Se cumplen 50 años de tragedia de San Guillermo, el peor siniestro ocurrido en Tafí del Valle

Se cumplen 50 años de tragedia de San Guillermo, el peor siniestro ocurrido en Tafí del Valle

El 24 de diciembre de 1967, un camión que trasladaba a vecinos de El Mollar fue arrastrado por el río Tafí. Hubo 16 muertos. La historia.

EN LA RETINA Y EN EL CORAZÓN. Con fondo vallisto, la tristeza de todo el pueblo se apoderó del velatorio colectivo,en el club San Guillermo.  LA GACETA / FOTOS DE ARCHIVO.- EN LA RETINA Y EN EL CORAZÓN. Con fondo vallisto, la tristeza de todo el pueblo se apoderó del velatorio colectivo,en el club San Guillermo. LA GACETA / FOTOS DE ARCHIVO.-
24 Diciembre 2017

Entre las pesadillas que desde hace medio siglo asolan la mente de Ángel Cruz (71), la más intensa es la de una masa espesa de agua barrosa, negra, que lo envuelve en un torbellino y lo lleva al fondo del río; que no lo deja hacer pie. Y gritos que vienen de todas partes.

“Angelillo” es uno de los sobrevivientes de esa jornada luctuosa del 24 de diciembre de 1967. La furia aluvional del río Tafí arrasó con el camión de “Tito” Mamaní, que transportaba a más de 40 jugadores y familiares del Club Deportivo San Guillermo, y segó la vida de 16 vecinos de la localidad de Casas Viejas, cercana a El Mollar.

Publicidad

La crónica de LA GACETA del 26 de diciembre siguiente concuerda con el relato preciso de Ángel Cruz. “En la villa veraniega de Tafí del Valle, en el badén sobre el río Tafí del camino que une esa población con Rodeo Grande, un camión cargado con jugadores de fútbol y vecinos de El Mollar fue arrastrado por un aluvión, el domingo a las 13.45, muriendo 16 personas, cuyos cadáveres quedaron diseminados a lo largo de siete kilómetros”, describe el cronista. Y continúa: “el terrible accidente enlutó a la población de Casas Viejas, un paraje aledaño a El Mollar. Durante todo el día de ayer, mientras se velaba a los muertos en la cancha de fútbol de Casas Viejas, al igual que en el atardecer del domingo en que se buscó los cadáveres, el valle se pobló de cantos fúnebres, estremecidos por el llanto de de las mujeres y las preces de las rezadoras”.

En primera persona

Ángel acababa de regresar del servicio militar aquel 24 de diciembre. “Lo primero que pregunté al llegar de Córdoba fue por el club. Y me dijeron: jugamos con Peñarol. Ahí nomás busqué mis botines y los lustré. Hacía una semana que llovía sin parar; esos temporales eternos del Valle. Pensábamos que no íbamos a ir... pero el fútbol tira. Llegó el domingo; y, como siempre, estaba el camión Ford 350 de Tito Mamaní. El camión sale de Casas Viejas, va por El Mollar, donde se bajan varias personas, que ya presentían el riesgo... Llegamos a Tafí y encaramos a la izquierda, hacia el río, que no tenía puente, y que ya traía agua sucia, barrosa”.

Publicidad

“Pasamos con dificultad y empezamos a trepar en subida a La Banda, donde había ripio y tierra colorada”, prosigue Ángel con su relato nítido, como si la pesadilla hubiera comenzado ayer. “Y en el intento de llegar a la Ovejería, el camión empieza a retroceder. Nos volvíamos ya... Volvemos al badén de ese río maldito, que ya tenía más agua que antes... Y en medio del badén, el camión se queda atascado. Habrán sido cuatro minutos tratando de zafar... El peor recuerdo que tengo es un grito... Y ver cómo a 150 metros venía una creciente de 20, 30 metros de ancho, en el cruce de los ríos que convergen en el Tafí... Para mí, era el final.... Pero luego me encuentro en la orilla, tirado, puro barro. Me los encuentro a los Chaile, tiritábamos. Nos quedamos tendidos hasta que llegaron los rescatistas....”.

El río Tafí truncó el destino de parejas jóvenes y de familias enteras

Entre esos rescatistas estaba el párroco de Tafí del Valle, Hugo Lamaison. “El padre Lamaison fue de los primeros en llegar a la orilla del río crecido. Sin dudarlo enfrentó la furia del agua: lazo en mano, se dispuso a rescatar a cuantos pudiera. Logró hacerlo con varios, que así sobrevivieron a la impresionante tragedia”, han escrito Carlos Páez de la Torre (h) y Pedro León Cornet, en su libro “Una historia de Tafí del Valle”.

Revivir el pasado

Cada 24 de diciembre, cuando los vecinos de Casas Viejas se unen en una misa en las instalaciones del Club Deportivo San Guillermo, la sombra de la tragedia ensombrece una vez más al pueblo. Una tragedia cuyo recuerdo siempre estuvo al acecho, latente. Pero de la que casi no se hablaba, como esos duelos colectivos que nunca cierran.

Hasta que llegaron voces jóvenes de la comunidad vallista dispuestas a restañar esa herida abierta. Una de esas voces es la de Javier Astorga, que en una producción digital para un posgrado (La tragedia de San Guillermo, en Facebook) recuperó los testimonios de sobrevivientes y de familiares de las víctimas. “Siempre se escribió de la historia de Tafí desde el punto de vista del hacendado”, afirma Astorga, a quien la historia de la tragedia le llegó por su papá. Cuenta que gracias a otra joven, Daniela Cruz, pudo conocer a sobrevivientes y a testigos. Y que en el proceso de reconstrucción del hecho, en la misa del año pasado, al ver llorar a los deudos y sobrevivientes entendió que el duelo persiste; y que les costaba hablar del suceso. “Luego de la misa por el aniversario 49, varios de esos abuelos que estuvieron en el camión se ofrecieron a seguir contándome la historia”, memora. Ángel Cruz es uno de ellos. Hoy, en la misa en las instalaciones del club, se abrazará con doña Angela López, con don Braulio Mamaní, con doña Amancia Guanco... Todos en Casas Viejas comparten la pesadilla de San Guillermo, sea por haber sobrevivido o porque han perdido algún familiar en la catástrofe del río Tafí.

Con seguridad, en la misa de hoy (a las 9), sobrevolará el recuerdo nítido de aquellos a los que Daniela Cruz ha bautizado como “los ángeles de la guarda del club San Guillermo”. “Ellos y todos los sobrevivientes deben ser un ejemplo a seguir por las generaciones actuales. Los que dieron la vida no murieron en nuestros corazones. Están presentes cada vez que vamos a nuestra cancha y nos cuidan cuando salimos de visitantes. De los sobrevivientes debemos rescatar ciertos valores como los de superación, que hicieron que nuestro club nunca decaiga y siga mostrando al valle que San Guillermo es un club con historia”, destaca Daniela, cuyos ancestros rezuman -como tantos en la zona- sangre diaguita calchaquí.

Comentarios