Seguridad: a todo o nada

Claudio Maley y Miguel Gómez juraron como ministro y secretario de Seguridad hace poco más de una semana y ya dejaron en claro cómo será su gestión. Ambos comenzaron a dar forma a un proyecto que venía siendo elaborado desde hace varios meses y cuando aún no habían sido nombrados en sus cargos. Con el apoyo del gobernador Juan Manzur, se transformaron en huracanes del cambio.

Hasta aquí, que no es mucho tiempo por cierto, dieron señales de que no mantendrán el plan de Paul Hofer. Y eso se notó cuando desplazaron a todos los jefes de la plana mayor de la Policía y pusieron en disponibilidad a varios comisarios que apoyaban el plan del ex secretario. Dejaron en claro que no se trataba de una persecución, sino de una nueva manera de encarar el trabajo que les encomendaron.

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Por lo visto hasta ahora, su plan se sustenta en tres puntos básicos. Optimizar los recursos humanos enviando a la calle al personal que se encuentra desperdiciado en secciones ignotas de la fuerza; acostumbrar a los jefes a tener bien controlada a la fuerza para que realice mejor su trabajo y evitar hechos de corrupción y, por último, mejorar la relación Justicia-Policía, que viene desgastándose desde hace bastante tiempo. Ese fue el mensaje que recibieron los casi 50 comisarios en una reunión que se realizó la semana pasada.

Maley y Gómez saben que no es conveniente realizar todos los cambios al mismo tiempo. Que generaron movimientos al por mayor y no tuvieron problemas, pero también reconocen que no pueden tensar más la piola. Por eso, con el transcurso de los días irán anunciando otras apuestas más importantes. La más fuerte, sin lugar a dudas, será la reestructuración de la ex Brigada de Investigaciones, un dolor de cabeza para los jefes de la fuerza y de la Justicia. En un principio, cada Unidad Regional tendrá su Brigada y también habría investigadores en las jurisdicciones más conflictivas, como ocurre en Buenos Aires.

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Según trascendió, lo de acercarse a la comunidad no se transformó en una promesa de un funcionario recién asumido. El último fin de semana decenas de policías fueron a los lugares públicos donde los jóvenes consumen bebidas alcohólicas y escuchan música a todo volumen. Los operativos en contra de esos encuentros ilegales, según anticiparon, se irán incrementando según lo pidan los jefes según los análisis de riesgos que realicen. Ese fue sólo un paso. La apuesta más fuerte será otra: crear un grupo y capacitar a sus integrantes para que controlen, junto a trabajadores sociales, psicólogos y médicos, las calles de barrios conflictivos. La Costanera, según comentaron, será uno de ellos.

Intensificar la lucha contra el narcotráfico será otra de las metas que se propuso esta nueva gestión, al igual que la anterior, que triplicó la cantidad de hombres y las bases de la Dirección General de Drogas Peligrosas. Maley apunta más alto: está entusiasmado en la creación de una especie de Subsecretaría cuya misión será luchar contra los narcos de manera coordinada con las fuerzas nacionales. Buscar el hombre de confianza que la dirija y que sea respetado por los miembros de la fuerza de seguridad los demora por el momento.

Lo que no está definido es si continuarán con la tarea que realizaron sus antecesores con la capacitación de los hombres de la fuerza. Uno de los mayores aciertos de la gestión Hofer fue obligar a los policías de mayor rango a realizar cursos de perfeccionamiento y, a los más nuevos, asistir a talleres para atender diferentes situaciones.

Más allá de todas las buenas intenciones, los funcionarios del área de Seguridad saben que solos no podrán llevar adelante su misión. Que necesitan el apoyo de los poderes Judicial y Legislativo. Y hacia allí apuntarán sus esfuerzos en los próximos días. Maley demostró ser un hombre precavido. Antes de asumir en el cargo, ya recorrió los pasillos de los tribunales de la avenida Sarmiento presentándose ante cada fiscal y juez de instrucción. Además, su as bajo la manga se llama Gómez, que viene de trabajar allí y que tiene el respeto y la confianza de todos.

La Legislatura será un dolor de cabeza porque se hace política con la seguridad y puede transformarse en un escollo. Dicen que los funcionarios enviarán un informe sobre los proyectos que tienen en mente. Pero nadie a ciencia cierta sabe si tendrá cabida o, si al menos, lo analizarán. Esos papeles caerán en manos de los mismos parlamentarios que, primero, se olvidaron de prorrogar la Ley de Emergencia de Seguridad y, después que lo hicieron, no pusieron en funcionamiento la comisión de seguimiento. Así será muy difícil intentar cumplir con los objetivos.

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