El aglomerado estadístico

Tres puntos de reducción para un índice sensible desde el punto de vista socioeconómico. Tres puntos suspensivos para establecer las causas del drástico descenso de un indicador que, si bien no llega aún al de pleno empleo, muestra en las estadísticas que, más allá de los vaivenes económicos del país, en Tucumán hay generación de puestos de trabajo. Una tasa tan baja para el cuarto trimestre de un año no se registraba desde 2013, cuando había una fuerte inyección de recursos federales para obras públicas en la provincia. Claro está que semejante inversión tiene un efecto multiplicador en la economía que se traduce en un mayor consumo en todos los sectores. Pero distinta es la situación del cuarto trimestre de 2017. No hay inyección oficial de dinero y, por lo tanto, tampoco aquel efecto multiplicador. Entonces, ¿qué es lo que pudo llevar al descenso interanual del desempleo respecto del año anterior? Una primera explicación, tal vez la más lógica, es que el sector comercial activa la generación de puestos transitorios en el período octubre a diciembre. Es de todos los años.

Una segunda hipótesis responde a la ejecución de trabajos en el sector privado. La construcción ha dado señales de reactivación y es una de las que ha motorizado, en gran medida, la expansión del Producto Bruto Geográfico (PBG) tucumano y, por ende, la recaudación de impuestos provinciales. Hasta aquí las presunciones. No hubo una masiva radicación de empresas que hayan generado empleos y el sector público ha sostenido su personal en función del crecimiento vegetativo. Aún más, en los últimos dos meses, el Boletín Oficial de la Provincia ha dado cuenta de que existe un proceso de renovación del plantel estatal, con la “invitación” por parte del área de Recursos Humanos a que los agentes que ya han cumplido el ciclo laboral activo y, por la edad, deben dejar sus cargos. ¿Esos puestos quedarán vacantes? No. La gestión del gobernador Juan Manzur ya anticipó que tomará más efectivos policiales para cubrir una de las áreas más sensibles y cuestionadas por la sociedad. La situación había causado inquietud entre los gremios. Ayer, tras firmar el acuerdo de aumento salarial, los dirigentes destacaron el compromiso de la Casa de Gobierno de no producir ajustes en la dotación de empleados públicos. En este sentido, diferenciaron la conducta adoptada por la Nación, como una manera de agregarle otro ingrediente político.

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La fuerza laboral de Tucumán predomina en el NOA. Sobre poco más de un millón de ocupados, el principal aglomerado urbano de la provincia participa con el 34% de la dotación de los seis distritos medidos en la región por el Instituto de Estadística y Censos (Indec). Son 382.000 personas que, en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), contestaron que cuentan con una ocupación. En materia de desempleo, Salta es la jurisdicción con más desocupados en la región: 24.000 casos y una tasa que alcanzó el 8,3% a fines del año pasado. El contraste estadístico es evidente: en el Gran Tucumán-Tafí Viejo hubo 11.000 desempleados menos que en 2016, mientras que en el Gran Salta la cifra se incrementó en 6.000 personas. Más allá de esas cifras, hay otras que inquietan y que responden a estos tiempos inflacionarios: el incremento de la población subocupada. Cada vez son más los argentinos, en general, y los tucumanos, en particular, que buscan otro empleo para contar con los ingresos que les permitan cubrir el costo de vida. Otro dato: en Tucumán, la población ocupada demandante de empleo ha crecido de 68.000 a 87.000 casos. El sueldo no alcanza.

Los tres puntos de reducción de la desocupación en territorio tucumano pueden constituir en un indicio de que la actividad económica está en un proceso de sostenimiento en niveles razonables. Pero, ¿por qué -a la vez- marcan tres puntos suspensivos? Dentro de una semana, el propio Indec dará otro de los indicios para observar si es que los empleos generados en el último cuatrimestre del año pasado han sido de calidad o, simplemente, si se trata de puestos transitorios que se destruyen temporalmente, apenas se alejan los Reyes Magos. La informalidad laboral es elevada. Golpea a un 43% de los asalariados. Si hay una reducción de esa tasa, será motivo de festejo. De lo contrario, el trabajo no registrado volverá a ser una materia pendiente para la gestión.

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