La fuerza del quichua en la raíz santiagueña

La fuerza del quichua en la raíz santiagueña

Se está reeditando la valiosa obra del lingüista Domingo A. Bravo.

RECOPILADOR. Domingo Bravo. LA GACETA / FOTO DE ROBERTO ESPINOSA.- RECOPILADOR. Domingo Bravo. LA GACETA / FOTO DE ROBERTO ESPINOSA.-
24 Diciembre 2017

Raíz de la identidad. Motor del pensamiento. De la comunicación. Alma mater de las lenguas, la palabra late en el origen de la civilización. Nada sería el ser humano sin ella, como tampoco las religiones. Los conquistadores se apoyaron en ellas y en la fuerza para someter a los otros pueblos. De ese modo, surgieron los imperios y muchos de ellos se mantuvieron lozanos a lo largo de varios siglos. Los españoles entendieron rápidamente que el mejor modo de sometimiento era a través de la imposición de su idioma, su religión y su cultura; la evangelización sería eficaz si los curas aprendían las lenguas de los indígenas. Diego de Rojas entró en Santiago del Estero en 1543 y traía consigo yanaconas, hablantes quichuas del Perú.

“El lenguaje es el invento más prodigioso que ha producido el hombre. Eso le ha permitido superar sus dificultades, ser la figura sobresaliente entre todas las especies. Él es capaz de dominarlo todo con su pensamiento y expresar todo con su sentimiento… El hombre defiende su idioma, todos los pueblos hasta los más primitivos tienen su lenguaje de comunicación”, afirmaba Domingo A. Bravo, docente, escritor, lingüista, quichuista santiagueño, fallecido el 27 de agosto de 1997.

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Trabajo premiado

Los hijos del gran difusor del quichua han comenzado a reeditar su valiosa obra; han publicado en 2017 cinco libros: Diccionario Quichua Santiagueño, Cancionero Quichua Santiagueño, Diccionario Castellano-Quichua Santiagueño, “Estado actual del quichua santiagueño” y “¿Quiere Ud. aprender quichua?” “Este material, que estará en las bibliotecas públicas y escolares, busca difundir la escritura y la práctica de la lectura del idioma. La primera edición del diccionario fue fruto de 17 años de investigación, cuando mi padre fue docente en las escuelas rurales de la provincia. El trabajo fue premiado en 1953 por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT”, cuenta el ingeniero mecánico Domingo Bravo.

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Nacido en Higuera Chacra, departamento Robles (Santiago del Estero), el 4 de agosto de 1906, Bravo escribió 25 obras y obtuvo importantes distinciones a lo largo de su vida. Fue director del Instituto de Arqueología y Folclore de la UNT. En 1990 recibió el premio Sudamérica de Lenguas y Letras. “No nos mueve un interés comercial, sino de difusión. También se venderán los libros en alguna librerías, pero a un precio accesible”, explica el ingeniero y agrega que la idea es reeditar la totalidad de su producción.

Bravo dotó al quichua santiagueño de una signografía. Su diccionario es un verdadero compendio antropológico que incluye seres sobrenaturales, la medicina y la cocina tradicionales, la etnobiología y los secretos de la toponimia. “El quichua está en toda nuestra literatura; no hay obra costumbrista en la que no haya voces quichuas. Martín Fierro y Don Segundo Sombra tienen más de 40 voces en sus textos y aún en las obras de escritores casticistas hay palabras quichuas, usadas sin saber que los son, por ejemplo, mate, pampero, papa”, sostenía.

Ámuy, víday, huillasckayqui, rumi soncko casckayquita: sujta sujta munaspami sonckoyta nanachianqui… Ven, vida mía, te avisaré, que habías sido corazón de piedra: queriendo a uno y a otro me has hecho el corazón doler”, dice una coplita del Cancionero. Bravo aprendió a escuchar las voces de su tierra y las soltó luego al viento para que recordara su querencia quichua.

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