San Pedro de Colalao, una joya poco aprovechada

San Pedro de Colalao, una joya poco aprovechada

Alguien la bautizó hace tiempo “La sucursal del cielo”, seguramente porque la naturaleza ha desparramado allí varios de sus dones. Pocas villas veraniegas pueden ufanarse de contar con dos ríos, una vegetación imponente y algunos manjares gastronómicos y criollos riquísimos, virtudes que hicieron que fuese la elegida a fines de los años 20 por las familias tradicionales y la clase dirigente para pasar el verano. Como si las bondades fuesen pocas en julio pasado cayo una intensa nevada a unos 15 kilómetros arriba de Hualinchay, que fue disfrutada por los lugareños y quienes fueron a pasar allí las vacaciones de invierno. Ubicada a 93 kilómetros de San Miguel de Tucumán, hacia el norte, se llega a la villa de San Pedro de Colalao por la ruta nacional N° 9 y se empalma con la provincial N° 311.

En varios aspectos, la villa turística, fundada en 1858, ha progresado. La plaza Leocadio Paz, que data de 1898, sigue siendo el lugar de encuentro. En las últimas décadas se han sumado algunos atractivos significativos como la Gruta de la Virgen de Lourdes que congrega a miles de promesantes en febrero; la reserva fitozoológica del Instituto Pellegrini que alberga a unas 150 especies diferentes de animales y tiene un circuito ecológico con flora autóctona. Un atractivo de vieja data es la Piedra Pintada, donde pueden apreciarse petroglifos. Son muy apetecidos la humita, los dulces, los quesos y quesillos. Hasta la década del 90, era obligada la parada para comprar quesillos en la casa de doña Germana, poco antes de ingresar a la villa.

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Los vecinos afirman que el pueblo podría convertirse en un centro turístico más importante que atrajera gente durante todo el año si el Gobierno provincial decidiera ponerle mayor atención, como lo hace constantemente con Tafí del Valle. Una de las asignaturas pendientes es la instalación de gas natural, servicio que beneficiaría no solo a la población, sino también al sector hotelero y gastronómico. Los pobladores sostienen que la provisión de agua potable es deficitaria, como consecuencia del crecimiento demográfico que ha experimentado la villa en los últimos años. Durante el verano, cuando la villa recibe una gran afluencia de visitantes, el servicio colapsa en varios sectores.

Las calles se hallan, por lo general, en mal estado, y la recolección de basura es deficiente. Las márgenes de los ríos Tacanas y Las Tipas están descuidadas, carecen de merenderos, se podría acondicionarlas para que funcionaran como balnearios. La terminal de ómnibus, ubicada a una cuadra de la plaza Paz, es precaria, sucia y el único baño constituye un foco de infección. De manera que el visitante que llega en colectivo, recibe una bienvenida desagradable. El pavimento de la ruta N° 311 presenta ondulaciones en algunos tramos, a causa de los numerosos parches. El teatro “Enrique Pinti”, inaugurado en enero de 2004, que podría convertirse en motor de la vida cultural del pueblo y funcionar todo el año con espectáculos de diversa índole, está desaprovechado. La iglesia (data de 1902) luce lozana; la bóveda de la nave central, prácticamente desnuda, está “pidiendo a gritos” frescos. Se podría convocar a algunos de los destacados artistas tucumanos para que efectuaran ese trabajo.

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Parece increíble que en tantos años, los distintos gobiernos no hayan jerarquizado a San Pedro de Colalao como un centro turístico importante, como sucede también con otros bellos lugares, que en manos rosarinas o salteñas serían un vergel de visitantes. Una política de Estado en materia turística es fundamental para el desarrollo de la industria sin chimeneas.

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