Se buscan líderes

Jaldo gobernador. No es un lema tempranero de campaña para azuzar la interna palaciega sino una simple realidad fáctica, ya que actualmente el vice está en ejercicio del Poder Ejecutivo, y no precisamente cómodo, porque la inseguridad está jaqueando la gestión. Estará en esa condición por varios días ante la ida a Dubai de Manzur: “el gobernador (de Tucumán) que más viajes realizó al exterior desde el regreso de la democracia”, según un reporte de la Secretaría de Comunicación Pública del 30 de diciembre. Alperovich, en tanto, sigue ajustado a su libreto: recogiendo heridos, sumando tropa y tratando de dividir las aguas en el peronismo con el tranqueño, planificando su regreso a la Casa de Gobierno en 2019, objetivo para el cual Jaldo se le presenta como la piedra en el zapato. Y la grieta se está abriendo y cada día es más notoria en el justicialismo; ya hay discusiones subidas de tono entre los soldados de ambas trincheras.

La relación política entre los tres se encuentra en estado de equilibrio inestable, casi forzada y tensa. Sólo Manzur sonríe, y viaja, mientras sus otros dos socios están enfrascados en una pelea por el territorio político en busca de lealtades nuevas, porque 2019 -aunque parezca una verdad de Perogrullo- es el año próximo. Está más que cerca, a la vuelta de la esquina, y se aproxima exigiendo definiciones a los principales protagonistas. Manzur mira, no define nada aún; pero cuando su mentor diga “vuelvo” públicamente, va a tener que recostarse en uno u otro bando y mostrar sus cartas. ¿Cabe imaginar dos opciones en el peronismo para la votación que viene? Todo es factible, más aún cuando hay un proceso de reforma política (electoral en el fondo) que puede introducir nuevas reglas de juego.

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Sin embargo, no sólo el oficialismo tiene que rearmarse en la provincia; también la dirigencia opositora tiene sus propios desafíos internos y tiene que prepararse para disputarle nuevamente el poder al PJ. ¿Con quién o con quiénes? La respuesta no es tan sencilla como para el oficialismo, ya que sus alternativas se reducen a tres apellidos; en cambio, en la alianza opositora los nombres en danza ya son más, y de distintas ideologías. Y si el oficialismo llegase a ir dividido, más vale que aproveche la posible circunstancia.

No hay indiscutibles

En 2015 estaba claro que el principal conductor político de la oposición era el radical José Cano; el diputado nacional les marcaba el ritmo al resto de los integrantes de Cambiemos, era “el” referente natural. Tres años después, con el desgaste sufrido -inevitable cuando se está expuesto-, Cano pasó de la bendición de Macri para disputar otra vez la gobernación a ser “uno más” de los tantos que tendrán que salir a trabajar y a competir entre ellos para ver quién “mide” mejor en 2019, según la bajada de línea del núcleo macrista. Ya no es el referente incuestionable de otrora.

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Los nuevos gestionadores del poder en la Nación son profundamente pragmáticos. Han sentado nuevas bases de acción: no habrá señalamientos, por lo que aquellos proclives a esperar el “dedo de arriba” van a tener que salir a la cancha a legitimarse para ser los elegidos. “Van a tener que salir a laburar”; como confió un integrante del Cambiemos para el Bicentenario. Correrá con más fortuna aquel que en los papeles finalmente le garantice más votos y posibilidades de triunfo al macrismo.

Para mayor incomodidad, a Cano le salió Prat Gay. Encima, Macri le dijo a su ex ministro de Finanzas que se largue nomás en Tucumán. No podía decirle otra cosa. La sorpresiva aparición de un competidor por la gobernación puso nervioso al ex titular del Plan Belgrano; lo reconocen hasta desde su propio círculo, situación que lo hizo lanzar apresuradamente hace pocas semanas su postulación para 2019.

Prat Gay regresará a la provincia el 26 de febrero y no sólo el radical lo observará; varios correligionarios y peronistas disidentes van a seguir con atención los pasos del hombre elegido por Enrique “Coti” Nosiglia para que se instale en la provincia como alternativa distinta. Cano sospecha que la mano de Marcos Peña está detrás de esta jugada, circunstancia que de ser cierta le saca aún más el sello de “indiscutible” que el radical tenía para Cambiemos. Al diputado nacional le aconsejan que se “reinvente” para acometer con mejores chances políticas los retos de 2019; que no se obsesione tanto con Prat Gay.

De por sí ya tiene adversarios internos en el radicalismo que han le han sumado porotos a su desgaste, y con los cuales posiblemente deberá enfrentarse en pocos meses. Es que el distrito local de la UCR tiene que renovar sus autoridades partidarias -junta de gobierno, convención, delegados al comité nacional y representantes de la juventud- entre agosto y octubre próximos. Las elecciones internas en un partido son necesarias para legitimar a los vencedores frente a las propias huestes, pero también frente a la sociedad. En la UCR es inevitable esa pelea por el liderazgo mirando a 2019, al margen de que el radicalismo debe fortalecerse como socio principal en la coalición opositora.

Esa interna radical porvenir, así como el eventual desenlace rupturista del trípode que conduce al peronismo pejotista, será para observar atentamente, porque el oficialismo en la UCR también tiene opositores que, al igual que ocurriera hace dos años, van a salir a enfrentar al canismo con los mismos argumentos. Lo harán algunos de la mano del legislador Ariel García, que insiste con que la UCR debe ser el eje conductor de Cambiemos y no un convidado de piedra (en el proceso interno anterior, el “arielismo” quedó fuera de toda la estructura partidaria).

Esto es lo que advierten cuando sienten que Prat Gay puede ser finalmente el elegido por el macrismo para encabezar la boleta local de Cambiemos, relegando a un radical del primer lugar. El Movimiento Boina Blanca -que el 25 se reúne en plenario y que conduce García-, suele atacar con dureza a Cano. Recientemente dijo que tenía “un techo bajo” para aspirar a la gobernación. Temen -como lo dicen para justificar su planteo opositor- que la UCR se convierta en el “furgón de cola”, incluso hasta detrás del “alfarismo” en la futura coalición. Este espacio considera que el intendente capitalino tiene un capital político propio, lo que lo convierte en un socio de peligro. Alfaro es necesario para Cambiemos, más que en 2015.

Hace pocos días, la página politicaonline.com tituló: “Macri condiciona la candidatura de Prat Gay en Tucumán, forzando una primaria con Cano y con Amaya”. Muchos se pusieron en alerta, porque allí se habló de interna –que se supone debería ser abierta para elegir entre esos candidatos- y porque apareció el nombre del ex intendente capitalino entre los contendientes. ¿Son los tres únicos referentes de Cambiemos en Tucumán? No, hay más. Entre ellos, la senadora Silvia Elías de Pérez, cuyo acople en 2015 (Movimiento Popular y Federal) fue el más votado en la Capital.

Justo después de esa publicación, en la zona de tribunales algunas paredes aparecieron empapeladas con afiches con la imagen de la parlamentaria, con su nombre y una frase: “todo es posible juntos”. ¿Una apelación a la unidad o a que no la dejen afuera de las consideraciones? Lo cierto es que Elías de Pérez usó el remate de un spot de Presidencia de la Nación, de mayo de 2016, en la que Macri sostenía que todo era posible juntos (se ejemplificaba mostrando a todos los que intervenían para fabricar una empanada). Desde el propio espacio de Cambiemos dijeron que esta aparición fue inoportuna y tempranera, pero no pasó inadvertida. La pregunta para los aliancistas opositores es: juntos, pero ¿con quién al frente? La “chapa” de líder es la que está en juego.

Espacio a cubrir

En el espacio Cambiemos, muchos apuntan “yo estoy” y aguardan a que le levanten el pulgar, a la vieja usanza. La única certeza por el lado del macrismo -a partir de que instó a todos salir a la calle a militar y trabajar-, es que no dirá quién es el candidato para 2019. Ya los mandó a jugar a todos. En ese sentido, tal vez envíe algunas tibias señales cuando elija al reemplazante de Laura Costa, la coordinadora de la delegación local del Ministerio de Desarrollo Social. La funcionaria dejará el cargo en breve por razones personales. Para ocupar el puesto hay varias opciones. En rigor, desde el poder central pidieron a los principales referentes políticos de Cambiemos que hagan llegar nombres de eventuales sucesores.

Así es como Cano propuso a Jorge Mendía (a su Fundación para el Bicentenario le traspasaron 500 titulares del plan Argentina Trabaja, en enero); Elías de Pérez habría propuesto a Carolina Schargorodsky; Pablo Walter elevó el nombre del concejal de Banda del Río Salí Miguel Angel Diosquez Dupuy (electo por el PRO en 2015), mientras que Alfaro se inclinó por Oscar Alberto Velasco Imbaud, actual secretario de Desarrollo Social del municipio.

La designación de uno de ellos podría interpretarse como una “bendición” política para el padrino de turno, si es que hay que hilar fino. Sin embargo, más que nada, cabría aguardar que con la designación quede explícito qué quiere la Nación y hacia dónde va en materia de política social, o bien si priorizará intereses políticos detrás de una posible acción social. Muchos planes y subsidios se manejan con esa caja. Si bien el riesgo de tentarse con hacer clientelismo está latente, nada mejor que una buena gestión social para enfrentar la pobreza.

En suma, detrás de los movimientos internos en todos los espacios, lo que se pondrá en juego principalmente es la pelea por el liderazgo. En cada lado con sus particularidades, las propias de jugar en el oficialismo o en la oposición.

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