Nada de humo: el tabaco es pura dulzura

Nada de humo: el tabaco es pura dulzura

UN CLÁSICO. Tom Ford concibió un perfume con tabaco que ya es un referente en la industria.  UN CLÁSICO. Tom Ford concibió un perfume con tabaco que ya es un referente en la industria.

El tabaco no sólo es humo y nicotina. A veces también es sinónimo de belleza. De belleza olfativa, claro. Que lo diga sino el legendario poeta y filósofo inglés Samuel Coleridge, para quien el olor de una hoja de tabaco era tan exquisito como el de una magnolia en el verano. “¡Denostáis el tabaco! ¡Quizás es él la causa final de la nariz humana!”, escribió en un poema casi olvidado.

Hoy, la industria de la perfumería le da la razón al poeta. Sí, porque desde hace un par de años las grandes marcas han comenzado a inundar el mercado con pócimas cuyas notas aromáticas giran casi exclusivamente en torno del tabaco.

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Y aunque esta planta (Nicotiana tabacum) fue llevada a Europa en el siglo XVI, lo cierto es que ya era conocida por los aborígenes americanos desde -al menos- 700 años antes de Cristo. Los mayas, por ejemplo, valoraban sus hojas, que usaban tanto en medicina como en rituales chamánicos.

El padre Bartolomé de las Casas, en su transcripción del diario de Colón, menciona que en la isla de Guanahaní (San Salvador) los nativos habían ofrecido a Colón y a su tripulación “algunas hojas secas, que deben ser muy apreciadas entre ellos”. De las Casas más tarde condenaría el hábito de fumar porque había notado que causaba adicción.

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El tabaco es miembro de la familia de las solanáceas (igual que las papas, el tomate y la berenjena); el aroma de sus hojas curadas es dulce, con matices de miel. El absoluto de tabaco (aceite esencial obtenido a través de extracción con solventes) presenta un perfil olfativo cálido, ambarado, rico y tenaz, aunque la nota de tabaco suele replicarse a través de moléculas generadas de manera artificial.

El tabaco se luce especialmente cuando forma parte de composiciones gourmand o cuando está acompañado por otras notas fuertes, como por ejemplo, el cuero. “Solo Platinum”, el irresistible perfume para hombre de la línea Loewe (ahora se lo consigue en Tucumán), es un claro ejemplo de cómo el tabaco puede convertir nuestra presencia en algo sublime. Nada que ver con el repulsivo olor a humo de aquel que fuma todo el tiempo. No. Con “Solo Platinum”, Loewe consiguió una fragancia potente y evocadora.

Lo mismo sucede con “Allure Homme Sport Extreme”, de Chanel, un elixir que la casa de moda más famosa califica de “embriagador e intenso”.

“Tom Ford Tobacco Vanille”, dulce, especiado y (tal vez demasiado) generoso en su faceta oriental, se ha convertido en uno de los best sellers de la línea de fragancias de Tom Ford. Un clásico moderno al que ahora todos quieren imitar.

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