El principio del fin de la Cosa Nostra sindical

El principio del fin de la Cosa Nostra sindical

20 Enero 2018

De Diego Mestre, diputado nacional de UCR-Cambiemos.-

Entre las funciones más legítimas y cabales del Estado se encuentra vigilar que aquellas organizaciones cuya misión es proteger a los empleados, llamadas sindicatos, no se conviertan en agujeros negros legalmente impenetrables comandados por tiranuelos que desafían a viva voz el orden democrático y buscan extorsionar con códigos mafiosos al gobierno electo por los argentinos.

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Hace poco, el jefe del sindicato de los gastronómicos, Luis Barrionuevo, sugirió que quien ataque a los jefes sindicales corruptos tiene pocas chances de terminar su mandato. Este tiro por elevación al gobierno, no hace más que revelar la causa por la cual se vuelve indispensable acabar con los jefes sindicales perpetuos que, en vez de proteger, ayudar a conquistar derechos y crear mejores condiciones laborales, utilizan a los trabajadores como armas arrojadizas, para escapar impunes a sus paraísos fiscales, negocios espurios, red de testaferros, fortunas malhabidas, zoológicos privados, aviones lujosos y demás obscenidades pagadas por los sufridos obreros. Además, por si fuera poco transgredir la ley y las buenas costumbres, enarbolan alrededor de los sindicatos seudo monarquías asegurando que ese poder sea traspasado a su grey, como en los tiempos medievales, adonde un rey que representaba a Dios en la tierra, tenía derecho eterno a dictar los destinos de todos sus súbditos.

Y en el medio de toda esa guerra, como siempre, está el pueblo argentino, que trabaja sin parar, muchas veces en condiciones de adversidad, para poder reconstruir este país de la corrupción que nos dejaron estos personajes, a lo largo de décadas y décadas, en sociedad con funcionarios públicos de moral empobrecida, narcotraficantes, empresarios corruptos y demás maleza social.

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Junto con el narcotráfico, la corrupción sindical forma parte del complejo terreno en que se librará la verdadera madre de todas las batallas. Desde el Congreso de la Nación debemos actuar en consonancia. Y los argentinos deben saber que el gobierno de Cambiemos ha decidido llevar esta situación a la justicia con todo el poder de las nuevas herramientas legislativas vigentes. Acaso la amenaza velada de Barrionuevo quiere alertarnos por un eventual escenario de disturbios, de prensa punitiva, de falsas proclamas de derechos laborales en riesgo, de manipulación y de llamados a la violencia.

A este gobierno no le tiembla el pulso porque esa es la Argentina que nos comprometimos a dejar atrás en 2015. En cambio, los que tiemblan son otros y están mandando mensajes desafortunados al pueblo con el fin de despertar el monstruo de la incertidumbre.

Los hechos a la vista de todos están más allá de cualquier retórica. Por eso, es momento de apoyar con fuerza iniciativas tendientes a acabar con este status quo, que deformó el motivo de existencia de los sindicatos y los convirtió en guaridas adonde se ocultan verdaderos faraones y se atornillan ad eternum al poder.

Una de estas iniciativas es la de mi correligionaria y amiga, la diputada Soledad Carrizo, que propone limitar el mandato de los capos sindicales, que -en sus palabras- “se creen dueños de los gremios”. La propuesta, de la cual soy cofirmante, merece ser puesta en agenda lo más pronto posible. Confiamos que así será.

Las palabras no son inocentes. Un personaje como Luis Barrionuevo lo sabe. Ninguna amenaza mafiosa debería amedrentar a los argentinos de bien, hacerles temer situaciones apocalípticas o pintarles un futuro en el cual deban someterse y soportar a forajidos que relatan una historia sobre protección a los trabajadores y en realidad sólo buscan engordar sus fortunas hasta explotar.

Este es el mensaje para gente como Barrionuevo: si un gobierno cae, caemos todos los argentinos para quedar presos de la falta de institucionalidad, librados al azar en un sálvese quien pueda. Esto es lo que no parecen entender quienes anhelan profundamente el fracaso total de la Argentina.

Los tiempos de la Cosa Nostra sindical están quedando atrás. Le guste a quien le guste.

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