La revolución capilar llegó con cabelleras grises

La revolución capilar llegó con cabelleras grises

Los más jóvenes buscan ese color con tinturas fantasía, mientras que las mujeres adultas dejan de ocultar sus canas. Cómo lo logran.

 -NUEVO LOOK. Karr Llenes en manos de Verxelitaki. Gentileza Pablo Verxelitaki.- -NUEVO LOOK. Karr Llenes en manos de Verxelitaki. Gentileza Pablo Verxelitaki.-
28 Marzo 2018

Desde el año pasado comenzaron a imponerse en las peluquerías dos tendencias que transitan por caminos diferentes pero tienen el mismo protagonista: el pelo gris. Lejos de ser un signo de envejecimiento, se trata de una revolución capilar. Los jóvenes se tiñen el pelo de color gris plata y los adultos (comúnmente a partir de los 40) deciden dejar de lado las tinturas para lucir un cabello al natural.

La novedad del “Granny Hair” (en español pelo de abuelita) se hizo conocida en las peluquerías cuando artistas y cantantes como Kelly Osbourne, Taylor Momsen, Lady Gaga, Vivienne Westwood, Sarah Harris, Judi Dench, Jamie Lee Curtis y Nicole Richie cambiaron sus melenas rubias y castañas por una combinación de tonalidades blancas y grises.

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“El 90% de los clientes que piden este estilo son mujeres, desde adultas hasta adolescentes. Quedan fascinadas con las variaciones de colores. La ventaja es que podés usarlas en diferentes temporadas”, comentó Yanina Carreras, del Salón New Glam. Ella utiliza una tintura llamada “Cuatro lunas” que permite, a medida que se lavan, obtener cuatro fases de grises distintas.

“En total pasé por 39 colores. Antes usaba tonalidades de rubio pero me gustó la idea y comencé con los grises perlados. Uso estos colores fantasía desde hace bastante tiempo”, narró Paula Rodríguez, fonoaudióloga de 34 años.

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Según explicó Pablo Verxelitaki, colorista experto, las gamas más elegidas son: “baby blond”, “gris topo”, “gris metálico”, “silver” y “gris nieve”. El estilista resaltó que estos colores sólo se logran en manos de profesionales: “tiene un desgaste rápido, se necesitan matizantes y nutriciones constantes por el daño que genera la decoloración”.

Una de las clientas de Verxelitaki, referente de la tendencia, es la dj tucumana Karr Llenes, quien se declara fanática de los tonos grises. “Me gusta volverme creativa con mi pelo. Por mi trabajo tengo que estar atenta a la moda y el pelo gris es furor desde que lo utilizó Kim Kardashian”, comentó Karr.

Los hombres también se hicieron eco de este estilo. “Comenzaron a pedirlo a partir del look de futbolistas como Messi y Neymar. Comenzaron con el color en el verano, para irse de vacaciones a la costa y lo continuaron usando al volver”, detalló el estilista Julio Key. Un ejemplo es Nahuel Álvarez, de 17 años, quien fue a Villa Gesell con su nuevo look: “al principio costó acostumbrarme pero después la idea del pelo blanco fue furor. Viajé a Buenos Aires con un grupo de amigos y era increíble la cantidad de hombres con el pelo platinado”.

Tomás Alarcón, estudiante de 21 años, también forma parte de los jóvenes con estilo “Granny Hair”. “Es la tercera vez que utilizo el color. Me animé el año pasado y quedó bastante bien. El único problema es el cuidado que debo tener para mantenerlo”, dijo Alarcón. Para lograrlo utiliza un champú especial y costoso de una reconocida marca francesa.

Al natural

Muchas veces asociadas al paso del tiempo o la dejadez, las canas son ocultadas, teñidas y reteñidas. Es ahí donde aparecen las valientes que dejan de lado los estereotipos de belleza para exponer su esencia y encontrarse con ellas mismas. Para Verxelitaki, la tendencia forma parte de un boom naturalista y ayuda a romper con los mitos estéticos. “Con esta revolución de las canas estamos acabando con los tabúes. Llevar un cabello canoso ahora demuestra una cuestión de actitud y de elegancia”, afirmó el estilista.

Además, el desgaste que ocasionan los químicos en el pelo puede tener consecuencias irreversibles a largo plazo. “Hay clientas de 60 a 75 años que incursionan en la tendencia por la corta duración de las tinturas (entre 10 y 15 días) y la pérdida de vitalidad en la melanina del cabello, producto de la mala alimentación, el agua y la falta de cuidados”, destacó Carrera.

Mara Marin, de 40 años, confesó que comenzó a teñirse a los 15 años, porque le angustiaba que sus compañeros se rieran de sus canas. Sin embargo, en enero Mara se miró al espejo y decidió apartarse de los productos artificiales. “Sufría una presión constante por teñirme y fue ese estrés el que produjo un cambio. Ahora las canas son un problema del resto y no mío”, reflexionó.

Al igual que Mara, Adriana Álvarez, de 53 años, despertó un día con ganas de observar su crecimiento natural: “me dijeron de todo: que me quedaba bien y que lo preferían teñido, que parecía más vieja y que lucía distinguida y delicada. Fue un cambio importante, tuvo que ver con aceptarme y quitar ese camuflaje de encima”.

En ambos casos, la transición fue difícil por los comentarios pero, ante las dudas, las redes sociales aparecieron al rescate. Adriana decidió buscar grupos que compartieran su misma meta estética. Sorprendida, descubrió que varias comunidades están abocadas al tema.

“Hay muchas razones por las cuales las mujeres optan por dejar su cabello natural con canas. Algunas lo hacen por alergia a los químicos, otras porque se cansaron de teñirse cada 15 días y otras porque quieren aceptarse como son y romper con los prejuicios que por generaciones nos impusieron culturalmente. Quieren sentirse libres, ser mujeres auténticas”, expresó a LA GACETA Andrea, administradora del grupo de Facebook “Enamorándome de mi cabello gris”, un espacio donde las interesadas comparten sus transformaciones en materia capilar.

“La primera reacción de una mujer es tapar las canas. Pero creo que, como todo en la vida, se trata de estereotipos que van moviéndose”, opinó la periodista Irene Benito, quien desde hace una década muestra su pelo enrulado con tonalidades grises y blanco. “Cuando las canas aparecieron utilicé por un tiempo tinturas, pero fui incapaz de encontrar matices que se parecieran a mi color. Me miraba en el espejo y no me encontraba, así que tomé otro camino -explicó-. Los primeros años fueron difíciles, era poco común ver una mujer de 27 años con canas. La gente creía que era un gesto de rebeldía y cierta dejadez y no una decisión consciente. En realidad lo que buscaba era gustarme y aceptarme, eso incluye los cambios de la edad”.

OPINIÓN

› Gonzalo Beceda, blogger
Mi relación con las canas empezó desde muy temprano: la primera me apareció cuando tenía 15 años. Recuerdo estar parado frente al espejo, confundido, pensando que era una equivocación biológica, no sabiendo si dejarla o arrancarla. En ese momento no tenía Google a mano como para corroborar: ¿si me saco una cana me salen siete más? A los 18 los peluqueros ya me querían teñir. Sí, sin que yo se los pidiera. Era como si no se sintieran cómodos con unos cuantos pelos rebeldes. Yo siempre me adelantaba con una encogida de hombros: “dejalo ahí nomás, a mí me gustan”. Ya pasaron 15 años desde aquel intento fallido de querer ir contra la genética: a saber, mis padres me heredaron el cabello decolorado y ambos se convirtieron en cisnes cerca de los 20 y pocos. Hoy, con 30 años, hay batallas estéticas que he decidido no librar. Me gustan las canas en mujeres, en hombres, en chicos y en grandes. Me parece una hermosa marca que deja la vida. Me hacen sentir especial. También creo que aguantar me ha hecho ser parte de la vanguardia. ¿Quién se iba a imaginar que el “Granny Hair” iba a convertirse en un must entre los más jóvenes? Nadie.
› Gonzalo Beceda, blogger
Mi relación con las canas empezó desde muy temprano: la primera me apareció cuando tenía 15 años. Recuerdo estar parado frente al espejo, confundido, pensando que era una equivocación biológica, no sabiendo si dejarla o arrancarla. En ese momento no tenía Google a mano como para corroborar: ¿si me saco una cana me salen siete más? A los 18 los peluqueros ya me querían teñir. Sí, sin que yo se los pidiera. Era como si no se sintieran cómodos con unos cuantos pelos rebeldes. Yo siempre me adelantaba con una encogida de hombros: “dejalo ahí nomás, a mí me gustan”. Ya pasaron 15 años desde aquel intento fallido de querer ir contra la genética: a saber, mis padres me heredaron el cabello decolorado y ambos se convirtieron en cisnes cerca de los 20 y pocos. Hoy, con 30 años, hay batallas estéticas que he decidido no librar. Me gustan las canas en mujeres, en hombres, en chicos y en grandes. Me parece una hermosa marca que deja la vida. Me hacen sentir especial. También creo que aguantar me ha hecho ser parte de la vanguardia. ¿Quién se iba a imaginar que el “Granny Hair” iba a convertirse en un must entre los más jóvenes? Nadie.


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