Bajó de su auto y, en el garaje, lo acribillaron a balazos

Bajó de su auto y, en el garaje, lo acribillaron a balazos

Un hombre recibió tiros de desconocidos que se movilizaban en un vehículo rojo, según describieron los familiares

EN PIE. Pablo Frías, pastor evangélico y vecino, llevó a Quinteros en su auto hasta el hospital Padilla. la gaceta / foto de franco vera EN PIE. Pablo Frías, pastor evangélico y vecino, llevó a Quinteros en su auto hasta el hospital Padilla. la gaceta / foto de franco vera
06 Febrero 2018

José Alfredo Quinteros, de 46 años, había dedicado toda la tarde del domingo a su familia. Pasado el mediodía, salió a pasear en su auto acompañado de su esposa y de sus dos hijos, uno de dos años y un bebé de seis meses. Cerca de las 20, la familia regresó a su domicilio de Inca Garcilaso 2.100, en el barrio Victoria, en la zona sur de la capital. Allí Quinteros dejó a su mujer con los pequeños y se dirigió hacia la casa de su hermana, a unas cuadras de distancia.

Según recreó María Coronel, sobrina de Quinteros, el hombre “permaneció alrededor de 30 minutos en la vivienda y luego decidió volver”. “Apenas salió a la vereda, un auto rojo comenzó a seguirlo”, relató.

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El ataque

Cuando llegó a su vivienda, Quinteros descendió del auto para abrir el portón del garaje. Sin embargo, en cuanto pisó el suelo, el auto rojo que lo habría estado siguiendo frenó ante él, un hombre se bajó y comenzó a dispararle.

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Las balas llovieron contra las puertas negras y la pared de ladrillo del domicilio: cinco de ellas impactaron en el cuerpo de la víctima y otras dos en la construcción.

Los vecinos no supieron qué pasaba en el momento. Algunos dijeron que se escondieron atemorizados al escuchar los disparos; mientras que otros se asomaron por curiosidad a las ventanas de las casas.

En cambio, Pablo Frías, un pastor evangelista de 50 años, quien vive en una iglesia contigua a la casa de Quinteros, optó por salir corriendo a la vereda apenas terminó el ruido.

Contó que en ese momento se encontraba en una reunión de su iglesia, que agrupa a jóvenes en situación de calle para intentar alejarlos de las adicciones. Dejó a los muchachos y salió a la vereda, donde se encontró con una escena que lo marcó de por vida, según dijo: “salí y lo vi tirado, lleno de sangre, empecé a tocar la puerta de su casa. Pero nadie contestaba”.

Luego, cargó al herido en su auto y lo llevó al hospital Padilla, donde falleció minutos después.

Incógnita

En base al informe policial, las causas del brutal ataque todavía se desconocen. Por su parte, parientes y vecinos aseguraron que se encuentran muy conmovidos por lo sucedido y que “no logran entender qué pasó”.

Miembros de la familia dejaron en claro que “su muerte no fue un ajuste de cuentas, debido a que él nunca tuvo problemas con nadie”. El hombre trabajaba en la Dirección de Vialidad de la provincia hace muchos años.

Silvia Santos, quien vive a dos casas del empleado estatal, afirmó que hace más de 10 años que la familia Quinteros vive en ese barrio, y “siempre fueron excelentes personas”. La mujer dudó de que el ataque se tratase de un ajuste de cuentas. Sin embargo, manifestó que esa zona es “extremadamente insegura” y que, a raíz de eso, “suceden muchas tragedias”.

Coronel declaró en una entrevista telefónica con LA GACETA que la familia aportó a la Policía los datos del auto rojo, incluso el dominio del vehículo que “estaba siguiendo” a su tío.

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