exterior, “los estados vecinos explotan nuestra división en su provecho. Nos mutilan el territorio y, lo que es peor, nos arrancan a veces concesiones poco honorables. Y cuando les pedimos su apoyo, nos esconden el rostro”.

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Consideraba que la posteridad pediría cuentas a Buenos Aires del mal causado a la república, pero mucho más “del bien que pudiendo hacernos nos rehusó”. Afirmaba: “¡Oh, Buenos Aires¡ ¡Si en los últimos años hubieses estado con nosotros, muchas de nuestras imperfecciones habrían desaparecido, y tú y nosotros nos hallaríamos ahora a medio siglo de distancia en la vía del progreso!”. Opinaba que “Buenos Aires debe estar entre nosotros; debe estar con la familia en todos los lances de su buena o mala fortuna; debe participar de nuestra dicha y compartir nuestros dolores”.

Y, “en cuanto a los medios, si los de la paz se frustran, debe ser la guerra; pero una guerra de formas cultas, una guerra sin odio, cuyo rigores deben templarse, como se gradúa la severidad que se emplea con un hermano querido que ha perdido la razón. Una guerra, en fin, en que no se malogre la primera ocasión que se presente de terminarla por ajustes pacíficos, y que en ellos presidan la razón, la igualdad y la justicia”.

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